El sueño de la Crida
La agenda política viene marcada por un mayor dinamismo político del catalanismo moderado orientado a reconstruir puentes
A pocos días de que La Crida se constituya como partido, se hace necesario profundizar en las razones que explican, más allá de la coyuntura política, su plasmación como nuevo proyecto político. No es suficiente con advertir que la Crida es un nuevo paso para conservar el poder y la gestión del gobierno de la Generalitat de los que nunca lo han perdido desde hace más de cuarenta años.
No es razón suficiente esgrimir que se trata de un nuevo producto electoral para dirimir la hegemonía dentro de las filas independentistas. Tampoco lo es el hecho de que se intente presentar como la única vía para salvar la República, apelando al espíritu del 1 de octubre, y poder constituirla dado que no se logró plasmar tras el referéndum.
La Crida tiene como objetivo preservar la llama del ‘pueblo catalán’
Existen razones más hondas, sutiles y complejas que explican la irrupción de la Crida en un momento en que el independentismo ya no tiene una sola ‘hoja de ruta’. El filósofo argentino Dardo Scaviano advertía que “la condición para que haya un pueblo consiste, paradójicamente, es que se divida. Un pueblo solo aparece como tal cuando hay disensión, rebelión o antagonismo”.
La observación política de Scaviano se puede aplicar a las razones que operan en la creación de la Crida, que tiene por objeto preservar la llama del ‘pueblo catalán’ en el momento en que empieza a reconstruirse la unidad civil en Cataluña.
En el caso de que se produzca, este hecho implicaría el debilitamiento de la estrategia de la división que se pretende mantener para conseguir una futura ruptura con España.
La agenda política viene marcada por la decepción de muchos votantes independentistas al comprobar que la República fue un acto político irreal
La cuestión que subyace en la construcción de la Crida es evitar que avance la actual agenda política que se ha puesto en marcha, basada en un acercamiento para conseguir un mayor entendimiento con el gobierno de Madrid y una lenta rectificación desde una parte del independentismo para no volver a caer en la vía de la unilateralidad.
Asimismo, la agenda política viene marcada por un mayor dinamismo político del catalanismo moderado orientado a reconstruir puentes y pistas de aterrizaje para evitar los antagonismos en el seno de la sociedad catalana, por la recuperación de la normalidad institucional y por la decepción de muchos votantes independentistas al comprobar que la Republica fue más un acto político para evitar ser acusados de traicionar al pueblo que un logro político real y verificable.
La Crida, tal vez sin pretenderlo, busca volver a despertar al pueblo para que su fuerza no se diluya y así sostener el conflicto; busca evitar que se restablezca el diálogo que posibilitaría los acuerdos y los pactos, ya que la garantía de estabilidad debilitaría sus opciones políticas.
En los últimos meses, la Crida ha buscado, sin conseguirlo por el momento, volver a provocar una fijación colectiva bajo la creencia de que desde el independentismo se puede lograr la unidad, un bloque sin fisuras, dado que cualquier persona puede ser de la Crida y, al mismo tiempo, seguir militando en otros partidos políticos y asociaciones.
La evolución de la ANC
La Crida puede interpretarse como un perfeccionamiento de la ANC o como su proceso inverso ya que, mientras que la Crida busca mostrase como plataforma superadora de los partidos, la ANC parece pretender llegar a consolidarse como partido político.
Al margen del posible éxito de su propuesta, de la capacidad que tenga de diluir al Pdecat en su proyecto, de captar la atención de votantes y cuadros políticos de ERC, de absorber parte las bases de la ANC, su fuerza radicará sobre todo en la capacidad que tenga para mantener en el aire su ideario de fondo, que no es más que la voluntad de mantener el conflicto perpetuo con España.