El trasfondo de la rivalidad entre los EE.UU. y China

Sobre aranceles y volatilidad bursátil en la disputa entre los EE.UU. y China: Indicios positivos a corto plazo y tendencias preocupantes a largo plazo

Las medidas adoptadas por los EE.UU. y China en su guerra comercial y sus efectos nocivos sobre los índices bursátiles han acaparado la atención de la prensa económica desde mediados de 2018. Hay señales positivas respecto al mantenimiento de la tregua de tres meses pactada por Donald Trump y Xi Jinping el 1 de diciembre en la cumbre del G20 en Buenos Aires.

Delegaciones de nivel medio de ambos países se reunieron en Beijing a principios de enero. El viceprimer ministro y zar económico chino Liu He visitará Washington próximamente. China ha efectuado compras de soja y arroz estadounidense, y Beijing también ha otorgado permisos para la exportación de productos agrícolas genéticamente modificados estadounidenses.

El FMI pronostica que el PIB de China crecerá un 6,2% en 2019, la cifra más baja desde 1990

El gobierno chino está dispuesto a concretar su oferta de compras sustanciales de productos agrícolas, energéticos (petróleo y gas natural) e industriales de los EE.UU. Es indiscutible que la economía china se resiente más a raíz de la guerra comercial iniciada en 2018 con la imposición de aranceles sobre 250.000 millones de dólares de sus exportaciones y las represalias de Beijing sobre exportaciones agrícolas de los EE.UU.

Se está acelerando la inevitable ralentización del crecimiento de la economía china. Después de aumentar un 6,6% en 2018 (el crecimiento más bajo desde 1990), el FMI pronostica que el PIB de China crecerá un 6,2% en 2019, por debajo del 6,5% deseado por las autoridades.

El FMI prevé que el incremento del PIB se desacelerará más durante los próximos tres años, situándose en 5,8% en 2022. Además de los efectos de los aranceles de los EE.UU., el debilitamiento sustancial de la demanda interna propició que en 2018 el banco central chino disminuyera varias veces los ratios de requerimientos de reserva (RRR) de los bancos para fomentar el crédito a las pequeñas y medianas empresas.

Los dos principales índices bursátiles chinos cayeron un 25,5% y un 33,9%, respectivamente

Los principales índices bursátiles chinos – los de Shanghai y Shenzhen  – cayeron en 2018 un 25,5% y 33,9%, respectivamente, bajadas muy superiores a los descensos registrados por los índices Dow Jones (5.6%) y S&P 500 (6.2%).

Participan tres ministerios del gobierno de los EE.UU. en las negociaciones comerciales con China: el ministerio de Comercio, el del Tesoro y la oficina del representante comercial. Los más críticos con China – el representante comercial Robert Lighthizer – ven en la debilidad económica china una oportunidad para extraer concesiones de más calado.

Insisten en que Beijing debe ofrecer en un potencial acuerdo garantías escritas del cumplimiento de sus promesas de mayor protección de la propiedad intelectual y abandono de la obligación impuesta a inversores occidentales de transferir tecnología como condición para poder entrar en el mercado chino.

Asimismo exigen el final de las subvenciones estatales sustanciales a empresas en diez sectores que el Partido Comunista de China describió en 2015 en su ambiciosa estrategia Made in China 2025 para convertir al país en líder de fabricación y exportación de productos tecnológicos punta.

China pretende transformar un modelo basado en la producción a uno de fabricación de productos tecnológicos de vanguardia

El gobierno chino pretende invertir 300.000 millones de dólares para potenciar empresas en el sector automovilístico, biofarmacéutico, aeronáutico, tecnologías de la información, telecomunicaciones, robótica, tecnologías y vehículos ecológicos, ingeniería marítima, maquinaría agrícola y nuevos materiales.

El plan exige que en dos años el 40% de los componentes y piezas de los productos de dichos sectores sean fabricados en China, porcentaje que debe ascender al 70% en 2025. La estrategia Made in China 2025 responde a la necesidad de transformar un modelo basado en la producción y exportación de ropa, calzado, juguetes y productos electrónicos de consumo en una potencia económica que rivalice con los EE.UU. y la Unión Europea en la fabricación de productos tecnológicos de vanguardia.

El comunicado publicado por la delegación de los EE.UU. después de la ronda de negociación de principios enero en Beijing destaca que se trató “la necesidad de se asegure el cumplimiento de las medidas abordadas mediante la inclusión en un acuerdo escrito de un proceso de verificación contínuo y una eficiente aplicación.”

Aunque las autoridades chinas ofrecen promesas verbales acerca de la protección intelectual y el final de la exigencia de transferencias de tecnología, es altamente improbable que a corto plazo estén dispuestas a aceptar su concreción escrita en un potencial acuerdo.

Xi Jinping es consciente de la disminución de la confianza empresarial y de los consumidores chinos. Pero las exigencias del representante comercial de los EE.UU. Lighthizer son a corto plazo inasumibles desde un punto de vista político.

Cabe recordar que Lighthizer (junto a Peter Navarro, director del Consejo Nacional del Comercio de la Casa Blanca) es el más acérrimo defensor de los aranceles impuestos sobre China en 2018, así como de la amenaza de elevarlos al 25% e imponer nuevos aranceles sobre 200.000 millones de dólares de exportaciones chinas si no se fragua un acuerdo antes del 1 de marzo.

El mayor rival geopolítico de los EE.UU. no asumirá obligaciones legales en un acuerdo escrito antes de principios de marzo bajo amenaza de más medidas punitivas. El ministerio de Comercio de los EE.UU., aunque encabezado por el magnate del acero Wilbur Ross, adopta una postura más suave respecto a China.

Donald Trump durante la cumbre del G20 en Buenos Aires, Argentina. Foto: EFE/LC

Ampliar el muro de méxico

Donald Trump está enfrascado en la pugna con los Demócratas por la amplicación del muro de México

El ministro del Tesoro, Steven Mnuchin, también es partidario de rebajar la tensión, especialmente a raíz de las fuertes bajadas y volatilidad protagonizados por los mercados bursátiles en el último trimestre de 2018. Mnuchin fue objeto de críticas cuando hizo públicos sus contactos con la cúpulas de las mayores entidades financieras de los EE.UU. realzando su amplia liquidez.

Donald Trump está enfrascado en la pugna con los Demócratas acerca de su demanda de 5.600 millones de dólares para ampliar el muro con México. Los sondeos muestran que los votantes achacan más al presidente Trump la culpa por el cierre parcial de las actividades del gobierno federal iniciado el 22 de diciembre.

Aunque el Congreso aprobó una medida que facilitará que 800.000 empleados federales cobren la paga bimensual que no recibieron el 11 de enero, el cierre parcial se ha convertido en el más largo de la historia de los EE.UU.

En este contexto, es bastante improbable que los halcones comerciales convenzan al presidente que imponga nuevos aranceles del 10% sobre exportaciones por valor de 200.000 millones de dólares y eleve los que están en vigor del 10% al 25% si no se logra un acuerdo con China el 1 de marzo.

El optimismo estadounidense

Trump es conocedor del hecho de que los mercados financieros y bursátiles se han estabilizado debido al optimismo sobre las negociaciones y el lenguaje más comprensivo sobre los riesgos de más aumentos de tipos por parte de Jerome Powell y otros miembros de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.

No se espera que la Fed incremente la tasa de fondos federales en su reunión de marzo después de que los cuatro ascensos de 50 puntos básicos de 2018 la hayan colocado en el 2,25%. Pero los inversores pueden volver a perder los nervios ante más señales de debilidad económica en China, Alemania y otras potencias económicas.

Descartada una escalada en la guerra comercial entre los EE.UU. y China, los inversores y las empresas mantienen por ahora un optimismo cauto a la espera de más concreción en las negociaciones entre las delegaciones de las dos mayores economías mundiales.