El suave aroma de los paracaidistas independientes

El PSOE ya ha experimentado la tentación de los independientes, o caballos blancos, como se llamaron en la época de Zapatero. Hubo un tiempo en que era casi más fácil ser candidato si se era independiente que si se era sacrificado militante del partido. Quién no se acuerda de la operación de regeneración del partido que hicieron Felipe González y José Bono con el juez Baltasar Garzón. Nada menos que número dos de la lista electoral del PSOE por Madrid. Justo después del mismísimo Felipe González.

Creo que no hace falta recordar cómo resultó la entrada y salida de Garzón por la puerta giratoria del partido a la judicatura. Volvió, sacó los papeles a punto de prescribir de su despacho de la Audiencia Nacional, y estuvo a punto de meter en la cárcel al mismísimo presidente. Lo consiguió con Barrionuevo y Vera. Y a muchos no les pareció aquello una venganza o una revancha. Vivir para ver.

Irene Lozano ha conseguido en la lotería electoral del PSOE el número cuatro de Madrid. Y ha sido modesta en la explicación de su travestismo político: «Mi llegada demuestra el compromiso de Pedro Sánchez con la regeneración». ¡Casi nada! Por lo menos sabemos que tiene un alto concepto de sí misma.

El paracaidismo ha dado momentos de gloria al PSOE. Cómo no recordar el fichaje estrella de Miguel Sebastián. Ni siquiera recogió el acta de concejal después de la debacle socialista en el ayuntamiento de Madrid. Él estaba hecho para gobernar, no para liderar la oposición.

Hubo otros ilustres. Los ex ministros independientes de Zapatero Mariano Fernández Bermejo, Bernat Soria y César Antonio Molina. Encabezaron candidaturas como paracaidistas en todos los casos, desplazando a los líderes locales del PSOE. Y no duraron mucho en el Congreso de los Diputados cuando fueron cesados. El escaño no fue bastante.

El fichaje de Irene Lozano se consumó en un encuentro «honesto con el secretario general del PSOE», en palabras de la agraciada. Pronto se convenció la que había sido látigo del PSOE en el sofá de Sánchez. La indignación se ha extendido como la pólvora en las filas del partido. Y se ha apagado a toque de corneta. El PSOE, de momento, está disciplinado. Pero las espadas están en alto y el cesarismo, cuando las cosas van mal, no tarda en salir arrastrado por las mulillas.

Ignoro los poderes mágicos que puede tener la elegida en el número cuatro de la lista de Madrid. No puedo afirmar que sea una elección masoquista del líder del PSOE. Pero tengo que confesar que la política me parece algo más serio que los fichajes de estrellas, que no lo son tanto, a cuatro días de las elecciones. Como le llamó tantas veces corrupto al PSOE, tal vez la ecuación que ha formulado Sánchez es que si ahora entra en el talego es porque estaba equivocada con los ERE de Andalucía y otras menudencias. Igual que Garzón, azote del GAL, cuando fue seducido por González. A mi me suena a magia potagia.

Los militantes del PSOE han tragado. Irene Lozano saldrá elegida y no sé cuanto durara su disciplina en un partido al que no pertenece. En todo caso, quien era partidaria de la fusión con Ciudadanos ha terminado en el PSOE. Bueno, habrá que estar atentos para saber cual será el recorrido final de una diputada que no tiene problemas en dar saltos de UPyD, tratando de irse a Ciudadanos, para acabar, de momento en el PSOE. No está mal el recorrido para haberse producido en tan pocos meses.