El secesionismo no lo tiene fácil

El relato que dibuja el resultado del 21-D es difícil de interpretar, pero deja claro que los secesionistas tienen razones para estar desconcertados

La vida política de estos últimos años nos viene deparando tales sorpresas y novedades que si la viéramos descrita en una novela pensaríamos que el autor disfrutaba de una imaginación desbordante. Puede incluso parecer, tras comprobar que las últimas elecciones pocas variaciones han introducido en lo va a ser la composición global del Parlamento de Cataluña, que el Gatopardo tiene también un legado en nuestros lares, porque todo ha cambiado para que, según algunos, todo siga igual.

Ciertamente, la repetición de una mayoría secesionista parlamentaria que no se corresponde con la mayoría social, nos devuelve a una situación que podría parecer idéntica a la anterior, si no fuera porque, por primera vez en la Historia de la democracia, ha ganado las elecciones autonómicas un partido declaradamente no nacionalista y lo ha hecho tanto en votos como en escaños. También constituye un precedente histórico que varias de las personas electas, aunque van a poder retirar el acta que les atribuya la condición parlamentaria, van a tener difícil la asistencia a la sesión de investidura, pues los que están en prisión provisional necesitarán un permiso especial del juez para poder hacerlo y los que están prófugos de la justicia dudo que lo hagan por cuanto en cuanto pisaran suelo español serían detenidos y puestos a disposición judicial.

Es también necesario recordar que quienes están en libertad condicional, la obtuvieron afirmando su respecto al orden constitucional, en toda la extensión de su aplicación, art. 155 incluido, por lo que si de su actuación se desprende una burla a la justicia pueden volver a verse en prisión. Un total, por el momento, de 28 personas judicialmente investigadas, me recuerda los años noventa, en los que en Italia tuvo lugar el macroproceso contra la mafia y la corrupción, que costó la vida a jueces y fiscales emblemáticos (Falcone entre ellos) y que cambió la vida política italiana, convirtiéndola en ese mosaico de ingobernabilidad del que tanto le cuesta salir.

Va a costar formar gobierno. El triunfo en escaños de los secesionistas es un triunfo inestable, pues sus principales líderes están en una situación podríamos decir “delicada” y no quieren entender que en un Estado de Derecho la judicatura tiene sus tiempos, que no se coordinan con el tiempo de la política.

Actualmente no se admite la delegación de voto ni el voto a distancia

No creo que vayan a originar la pérdida de mayoría absoluta del secesionismo, porque ya buscarán la fórmula para que ello no suceda, pero sí puede darse el caso de que existan señorías que, estando encarcelados, guarden para sí la condición parlamentaria sin que puedan ejercer el cargo, pues únicamente podrían asistir, excepcionalmente, a las sesiones autorizadas por el juez y sólo en ellas podrían votar, puesto que, al menos por ahora, no se admite la delegación de voto ni el voto a distancia por medios electrónicos.

Aun cuando hagan correr la lista, para que puedan ser diputados los que vayan a poder ejercer sus funciones en situación procedimental ordinaria, la causa abierta por el complot secesionista puede expandirse todavía más, si nos atenemos al contenido de los autos judiciales, lo que va a originar una inestabilidad parlamentaria notable en las bancadas nacionalistas. Está por ver si, y cómo, la lista “corre” porque el acta pertenece al parlamentario, según constante jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Hay que tenerlo en cuenta, aunque fuera un inconveniente retener el acta contra la voluntad del partido, sobre todo, porque no se va a poder ejercer el cargo y, en consecuencia, puede que no se pueda cobrar el sueldo.

Así, pues, si quien toma posesión del cargo y no puede más que asistir excepcionalmente a alguna votación no renuncia, puede que no siempre se le autorice para ir a votar, lo que va a crear problemas para el funcionamiento ordinario del Parlamento. Y si renuncia al acta, el corrimiento de la lista sitúa fuera de juego a los principales líderes de los partidos, que tendrán que buscar su sustitución entre los parlamentarios que queden operativos y vaya Vd. a saber en este caso cómo deciden que corra la lista, para que los liderazgos parlamentarios tengan lugar del modo querido por cada partido. El “efecto Puigdemont” en su precedente investidura estará latente hasta que ello se esclarezca. En todo caso, aparecen ante nosotros diversos escenarios posibles.

El “régimen” que el sistema electoral le ha regalado al independentismo puede estarse acabando

Sentado el principio de que la mayoría mecánica del secesionismo se mantenga, quedan otras incógnitas acerca de quién va a poder ocupar la Presidencia de la Generalitat. Para que el resultado de la votación sea el exigido por el Estatuto de Autonomía, es decir, que el candidato o candidata obtenga mayoría absoluta de votos afirmativos, es necesario el concurso activo de los tres partidos que conforman esa mayoría, es decir, la coalición fáctica entre Puigdemont, Esquerra Republicana y la CUP.

Parece que, por el momento, Esquerra Republicana se muestra favorable a investir a un prófugo de la justicia (lo que no la sitúa en buena posición democrática, al menos no la situaría así en ninguna de las democracias occidentales, que son más respetuosas de los principios básicos que sustentan el modelo) con, quizás, la esperanza de que una vez Puigdemont investido nombre a alguien de los suyos como Conseller en Cap y le delegue todas las funciones estatutariamente posibles, a modo de “Premier”. Constituiría un precedente digno de película de Berlanga.

Existe otro problema añadido. Si la CUP es coherente con el modelo que predica (y no tenemos precedente de que sea amiga de incoherencias) no puede avalar que nadie repita en su cargo. No puede, si mantiene la coherencia, investir nuevamente, pues, a Puigdemont como Presidente de la Generalitat, ya que lo ha sido durante la legislatura anterior. Podríamos pensar que, como la legislatura ha sido corta no se puede imputar como doble mandato el hecho de que ahora volviera a ocupar el puesto.

El secesionismo no lo tiene fácil. Es necesario que las tres fuerzas alcancen un acuerdo sobre la persona y el programa

Pero recordemos, la CUP ha sido coherente y no ha permitido que sus diputados anteriores, que tampoco han estado cuatro años en el cargo, repitan en las listas. Tiene, además, en su debe o haber, pues depende de cómo se mire, la “actuación” que tuvo en la precedente legislatura en la representación tragicómica que se originó con su negativa a investir a Artur Mas, provocando la elección de Puigdemont en el último minuto antes de que se produjera la disolución automática del Parlamento por expiración del plazo de dos meses desde la primera votación (fallida) de investidura.

En cualquier caso, el secesionismo no lo tiene fácil. Es necesario que alcancen, las tres fuerzas que lo sustentan, un acuerdo sobre la persona y, se supone que también, sobre el programa. Y aquí aparecen de nuevo las incertidumbres. Para Puigdemont y la CUP se trata de que su gobierno haga efectiva la construcción de la república, pues la considera ya proclamada (al menos Puigdemont ya se ha aclarado algo al respecto, pues antes de su vergonzante huida tan pronto decía que ya éramos república como que la proclamación era únicamente un acto simbólico). Para Esquerra Republicana parece que también, aunque se muestra más cauta y no realiza, quizás por tener a su líder en prisión provisional, afirmaciones contundentes al respecto.

El Parlamento, pues, se tendrá que enfrentar, primero a una investidura y, posteriormente, a la adopción de leyes que no sabemos a ciencia cierta qué dirección van a tomar. El secesionismo está desconcertado y tiene motivos para estarlo. El “régimen” que el sistema electoral le ha venido regalando puede que se esté finiquitando. En cualquier otro estado democrático, el partido ganador es quien conduce las conversaciones para la formación del gobierno y aquí se está dando por sentado, siendo conscientes de la “práctica habitual” en la anterior legislatura que el rodillo parlamentario secesionista continuará imponiendo su criterio.

Es muy importante tomarle «el pulso» al relato que el resultado desprende

Pero para analizar el resultado electoral no se pueden tener en cuenta sólo las cifras, ya sea en votos o en escaños. Es muy importante tomarle «el pulso» al relato que el resultado desprende. Y es necesario, desde este contexto, tener en cuenta una serie de factores. Por una parte, el hecho de que un partido claramente no nacionalista, que en su discurso político aúne inescindiblemente Cataluña con España y con Europa, haya ganado las elecciones en votos y en escaños, quiebra el mensaje reduccionista que constituye la base argumentativa del secesionismo.

Por otra parte, este triunfo de Ciudadanos tiene como clara consecuencia que se ha terminado el aludir a Cataluña, o a los catalanes, como bloque compacto anclado en el reduccionismo cultural e identitario. Las movilizaciones habidas en los últimos meses muestran también que el «sol poble» [único pueblo] se ha terminado, abriéndose claramente la puerta a la representación externa de esa Cataluña plural que internamente siempre ha existido, por más que el secesionismo haya querido negarlo u ocultarlo.

Por eso, el secesionismo está inquieto. Porque los mitos que ha intentado crear, a veces con cierto éxito, se le están desmoronando. Han perdido y lo saben. No tienen los votos y lo saben. No pueden hablar en nombre de Cataluña y lo saben. El futuro gobierno secesionista tendrá que tenerlo pero que muy en cuenta.

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