El soberanismo retrocede en Quebec
El voto liberal-federalista ha sobrepasado significativamente al voto soberanista en Quebec. Las urnas han confirmado sobradamente lo que anunciaban las encuestas. Esas eran una elecciones anticipadas por el Gobierno de Quebec –de signo soberanista– para recuperar el territorio electoral que había perdido. La realidad se impone al deseo.
Lo que querían las gentes del Quebec –como titula The Globe and Mail— era un Gobierno normal: “Era una elección, no un referéndum, pero el partido que ganó y con una mayoría clara, fue porque convirtió la campaña en un referéndum para no tener otro referéndum”.
Queda mucho más claro que la cuestión central en estas elecciones no era la independencia, ni tan siquiera la opción de otro referéndum, sino el buen gobierno del Quebec. La aspiración soberanista ha pasado a segundo término porque lo que realmente importa a la ciudadanía de Quebec es el paro y la situación económica. No hubo la anhelada mayoría absoluta del soberanismo, objetivo de las elecciones anticipadas.
La prioridad es económica. El soberanismo ha resultado ser una fatiga. En un sondeo que contemplaba la hipótesis de un nuevo referéndum, el 51% optaba hace unas semanas por el “no”, en clara ventaja sobre el 41% del «sí». Es así como el Partido Liberal ha ganado al Partido Quebequés.
En el referéndum de 1980, el voto reacio a la independencia fue de un 59,6%. En 1995, el “sí” fue del 50,4%, sin alcanzar un claro punto de ventaja al “no”. Entonces, fueron instituidos dos requisitos para una consulta de secesión: una pregunta muy clara concertada con la Federación y la insuficiencia de un resultado de mayoría simple. Ahora parece mucho más remota la opción de un tercer referéndum.
Es útil recordar que el soberanismo quebequés ha sido un motivo de emulación para el nacionalismo catalán. De modo muy acusado, la emulación quedó trasladada a la política de inmersión lingüística que por el momento es la existente en Catalunya. De todos modos, tiene relevancia un matiz: en Quebec se da posibilidad de elección y, por otra parte, la inmersión se implanta cuando existe ya un dominio de la lengua materna.
El caso es que el Partido Quebequés convocó elecciones anticipadas –en buena medida, plebiscitarias– para lograr una mayoría absoluta y reinyectar empuje al soberanismo. El resultado ha sido del todo opuesto. Es constatable que no existen resultados inmutables. En una sociedad abierta, es por definición que no pueden darse mayorías indestructibles. Pero claro, estas cosas solo suceden en Quebec.