El procés nos empobrece

Lo que ha ocurrido, gracias a la propaganda, ya no tiene vuelta atrás, y es que el procés nos empobrece desde el punto de vista social, político y económico

Estamos llegando a un punto donde el esperpento se está adueñando de la situación. Este es un género literario en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado. Y es que un parte de la sociedad, algunos medios de comunicación y los políticos están deformando la realidad. Han hecho una elaboración muy personal de la realidad y desgarran el lenguaje. En boca de algunos se ha puesto la palabra democracia. Es el gran tótem de lo que conocemos como procés.

No entraremos en disquisiciones si se tenía que hacer de esta manera o no, si se acertó o no y si se podía haber dilatado en el tiempo tanto los juicios como el 155. Es un relato baldío. Al igual que es estéril debatir el mantra que les ha pasado esto por haber votado o que son perseguidos por sus ideas. Todo esto es falso.

Es un montaje de marketing muy bien organizado que ha calado en una parte de la sociedad catalana. Hay un buen publicista detrás del procés. Recuerden esto. Tiempo atrás intentaron ganar la batalla o tener razón con un solo slogan: “España nos roba”. Frase simple, pero efectiva. Existe un problema, la verdad es tozuda y al final se ha demostrado o ha salido a la luz todo lo contrario. También debemos esperar que todo esto termine o se le consiga dar la vuelta. Porque el tiempo pone a todo el mundo en su sitio.

Cuando el Estado actúa y penaliza, resulta que el entorno gubernamental se asusta

Cuando la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo han emitido sentencias favorables en contra de personas “mediáticas” de la política o del cuore, la democracia funciona y estamos en un estado de derecho. Si Urdangarin acaba en la cárcel muchos aplaudirán. Cuando personajes políticos acusados de corrupción son juzgados y condenados, pasa lo mismo. Ahora bien, cuando no les interesa la decisión judicial y democrática dentro de un estado de derecho, pues eso, ni estado de derecho ni democracia.

Le damos la vuelta a la tortilla y las leyes son herederas del franquismo, vivimos en un país dictatorial y algunos huyen al extranjero porque no se fían de los jueces. Y lo peor de todo es que lo venden tan bien que siempre encuentra a gente que les compra la mentira y esta se extiende como la espuma. Incluso algunos medios de comunicación median y opinan al respecto. Dicho de otra manera, cuando el Estado actúa y penaliza a quienes lo intuyeron débil, resulta que el entorno gubernamental se asusta.

Democracia, presos políticos, ideas, referéndum, independencia, república… son los inputs que se entrecruzan. Nadie es juzgado en España por sus ideas. De ser así las cárceles estarían llenas. Tampoco hay presos políticos. Al revés no lo pongo en duda, pero lo primero sólo ocurre en países poco democráticos. Que los políticos juzgados se saltaban la ley lo sabían perfectamente. En momentos de reflexión, en soledad, saben muy bien que se les dijo por activa y por pasiva que incumplirían la ley. Uno, porque le apetezca, no puede revocar la Constitución y el Estatuto de Autonomía. Por poco versado que uno sea en leyes sabe que esto se estudia en primero de derecho. Pues no, son testarudos. Están en posesión de la verdad y de ahí no los sacas.

Otro desencuentro verbal es la negación de la marcha de empresas. Dicho de otra manera, no pasa nada porque se vayan, vendrán otras y mejores. Esto es una falacia y lo saben perfectamente pero, aún así insisten. Están dejando la industria catalana -fuente de riqueza- como el Sahara. Le pregunte a un economista amigo si las empresas volverían. Su contestación: “para una empresa es muy traumático plantearse el cambio de sede. Una vez hecho difícilmente regresan”. Es decir, gracias al procés hemos perdido producto interior y, en breve, nos resentiremos laboralmente. Hay que darle las gracias a Junqueras y al Govern por su irresponsabilidad.

Y aún hay un tema que pasa desapercibido. Existe una tensión en la sociedad catalana. Y esta tensión está por encima de lo que ocurre. Tengamos en cuenta una cosa, con el paso de los días todo este “mal rollo” pasará.

Es lógico que lo visto hoy como un acto injusto y fuera de sitio, con el paso de los días se relativice. Y dentro de un mes el problema será para los familiares, pero no para la sociedad. Esto es como las noticias de terremotos o de atentados. Durante unos cuantos días es primicia. Y esta es solapada si hay otra noticia más actual y de características igual o superior.

El procés nos empobrece, desde todos los ámbitos, no sólo el económico

Volviendo al tema de la sociedad. Se ha despertado una bestia que estaba callada. Desde hace mucho tiempo una parte de la sociedad catalana ha estado callada y ha soportado en silencio los ataques, los comentarios y los discursos de aquellos que se postulaban por el procés. Mientras esta parte de la sociedad ha estado calladita y muda todo ha ido bien. El problema ha surgido cuando han empezado a hablar.

Uno tenía que aguantar oír decir que Cataluña era suya, que hablaban en nombre de los catalanes, que el procés era lo más mejor… y toda la retranca conocida por todos. En el momento que uno ha expresado que el procés es un engaño, una mentira y una tomadura de pelo, la historia cambia. Pasas a ser facha, mal catalán, un impostor, un mal amigo… y un sinfín de adjetivos también conocidos. Algunos siempre habían pensado así, pero no se habían atrevido o no habían tenido la libertad de expresarse así. Por eso han pasado a ser unos apestados. Los independentistas -ahora llamados republicanos- están preparados para el silencio y no para la diversidad.

Por eso el título de este artículo. El procés nos empobrece. El procés ens empobreix. Y es que todo este proceso independentista a empobrecido a la sociedad catalana en los siguientes aspectos: económico, cultural, social, familiar, político, internacional… Cada uno de ellos los podríamos desarrollar y veríamos el tremendo mal que ha hecho el procés a corto, medio y largo plazo en Cataluña.

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