El proceloso camino de Juan Rosell a la CEOE
Estamos a menos de un mes para que se celebren las elecciones a la presidencia de la patronal española CEOE. Parece que el tiempo circule a velocidad superior a la percepción que tenemos, pero lo cierto es que todavía queda campaña para la presidencia de la organización que representa institucional y constitucionalmente al empresariado español.
Hasta la fecha sólo tres empresarios han expresado su voluntad de concurrir a la cúpula patronal. Son, en este orden, Juan Rosell, Jesús Banegas y Santiago Herrero. El primero, catalán; madrileño, el segundo; y andaluz, el tercero. Esos son sus orígenes y sus credenciales primarias. Pero no son las únicas.
El pasado viernes acabó el plazo para que las organizaciones adscritas a la CEOE dieran los nombres de las personas que las representarán en la asamblea que el próximo 21 de diciembre escogerá al presidente. Una buena parte no han presentado ningún tipo de comunicación, lo que significa que mantienen a los representantes anteriores. Y entre quienes han modificado su lista de representantes no se ha sabido ver a nadie que pueda constituir un “tapado”, un candidato de última hora para variar este juego a tres.
El gesto de Pizarro
El próximo 3 de diciembre, Manuel Pizarro, quien fuera presidente de Endesa, diputado del PP y antagonista económico de Pedro Solbes en las últimas elecciones generales, presentará a Juan Rosell en el Forum Europa. En el madrileño hotel Ritz, y con formato de desayuno, Rosell deberá convencer a los asistentes, dándose un hartón de apretar manos próximas y traidoras, de que su programa es suficiente para sustituir a Gerardo Díaz Ferrán. Pero eso es lo de menos. Lo de más es el gesto: Pizarro presenta a Rosell.
El hombre que se hizo rico vendiendo su agencia de valores y que remató su fortuna como presidente de Endesa escenificará que él no será el tapado, el hombre que Esperanza Aguirre quiere aupar a la presidencia de la CEOE. Pizarro se ha dejado querer, porque ésa es una fórmula para mantenerse cercano a los círculos del poder. Pero la presión de Aguirre le ha superado. La dirigente del PP se está empleando a fondo en estas elecciones hasta el punto de que tiene cortocircuitada a la madrileña CEIM, que preside Arturo Fernández. En Génova, sin embargo, el PP de Mariano tiene una opinión más abierta, menos restrictiva. Pizarro, en ese marco, no quiere jugarse un futuro político más prometedor si Zapatero pierde las próximas elecciones o, incluso, si las convoca antes de lo previsto.
Cisma en el PP sobre la CEOE
A Rajoy y a sus colaboradores les parece bien que Rosell presida la CEOE. Es uno de los suyos, aunque coquetee en Catalunya con la complejidad política del territorio. A saber: independentistas, nacionalistas moderados, ecocomunistas y tripartistas del séptimo cielo… Se fían de él, en definitiva. El único problema del empresario catalán es eso, que es catalán. Al menos, esa es la visión que hasta sus colaboradores más inmediatos tienen del estado de la situación. Català y home de CEOE no pot ser, que diría un valenciano.
Pero no se lo pierdan, el andaluz Herrero acabará pactando con Rosell en los próximos días. Será fácil, cuando recuente sus posibilidades reales de obtener algún resultado positivo. Perder dos veces seguidas (ya intentó convertirse en alternativa a Díaz Ferrán en tiempos de Cuevas) puede ser un currículum poco vistoso en el futuro inmediato. Conseguir un acomodo en un equipo en el que Rosell lidere es una solución, pero que sólo se producirá a pocas horas de las elecciones.
Casi la misma posición tienen los empresarios madrileños. Arturo Fernández, su primer dirigente, deshoja margaritas que ha cosechado la presidenta de la comunidad. Cuñado de Díaz Ferrán, el presidente de CEIM tiene escasas posibilidades de encabezar una candidatura con posibilidades. Y, lo peor, si mantiene la incógnita sobre cuál será la posición del empresariado capitalino corre el riesgo de provocar una fractura territorial en la CEOE de consecuencias imprevisibles.
Banegas tiene pocas posibilidades de encontrar apoyos, salvo en quienes opinan que la CEOE debe regresar al modelo de Cuevas, con un ejecutivo al frente en vez de un empresario. Ahora son minoría en la asamblea y, pese al fiasco de Díaz Ferrán, la mayoría se decanta por un empresario para arreglar los problemas de sus correligionarios en vez de un funcionario.
Curritos de lujo, nuevos rosellistas
En la calle Diego de León, los directores de departamento hacen quinielas. La mayoría ponen el 1 en la casilla que dice que habrá pacto entre Rosell y Herrero, al que luego se incorporará Fernández. A la mayoría les parece bien que hayan elecciones, porque además de poco frecuentes, proyectarán una imagen de democracia interna que refuerza la credibilidad de la organización.
Al actual secretario general, José María Lacasa, con 64 años, Rosell le ha prometido una transición suficiente para resolver su jubilación. El oscense es consciente de que a la vista del programa electoral del candidato catalán sus posibilidades de proseguir son mínimas si se quieren abordar de verdad los cambios en la organización.
Catalán en la intimidad
Otros directores de departamento se han vuelto rosellistas de nuevo cuño. Las cuantiosas indemnizaciones que CEOE pagó por despedir al anterior secretario general Juan Jiménez Aguilar o al de Cepyme Elias Aparicio son una buena razón para permanecer agazapados en sus respectivos despachos. En esa tesis podrían estar algunos de los símbolos externos de la organización, como Francisco Ochoa (Comunicación), Gonzalo Garnica (Organizaciones y Empresas Asociadas) y Narciso Casado (Presidencia), entre otros. “Muchos ya hablan catalán en la intimidad”, asegura un colaborador de Rosell no sin un sarcasmo creciente.
El candidato catalán, a su vez, tampoco quiere ni ser catalán ni demasiado candidato. Las cosas de Madrid, ya se sabe. Catalán y arrojado, con Esperanza Aguirre enfrente y el aparato expectante no son grandes condiciones para el triunfo, se dice. Así que tanto él como su entorno de colaboradores sigue con una campaña sistemática, intensa, pero de bajo perfil. Revisando el censo casi diariamente, llamando uno por uno a los representantes de las patronales de territorios y sectores para garantizar y sopesar los apoyos. Y, lógicamente, conspirando. ¿Cómo sino pueden ganarse unas elecciones a la CEOE?