El político, el médico y los hijos
El desconocimiento de las normas, criterios, protocolos y recomendaciones es habitual tanto entre responsables políticos, como periodistas y ciudadanos
Cuando una periodista preguntó a la consejera de Educación de la comunidad de Cantabria, María Lambo, cuál era la máxima temperatura corporal de un alumno para poder determinar si tiene fiebre o no, se limitó a responder con evasivas.
La consejera de Cantabria no sabía si debían ser 36, 36,5 o 37 grados los que determinaban que un alumno pudiera acceder a las instalaciones de un colegio. Tampoco la periodista que le preguntó lo sabía, como tampoco lo sabían una serie de periodistas a los que consulté y como tampoco lo sabía yo.
La anécdota indica hasta qué punto el desconocimiento de las normas, criterios, protocolos y recomendaciones es habitual tanto entre responsables políticos, como periodistas y ciudadanos.
El desconocimiento está provocado por la ingente cantidad de indicaciones, declaraciones, normas, contranormas y opiniones que tienen por objetivo ocultar la mala gestión para determinar la vuelta a las aulas. La gestión de la información, entre emociones y datos, nunca llega con claridad a los ciudadanos.
Este caso extremo ha sido reconducido por la consellera de Salud, Alba Vergés, que ha tenido el acierto de nombrar a Josep Maria Argimon secretario de Salud Pública, para reconducir, entre otras cosas la comunicación de la Consejería.
El resultado ha sido tan positivo que ya son pocos los que recuerdan los graves errores de comunicación cometidos por la consellera de Salud. La clave que ha supuesto el avance de claridad y calidad de la información desde entonces es debido a que son los expertos quienes deben explicar las normas y no los políticos. En este caso, Argimon es médico.
Los políticos deben dejar paso a los médicos
En Andalucía, el consejero de Educación, Javier Imbroda, fue preguntado para determinar el número de niños contagiados que se debían dar en una escuela para cerrarla. Imbroda respondió con un soliloquio sobre los criterios que deseaba impulsar sin atreverse a contestar concretamente la pregunta.
A nadie escapa la dificultad de gestionar la vuelta a las aulas de los niños y niñas, pero hay una pregunta que se hacen todos los padres y madres: ¿Cómo es posible que se estén definiendo los criterios para iniciar el curso tan solo quince días antes de llevar a sus hijos al colegio?
Viendo las respuestas de los consejeros y consejeras de Educación, no hay duda de que los políticos deben dejar paso a los médicos para que sean ellos quienes establezcan, expliquen y aclaren a la población los criterios necesarios que deben tomar las escuelas y universidades al abrir las aulas para garantizar, ante todo, la seguridad de sus hijos y de los profesores.