El sargento Mariano Rajoy
Hace un par de años TV3 estrenaba una serie llamada Gran Nord donde un supuesto pueblo catalán del Pirineo se debatía entre su identidad independiente concedida por un rey en la edad mediana y los personalismos de sus habitantes.
El retrato de una Catalunya rural exagerada tuvo un éxito notable (16% de share y líder de audiencia a su franja horaria). Yo que veo muy poca televisión (y encima la miro en diferido a través de internet) me enganché.
Las desventuras de la subinspectora Anna Obach, degradada a simple agente (cosa por cierto imposible en los mossos) intentando poner cordura donde sólo hay supersticiones, ambición política o tonterías, me cautivaron totalmente.
Pero mi personaje preferido, después de Anna, era el sargento Rius. El oficial era la viva imagen de la pasividad y la carencia de sangre. Más bien lo contrario de lo que se espera de un policía. El sargento Rius representaba al mando que no quería problemas y que cuando los veía los esquivaba como una habilidosa anguila. No tiene ningún interés en solucionar ningún problema, de hecho, si ha llegado al cargo de sargento es precisamente para no dar problemas a nadie, ni tampoco resolverlos.
Es el típico mando que cuando los agentes le explican que tienen un problema, cambia de conversación, y que cuando se le plantea un reto, lo menosprecia. Para el sargento Rius la mejor jornada es aquella que acaba descrita en el libro de servicio con una sola frase: «Servicio finalizado sin novedades».
Este tipo de liderazgo se puede encontrar, curiosamente, en la clase política. Los políticos que son como el sargento Rius no es que tengan miedo a tomar decisiones para no equivocarse. No. Simplemente no toman decisiones porque están convencidos de que ignorar los problemas es la mejor manera de resolverlos.
En España tenemos un presidente que actúa como el sargento Rius. Es el sargento Rajoy. No tiene ninguna prisa. ¿La crisis? Se ha solucionado sola cuando el resto de países de Europa han empezado a salir. Las reformas que pregonaba a diestro y siniestro (como la rebaja de los impuestos), ni se han producido ni se producirán.
Para el sargento Rajoy los problemas sólo pueden se de tres tipos: 1) Problemas que se resuelven solos (como la crisis económica). La paciencia es la mejor fórmula para afrontarlos. 2) Problemas muy gordos (como el calentamiento global). Este tipo de problemas son tanto gordos que por muchos esfuerzos que hagamos, seguirán existiendo, por lo tanto no vale la pena hacer nada, es mejor ignorarlos. 3) El problema no existe (como el soberanismo catalán).
A veces, lo que hoy es un problema (como eran los excrementos de caballo en las ciudades de finales del S.XIX) mañana simplemente desaparecerá (porque alguien habrá inventado el vehículo a motor) y, por tanto, es mejor esperar.
Para aquel que cree que sólo existen estos tipos de problemas, veremos que la mejor virtud que puede tener un líder es la paciencia y la tranquilidad.
Este tipo de personaje y de líder que ahora gobierna España, no sería presidente ni de la comunidad de vecinos si no fuera porque nos dejamos engatusar. Si los que nos mandan son como el sargento Rius y los subordinados como Anna Obach, no nos tendría que extrañar que nos vaya como nos va. En cambio, personajes como la subinspectora (degradada) Obach hacen falta para sacar el país de la situación actual. Pero, ¿quién es la Anna Obach de la política?
Derecho a votar
Leo en prensa que en la República de Corea del Norte han votado recientemente el 100% del censo por miedo a las represalias. Aquí en cambio, es muy posible que las represalias lleguen si nos emperramos en ir a votar. ¿Será que los extremos se tocan?