»El totalismo quiere hacernos felices por decreto»
El escritor Miquel Porta Perales considera que se ha ''institucionalizado una pandemia de la credulidad'', en la que todo es posible, también respecto al proceso soberanista
Miquel Porta Perales (Badalona, 1948) habla con fluidez. Relaciona conceptos, recuerda una anécdota, busca la palabra precisa, y deja al interlocutor con la idea de que las cosas son así, aunque nos pudiera gustar cambiarlas. Porta Perales reivindica el «libre arbitrio, la libertad de indeterminación o independencia psicológica» para que no nos obliguen a ser felices.
¿Tan malo es? El autor de Totalismo, editado por ED Libros, la editorial de Economía Digital, se defiende. «El Totalismo quiere hacernos felices por decreto, pero la felicidad es una idea desmedida y excesiva que prácticamente nadie incorpora ya en sus propósitos y programas».
Nadie lo hará, pero muchos se empeñan en que lo seamos. Porta Perales explica, en una entrevista con Economía Digital, que en las sociedades occidentales –y de eso va el libro—se ha instalado «una concepción mágica de la realidad, y mucha gente comulga con eso. Lo que está ocurriendo es que se expande una pandemia de la credulidad, y las personas se creen cosas inverosímiles, como si hubiera una sapiencia original que se puede alcanzar y que lo explicaría todo», señala Porta Perales.
El caso del proceso
Eso pasa por una crítica a los libros de autoayuda, por los entrenadores personales, los coaching, los que aseguran que, con un poco de voluntad y una guía de acciones se puede conseguir todo. Es la idea de Totalismo, de Porta Perales, que cree que todo eso «se ha institucionalizado, y se azota con ello a Occidente, se establece un negocio que comercia con el alma, al prometer una felicidad que no existe».
Pero hay muchos totalismos. ¿También un proceso político que defiende la independencia para mejorar la situación de todos los ciudadanos de un territorio lo es? Porta Perales no lo duda. Enlaza el independentismo catalán con el populismo, y señala: «El totalismo, con la inapreciable ayuda del populismo, ha encontrado eco en una población maltratada por la crisis y necesitada de sueños y chivos expiatorios a quien cargar la culpa de lo que sucede, de todo lo que sucede».
Para ello, el autor repasa las encuestas del CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat), que han venido señalando que un porcentaje muy alto, sobre el 40% de los nuevos independentistas lo son por «la actitud del Gobierno español sobre Cataluña», y sobre un 15% por «el tema económico».
Y para hacer ese trabajo, para influir en la línea que desea el independentismo, Porta Perales recuerda que «la reivindicación-invención de la historia es fundamental en la teoría y práctica del totalismo nacionalista catalán, porque permite, al enaltecer lo ‘propio’, y demonizar lo ajeno, ‘aislar’ al individuo de su entorno inmediato».
En el libro Porta Perales incluye un diccionario propio para demostrar la capacidad del lenguaje con el objeto de construir un discurso. Se trata del «Diccionario básico del nacionalismo totalista catalán», con entradas sobre las principales entidades soberanistas, o sobre el propio Barça.
Las escuelas divertidas y el buenismo
¿Hay más totalismos? ¿Quién sale perjudicado? Porta Perales lleva su idea, recogida de un psiquiatra norteamericano, Robert Jay Lifton, que la expone por primera vez en 1961, a otras experiencias. Y habla de los «seis totalismos españoles». Se refiere a la violencia urbana, a las interpretaciones que se plasmaron en los libros de Educación para la ciudadanía, o al ecologismo. Y no deja de lado el ‘buenismo’ que impera también en España, y que se consagró con el mandato de Rodríguez Zapatero.
Porque, ¿cómo influye todo eso en las escuelas, en la manera de enseñar a los alumnos? En eso el autor de Totalismo y de otros libros como La tentación liberal (2009), es taxativo: «Se ha renunciado a enseñar, a que los alumnos asuman su responsabilidad, porque se pretende que la escuela sea divertida, por encima de todo».
En defensa de la competitividad
A Porta Perales no le importa que todo lo que exponga se califique como conservador, o producto de una idea liberal-conservadora. Lo que explica en el libro es el principio es «incluir la inteligencia emocional y la educación multicultural en una escuela divertida», y que eso, a su juicio, es un error. «Discuto una escuela alejada de la vida real en la que, puestos a ‘innovar e incluir’ no se incluya también la transmisión de conocimientos, la disciplina, el orden y, –por qué no—la competitividad».
Porta Perales, que ejerció de profesor en un centro de secundaria, insiste en que los jóvenes no pueden ser educados sin tener presente que existe una gran competitividad fuera de las aulas, «en el mundo real».
Con todos esos «totalismos» actuando al mismo tiempo, incitando a ser «felices por decreto», Porta Perales cita a Kant para defender su idea de libertad individual: «La verdadera felicidad consiste en mi volición libre y la verdadera satisfacción consiste en mi conciencia de libertad».