El PP, la derecha española
El giro de Casado se centra más en imitar la estrategia de consenso de Zapatero con Aznar, que la estrategia de conflicto de Aznar contra González
El cese de Cayetana Álvarez de Toledo es más una rectificación política que un giro hacia el centro. Y ha sido una rectificación de Pablo Casado más que del partido. La nueva etapa política que se abre a partir de septiembre dibuja una oportunidad única a Casado para señalar al Gobierno español como un gobierno acuciado por los problemas.
El clima político estará marcado por el conflicto social, las exigencias económicas de la Unión Europea, la inhabilitación del presidente de la Generalitat Quim Torra, la crisis de relato entre Podemos y PSOE por la situación de la Monarquía, la conflictiva gestión territorial motivada por la forma de afrontar la Covid-19, los problemas judiciales de Podemos y la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
La derecha española espera poder rentabilizar la situación para presentar a Casado como el único líder político capaz de responder a los retos que tiene por delante la sociedad española. Si analizamos cada uno de los frentes que Pedro Sánchez tiene abiertos, veremos que su situación es menos desesperada de lo que cree el PP.
Las exigencias económicas de la Unión Europea le van a permitir moderar las ansias de Podemos para generar mayor presión fiscal a las empresas y particulares.
La inhabilitación de Torra y la puesta en marcha del proceso electoral en Cataluña, que hace seis meses hubiera puesto en dificultades a Sánchez, ahora es solo es un asunto interno de Cataluña que no tendrá efectos a la hora de aprobar los presupuestos. Incluso Torra se ha encargado de situar la mesa de negociación fuera del Estado español, donde no hay ninguna posibilidad para que se dé ninguna solución.
La posición de Podemos, contraria a la Monarquía, sigue centrada en su propuesta de aprovechar la coyuntura para exigir el advenimiento de la III República española. Dicho de otra forma, la situación judicial de Podemos, que coincide en el tiempo con la de Juan Carlos I, reduce su espacio para la crítica. La única actuación posible desde Podemos es mantenerse en el plano teórico basado en pedir avanzar hacia un régimen republicano respetando la monarquía parlamentaria.
Los problemas judiciales de Podemos hacen que sea un socio de gobierno dócil
La presión de las comunidades autónomas para que el Gobierno central vuelva a coger las riendas de la crisis de la Covid-19, como estamos viendo en la gestión de la educación, hace prever que las tensiones aumentarán el liderazgo de Sánchez en la medida de que las comunidades autónomas no desearán el desgaste político que supondría provocar una crisis de liderazgo del presidente.
Los problemas judiciales de Podemos hacen que sea un socio de gobierno dócil, más preocupado por sus asuntos internos. La aprobación de los Presupuestos va a contar con la participación de Ciudadanos y también del PP, que deseará rentabilizar sus propuestas de cara a su electorado.
Como podemos observar, el tenso clima político que se espera a partir del mes de septiembre será menos conflictivo para Sánchez de lo que el PP considera. Solo un aspecto de los antes mencionados, la conflictividad social, puede generar un desgaste real al presidente, ya que puede encontrarse con un levantamiento pacifico de colectivos sociales que ya no pueden esperar por más tiempo las ayudas a fondo perdido a sus sectores.
Hablamos de conflictos sociales en el ámbito sanitario, educativo, cultural, los problemas de los autónomos y pequeñas y medianas empresas que se verán asediados por graves problemas económicos y de medios técnicos. Esta conflictividad social solo se podrá atajar si el Gobierno español pone en marcha un plan económico, previo a los presupuestos generales del estado, que sea efectivo, ágil y verificable para los sectores afectados.
Esta tensión social puede ser rentabilizada por el PP si es capaz de convertirse en generador de soluciones y no en simple agente crítico de la acción del Gobierno.
La nueva etapa prevista por Casado para impulsar su liderazgo se centra más en imitar la estrategia que hizo José Luis Rodríguez Zapatero con José María Aznar, al convertirse en generador de consenso y acuerdos con el Gobierno, que plantear la estrategia de conflicto permanente que utilizó Aznar contra Felipe González.
La nueva etapa del PP no se abre con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo
La estrategia de Zapatero se basó en buscar un pacto de Estado para conseguir fondos europeos para afrontar el desastre del Prestige, cerrar el acuerdo sobre la ley de partidos para ilegalizar a Batasuna y firmar el pacto de Estado para “despolitizar la justicia y acercarla a los ciudadanos”.
Ahora Casado puede impulsar esta misma estrategia con el acuerdo de los Presupuestos Generales del Estado, el Consejo General del Poder Judicial y los acuerdos económicos con la Unión Europea.
La nueva etapa del PP no se abre con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo, sino por los acuerdos que Pablo Casado quiere alcanzar con el PSOE desde hace tiempo y que ahora puede cerrar.