El soberanismo calienta el ambiente
Una necesidad. El soberanismo quiere avivar el debate. Necesita que haya una fuerte movilización ciudadana para mantener el proyecto independentista vivo. Y, aunque se quiere dejar todo para antes del verano –se cree que cuando se desobedezca al Estado, sólo se puede hacer una vez, pero de forma clara y contundente– las diferentes decisiones judiciales son bien acogidas para mantener la llama.
La última prueba de ello se produjo este jueves, un día después de la querella de la Fiscalía por desobediencia contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Las entidades soberanistas, siempre muy bien dispuestas, como la ANC, Òmnium Cultural o la AMI –la asociación de municipios independentistas– convocaron una concentración frente al parlamento catalán, en la Ciutadella.
El acto recuerda las concentraciones que cita el abogado Amadeu Hurtado en su enorme Abans del sis d’octubre (1934) –Quaderns Crema–. Hurtado, enviado por el gobierno catalán de la República para tratar de salvar la Ley de Contratos de Cultivo, impugnada por el gobierno de la República, a instancias de la Lliga de Cambó, critica aquellas manifestaciones siempre teatrales en el mismo emplazamiento en el que este jueves los soberanistas quisieron arropar a Forcadell. Cuando logró una solución acordada con el presidente Samper, entonces no la quisieron. El gobierno de Companys prefirió ignorarlo, todo por la «dignidad» de Cataluña. Hurtado describía todas aquellas actuaciones como una gran «comedia».
Y allí estaban este jueves, con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que no desea perder ninguna posibilidad de futuro. Junto a unas 200 personas, se concentró una buena parte de los miembros del Govern de Carles Puigdemont, con consejeros como Neus Munté, Raül Romeva, Meritxell Borràs o Josep Rull. Y, por supuesto, los líderes de las entidades, Jordi Sànchez (ANC), Jordi Cuixart (Òmnium) y Neus Lloveras (AMI). La concentración unió a Junts pel Sí, con la CUP y Catalunya sí que es pot, que juega un extraño papel , a la espera de que se clarifique el panorama.
El soberanismo inyectará presión en los próximos meses. Necesita que la ciudadanía pueda salir a la calle cuando se la necesite, y ahora ensaya en cada oportunidad que se le presenta. Lo hizo el 12 de octubre en Badalona, y seguirá ahora con las decisiones judiciales en marcha. Para el 13 de noviembre se ha previsto una gran movilización para apoyar a todos los cargos electos imputados.
A lo que juega es a buscar un cuerpo a cuerpo con el Gobierno central, con la esperanza de que se pueda producir un movimiento significativo. ¿De quién?
La idea es aprobar ahora los presupuestos con la CUP, para ganar –en el mejor de los casos– hasta dos años, porque se podrían prorrogar los presupuestos para 2018. Y para antes del verano, se prevé tener aprobada la ley de transitoriedad nacional, que significa que se dejan de obedecer las leyes españolas que se sustituyan por otras en el Parlament. Se buscará, por tanto, el choque con el Gobierno central, que no le quedará otra que aplicar la ley.
Y en ese lapso, el independentismo jugará con tres «palancas»: la presión popular; el partido de Pablo Iglesias en el resto de España y de Ada Colau en Cataluña, y la supuesta acción de Bruselas, que lleve al Gobierno español a aceptar un referéndum acordado.
En ese momento, nadie sabe responder nada más. O se produce el ‘clik’ hacia la independencia, o se apaga todo de forma precipitada y de malas maneras.
Pero para calentar al personal hay que ensayar. Quedan meses por delante.