El regalo de Tsipras a Rajoy
La Fundación del Español Urgente (Fundéu) ha lanzado una recomendación para que los periodistas, de una vez, escribamos correctamente el nombre del ministro con pintas de mafioso que dirige las finanzas griegas. La normativa de transcripción que aplica a nuestro idioma nos dice que deberíamos referirnos a él como Yanis Varufakis: ni Giannis Varoufakis ni tampoco Yanis Varoufakis.
Es de admirar el trabajo que hace la fundación y desde este grupo de medios queremos felicitar a sus impulsores y profesionales por el décimo aniversario. ¡Diez años adaptando apropiadamente el español a los usos periodísticos! Y no se rinden, a pesar de que muchos aún no ponen en valor sus consejos.
Que los periodistas ejercemos el oficio siempre por debajo de nuestros conocimientos es algo que a Pedro J. Ramírez le encanta recordar. Esta semana, el antiguo director de El Mundo escribía su carta dominical para reivindicarse como el único informador en toda España que se ha acordado del centenario de Francisco Giner de los Ríos, a quien califica de «patriota radical» por «haber modernizado España a través del único camino en el que no existen atajos: la enseñanza».
El populismo, a menos que acabe en dictadura, deambula por una senda muy corta
En Ronda, donde nació, siempre dicen que Giner supo edificar una respuesta al margen del trabajo docente de distintas órdenes religiosas, como los jesuitas. El arponero pasa por alto que la docencia moderna no se construyó sólo desde la Institución Libre de Enseñanza. Y es bueno reconocerlo incluso anteponiendo el laicismo que particularmente defiendo, como también es injusto ocultar el esfuerzo y función social de Cáritas.
La seriedad de la Fundéu impide a sus lingüistas aconsejar a los periodistas que escribamos Voldemort y no Varufakis; pero me temo que relacionar al ministro heleno con el malo de Harry Pooter sería la única manera de lograr que todos los medios citemos igual el apellido del economista. Las crónicas deberían explicar que Voldemort ha aprendido esta semana varias lecciones. Y su jefe, Alexis Tsipras, también.
El profesor Giner de ambos ha sido Wolfgang Schäuble, el brazo ejecutor de Angela Merkel. Los griegos, chulos ellos, querían dar clases a Europa de cómo articular una política económica «justa»; pero han aprendido que para cumplir con sus promesas electorales necesitan la ayuda de Alemania; que si quieren más dinero no es bueno amenazar con no devolver el que ya le han presentado; que Merkel también tiene su mandato democrático; que Grecia quebrará si desprecia el rescate y sus condiciones; que entonces, el BCE cortará el grifo y se decretará una suerte de corralito. Ello si queda un euro aún en el país.
Voldemort se lo ha aprendido y hasta Tsipras lo ha entendido después. Este jueves, la genuflexión de Grecia ante el Eurogrupo mandará, por tanto, un mensaje a España… un regalo para Rajoy. El populismo, a menos que acabe en dictadura, deambula por una senda corta. Y es tan evidente el fracaso y la irresponsabilidad de Syriza que incluso los círculos de Podemos tomarán nota (para alivio también del PSOE).