El show de Jean-Claude Juncker

La perplejidad que provocaron los resultados de las elecciones europeas ha tenido su segundo acto en el confuso litigio sobre la elección de Juncker como presidente de la Comisión. Si Juncker es el candidato más indicado es algo que suscita dudas porque con el alud euroescéptico es una figura típicamente “insider” del laberinto comunitario.

Aún así, si el centro-derecha le quería como candidato, su designación como presidente de la Comisión se ha convertido en un río revuelto. Posiblemente con un grave error de “timing”, el británico David Cameron se ha opuesto con firmeza a la figura de Juncker. Así comenzó el “show” de Jean-Claude Juncker, quien tiene como respaldo los votos obtenidos por el Partido Popular Europeo.

Parece que Angela Merkel va a salirse con la suya y, aunque con cierta desgana inicial, le impondrá los laureles a Juncker. Entre otros, casi todos, tiene el apoyo de Polonia, por ejemplo, uno de los agentes con más potencia en la actual UE, aunque tradicionalmente había sido más bien pro-británica. Pero Merkel es mucha Merkel. Y además, el ministro de exteriores polaco, Sikorski, pretende obtener el Alto Comisionado Exteriores, en sustitución de la anodina baronesa Ashton. 

 
Si se trata de aproximar a la ciudadanía las decisiones comunitarias, el «show» de Juncker va en sentido contrario

Hollande y Renzi, han pagado la novatada porque al final centro-derecha y centro-izquierda –PPE y socialdemocracia- han pactado entre bastidores y el “show” de Juncker está a punto de llegar al desenlace.

Ciertamente, si se trata de aproximar a la ciudadanía las decisiones comunitarias el “show” de Juncker más bien ha ido en sentido contrario.

Poco ágil en esta coyuntura y por otra parte inquieto por los resultados del eurófobo Farage, David Cameron está en proceso de aislamiento. Amenazar con la salida británica de la UE no le ha salido bien. Y a Juncker, experto en maniobra interna y disimulo, los “paparazzi” le está acosando como si fuera Carla Bruni. La prensa amarilla de Londres le ha llamado “nazi”.

No es solo una cuestión de personalidades erróneas y papeles mal repartidos. Detrás tenemos la ardua tensión entre Consejo Europeo, Comisión y Parlamento. Son juegos de poder cuyo calado también es desconocido por las opiniones públicas europeas.

Según filtraciones recientes, el inminente Consejo Europeo debatirá un programa para el crecimiento, más allá ahora de las políticas de austeridad y los recortes presupuestarios. En fin, más reformas y más empleo.

No pocos consideran que Christine Lagarde, actual directora del FMI, hubiese sido mejor candidata que Juncker y no solo por un efecto de “new look”. Lagarde tiene el carácter y la experiencia necesaria para emprender urgentes reformas en la UE. Pero el candidato fue Juncker, tal vez por todo lo contrario.

Si Juncker logra un final feliz para su “show”, los focos del gran plató europeo van a centrarse en la posterior sustitución del actual presidente del Consejo Europeo, el discreto y sagaz Hermann Van Rompuy. Pero esa es otra historia.