El separatismo catalán: franquismo, peronismo, chavismo y algo más
El proceso soberanista presenta características similares a las del peronismo, y claras referencias al franquismo
El denominado “proceso” –ya saben, la llamada reconstrucción nacional de Cataluña y la construcción de la República Catalana independiente- ha generado un importante número de hermeneutas que dedican sus esfuerzos a interpretar el hecho en sí.
La mayoría –excepción hecha de los agitadores y propagandistas de la Idea así como la intelectualidad y la fiel infantería “procesista”- coinciden en el siguiente diagnóstico: el “proceso” se caracteriza por el desprecio de la legalidad democrática y el Estado de derecho.
A partir de ahí, hay quien habla de desafío, desobediencia, sedición o insurgencia. Y, también, quien piensa que estamos ante una irresponsable provocación tacticista –por lo menos en el origen del “proceso” en 2012, cuando Artur Mas da el Portazo de La Moncloa- con el ánimo de obtener réditos económicos, políticos, ideológicos, simbólicos o psicológicos.
Más allá de ello, adentrándonos en el hecho en sí, las interpretaciones varían. Particularmente, creo que en el “proceso” independentista catalán –esto es, en el separatismo catalán- se detectan algunas fuentes que merecen ser destacadas. Hablo del franquismo, el peronismo, el chavismo, trumpismo y el maoísmo. Vayamos por partes y busquemos parecidos, coincidencias o rasgos característicos comunes.
Franquismo
El franquismo y España: unidad de destino en lo universal. El separatismo catalán y Cataluña: unidad de destino en la Unión Europea. Algunas versiones incluyen a los hermanos de los llamados Países Catalanes: la Catalanidad.
El franquismo: concentraciones de afirmación nacional. El separatismo catalán: concentraciones de afirmación nacional.
El franquismo: familia, municipio y sindicato. El separatismo catalán: familia (Asamblea Nacional Catalana, Ómnium Cultural, Súmate), municipio (Asociación de Municipios por la Independencia) y sindicato (diversos colectivos de profesionales “por la independencia”).
El franquismo: partido único. El separatismo catalán: vocación de partido único (Junts pel Sí).
El franquismo: Movimiento Nacional. El separatismo catalán: Movimiento Nacional.
El franquismo: Régimen. El separatismo catalán: Régimen.
El franquismo y el culto a los mártires: el Valle de los Caídos. El separatismo catalán y el culto a los mártires: el Fossar de les Moreres.
El franquismo y sus gobiernos: no hay crisis, sino reestructuración. Prietas las filas. El separatismo catalán y sus gobiernos: no hay crisis, sino reestructuración. Prietas las filas.
El franquismo y el individuo: afectos y desafectos. El separatismo catalán y el individuo: afectos y desafectos.
El franquismo: Movimiento Nacional. El separatismo catalán: Movimiento Nacional.
El franquismo y la escuela: educación nacional. El nacionalismo catalán y la escuela: educación nacional.
El franquismo y la Iglesia: nacionalcatolicismo español. El separatismo catalán y la Iglesia: nacionalcatolicismo montserratino.
El franquismo y el fútbol: Real Madrid, el equipo del Régimen. El separatismo catalán: Barça, equipo del Régimen.
El franquismo y la prensa: boletines de información nacional de obligada difusión. El separatismo catalán y la prensa: boletines de información nacional que voluntariamente difunde la prensa asociada al Régimen.
El franquismo: referéndums antidemocráticos, sin garantías y sin reconocimiento internacional. El separatismo catalán: referéndums antidemocráticos, sin garantías y sin reconocimiento internacional.
El franquismo y el fútbol: Real Madrid, el equipo del Régimen. El separatismo catalán: Barça, equipo del Régimen.
El franquismo y el golpe de Estado: 18 de julio de 1936. El separatismo catalán y el golpe de Estado: 6 de octubre de 1934.
El franquismo: Policía política. El separatismo catalán: el Director General de los Mossos dimite por motivos políticos y asegura que la policía catalana actuará con “escrupuloso respecto y sujeción a la ley”. Dime lo que deseas y te diré las dudas que tienes obre el separatismo catalán.
El franquismo y el español ejemplar: “Mitad monje, mitad soldado” (José Antonio Primo de Rivera). El separatismo catalán y el militante ejemplar: “Todos los soldados del PDeCat están dispuestos a hacer lo que sea necesario” (Marta Pascal, coordinadora general del PDeCat).
El franquismo: la conspiración judeomasónica. El separatismo: la conspiración unionistaconstitucional.
El franquismo: miedo. El separatismo catalán: miedo (Carles Puigdemont y Lluís Llach: el primero, “les damos miedo y más que les daremos”; el segundo: los funcionarios que no desconecten “lo pasarán muy mal”).
En definitiva -como dice Luís Llach-, el “tardofranquismo vuelve”. Pero, se niega a aceptar que él forma parte de ese tardofranquismo que ha recuperado la teoría del tonto útil.
Peronismo
Consulto la página de Juan Domingo Perón y enumero algunas características de su doctrina: “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno se ajusta a lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo… El peronismo es esencialmente popular… El peronista trabaja para el Movimiento… Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista… La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para el bien de la Patria que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional… Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con la comunidad… Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana… En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo”.
Si ustedes sustituyen “peronismo”, “justicialismo” y “peronista” por “independentismo” e “independentista”, “movimiento” por “proceso”, “patria” y “Argentina” por “Cataluña”, si ustedes hacen eso, convendrán que el separatismo catalán es una variante mediterránea del peronismo.
Ese separatismo que reclama que el “pueblo” –en un ejercicio de seducción e identificación populistas- delegue la soberanía en un proceso/movimiento –en un líder- que ha de llevar a buen puerto los derechos e intereses corporativos de la nación y el Estado en construcción.
El separatismo catalán es una variante mediterránea del peronismo
El 11 de marzo de 1949, la Convención Constituyente argentina sancionó un nuevo texto reformado que incorporaba lo siguiente en el Preámbulo: “la irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana” que promueva “el bienestar general” y “la cultura nacional”. Sospecho que en el Preámbulo de la Constitución de una hipotética República Catalana se incorporaría –cortar y pegar- ese texto tal cual aparece.
Chavismo
En síntesis, siguiendo a una de las teóricas del chavismo -Marta Harnecker, Un mundo a construir (nuevos caminos), 2013-, el separatismo comparte con el chavismo la retórica: “una nueva existencia colectiva donde reine la igualdad, la libertad, una democracia verdadera y profunda”, “la necesidad del protagonismo popular” y “una sociedad que no se decreta desde arriba sino se construye desde abajo”.
En este sentido, el discurso separatista calca el discurso chavista. Y no solo eso: chavismo y separatismo comparten -por la práctica les conoceréis: desprecio de la legalidad democrática y el Estado de derecho, se decía antes- la idea de Régimen semiautoritario o autoritario competitivo. Ahí está la Ley del Referéndum de Autodeterminación, la Ley de Transitoriedad Jurídica y la reforma exprés del Reglamento del Parlamento de Cataluña. El chavismo: la política “legislativa” al servicio de la Revolución Bolivariana. El separatismo catalán: la política “legislativa” al servicio de la República Catalana.
Trumpismo
Ese obedecer la voluntad del pueblo de Cataluña, esa Cataluña primero, ese desprecio de la ley, ese considerarse por encima de la ley, esa descalificación de la judicatura y sus resoluciones, esa desobediencia ante las sentencias del Altos Tribunales del Estado de derecho, esa voluntad de imposición, esa descalificación e intimidación del disidente, ese estropicio sin solución de continuidad, ese disparate que no cesa, ese populismo de bajo vuelo, todo ello, ubica el separatismo catalán y el “proceso” en la estela del trumpismo. Make Catalonia Great Again.
Maoísmo
Hay algo o mucho de maoísmo en el “proceso”. La Revolución Cultural, por ejemplo.
Si la Revolución Cultural quería propagar e ilusionar a los chinos con la propuesta de una nueva sociedad que superara las viejas costumbres y los viejos modos de pensar, ¿acaso el agit prop separatista no hace lo mismo con los catalanes publicitando las virtudes la República Catalana independiente?
Si la Revolución cultural pedía que brillaran mil flores y se abrieran mil escuelas, ¿quizá la propaganda separatista no hace lo mismo cuando invita a los catalanes a participar activamente en un “proceso” que conducirá a “ser lo que somos” gracias a una “revolución democrática” que hará realidad –porque “eso va de democracia” y el “el mundo nos mira”- el “derecho a decidir” del pueblo catalán?
Es maoísmo decir que participamos de una ‘revolución democrática’
Si la Revolución Cultural tenía un carácter asambleario y de denuncia, lo mismo puede decirse de un “proceso” que va de asamblea en asamblea –ahí están las doscientas asambleas pro referéndum que, a imagen y semejanza de la Guardia Roja maoísta, organiza la Guardia Estelada secesionista constituida por Junts pel Sí, la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural- y de denuncia en denuncia del unionismo constitucionalista.
Franquismo, peronismo, chavismo, trumpismo y maoísmo y separatismo catalán. Un cierto aire de familia, no lo negarán.
Un panorama desolador que se complica si tenemos en cuenta que las nuevas generaciones de independentistas catalanes –jóvenes y adultos- están siendo educadas en el supremacismo, el autoritarismo, el victimismo, el mesianismo, la confrontación, el fraude de ley, la deslealtad institucional y la aversión u odio hacia lo español. De la inmersión lingüística a la inmersión política, social e ideológica.
Un integrismo amoral en el cual el fin justifica los medios. Devastador.
Timothy Garton Ash: llega una “contrarrevolución global antiliberal” propiciada por una “narrativa simplista, nacionalista y emocional”. El triunfo de la coacción psicológica o la persuasión coercitiva. La victoria de la prepolítica, el populismo y el chovinismo del bienestar. En Cataluña, por ejemplo.
Miquel Porta Perales es autor de Totalismo (ED Libros)