El retrato del zombi tecnológico
"El negacionismo tecnológico nos lleva a la aparición de la perniciosa brecha digital que millones y millones de personas sufren ya en todo el mundo"
Como decía la canción de los Ilegales: “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”. Atrás quedan los tiempos del te llamo a casa por la noche cuando llegue, enviar un telegrama urgente para comunicar algo trascendente o el otrora tan manido: hazle una fotocopia y envíamelo, por fax. Hoy todo es instantáneo e impaciente hasta el punto de que no nos conformamos con llamar por teléfono sino que los operadores de telefonía celular confirman que usamos muchos más datos escritos, imágenes, stickers y emojis que tráfico de voz. Tiempos nuevos, tiempos de cambio y, como aseveraba aquel directivo tan importante de una empresa multinacional española, no estamos viviendo una época de cambio sino que estamos en los albores de un cambio de época.
Aún no se conoce exactamente, porque se trata de un estudio sociológico de amplio espectro, pero los expertos están investigando cuál es el punto de origen de la brecha digital. Si buscar el origen de la brecha digital es importante, debemos todavía fijar el foco más en ver las consecuencias de ella misma, algo para lo que sin duda nos hará falta algún tiempo que ya no tenemos.
Todo este cóctel se produce después de mezclar varios factores: tener una edad avanzada, suficiente como para haber sobrevivido sin el uso de la tecnologías hasta hoy; el hecho de que aún no teniendo una edad demasiado avanzada le hayamos puesto la popa a todos los avances tecnológicos, tanto en nuestra vida profesional como en la personal; vivir en un microecosistema que genera un caldo de cultivo para la ignorancia digital y, por último, que se carezca de la tan diferenciada cualidad del animal humano que es la curiosidad, el afán de aprender y las ganas de mejorar nuestra calidad de vida.
La resistencia al cambio
En “Quien se ha llevado mi queso”, publicado en 1998, su autor, Spencer Johnson, usando el mundo de los ratones como contexto, explicaba una parábola con la que describía perfectamente lo que significa y lo que provoca la resistencia que tenemos los seres humanos al cambio. Vivimos en un mundo en el que la mayoría de las personas lo hacen instaladas en su lugar de confort, que no les deja ir más allá de la cómoda rutina diaria sin que les obligue a realizar ningún esfuerzo de aprendizaje de algo nuevo.
La tecnología y, en especial los avances tecnológicos, desde el inicio de la historia ha sido objeto de un rechazo motivado precisamente por ese miedo y como consecuencia de una enorme resistencia al cambio. Se puede decir que la tecnología de hoy no sirve para mañana y, aunque pueda parecer un poco típica la frase, sin duda define el constate cambio que se produce cada día en el mundo tecnológico, que obliga a estar constantemente actualizado, sobre todo a las personas que nos dedicamos a ello de manera profesional pero también a aquellos que son usuarios en su vida personal y cotidiana.
El negacionismo tecnológico nos lleva directamente a la aparición de la perniciosa brecha digital que millones y millones de personas sufren ya en todo el mundo desarrollado y que, aunque todavía no es letal, más pronto que tarde lo será, dando origen al “zombi digital”; quien estará condenado a pasarlo realmente mal en un futuro no demasiado lejano.
El zombi digital será una especie de inadaptado del mundo corriente que se verá relegado a la convivencia en guetos poblados de personas que no han querido o no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos que nos toca vivir, un lugar en donde hay que convivir con bancos online, comercio electrónico, redes sociales, coches autónomos, ciudades sin vehículos tal y como los conocieron y un largo etcétera. Es decir, un mundo absolutamente distinto al que ellos habitaron cuando eran jóvenes y que poco a poco se ha ido convirtiendo en el ecosistema en el que hoy convivimos todos.
«Debemos estar pendientes de no abrir una brecha digital tan grande que la figura del zombi tecnológico se convierta en una pandemia con consecuencia trágicas»
Además de todo esto que nos encontramos de manera contemporánea, el futuro no es para nada halagüeño porque si difícil es convivir con lo que tenemos hoy en nuestra vida cotidiana, para un zombi tecnológico mucho más complicado será convivir con todas las derivadas de la inteligencia artificial avanzada o los robots que aportarán a nuestras vidas nuevas dimensiones de las que todavía no podemos saber su encaje en las personas.
Como bien sabéis, soy un poco escéptico en la labor de la política y los gobiernos, soy más partidario del verdadero cambio desde las personas para las personas y creo que debemos estar pendientes de no abrir una brecha digital tan grande que la figura del zombi tecnológico se convierta en una pandemia con consecuencia trágicas para la sociedad moderna.
José Antonio Ferreira Dapía, consultor tecnológico en Ferreira Dapía Technology Consultant