El Poder de la colaboración

Las políticas colaborativas están detrás de los éxitos de cooperativas y agrupaciones empresariales y constituyen un elemento clave para su crecimiento

Luis de Guindos parece haber caído del ídem y ha descubierto que la dimensión es un importante factor de competitividad. Admite “humildemente” que la Administración puede constituir un elemento disuasivo para el aumento de tamaño de las PYMES y promete un programa de reformas para eliminar las trabas existentes. Tarde piaches que decimos por estas tierras, aunque también es cierto que más vale tarde que nunca.

Según datos del Eurostat, el tamaño medio de la empresa española es de 4,7 empleados, muy lejos de los 11,0 del Reino Unido o los 11,7 de Alemania. En España, únicamente el 0,7% de las empresas cuentan con más de 50 empleados frente al 1,2% de la Unión Europea o el 3% de Alemania. Pues bien, dentro de España, Galicia se encuentra entre las cinco Comunidades Autónomas que presentan una menor dimensión empresarial media, se tome la medida que se tome.

La clave de la Colaboración

No es fácil promover el aumento del tamaño de las empresas vía fusiones o adquisiciones. Tampoco propiciar la constitución de empresas mixtas o joint ventures. En ambos casos, se requiere un nivel de compromiso por parte de cada compañía improbable si la iniciativa no surge de su propia dirección. Sin embargo, existen alternativas de indudable potencial más factibles de llevar a cabo, tal como se está demostrando en especial en los últimos años.

La globalización económica, con el aumento de los niveles de competencia y la necesidad de ampliación de mercados, así como el ritmo de evolución tecnológica, están provocando el auge de las fórmulas de colaboración. El coche autónomo es un ejemplo nítido de este hecho: la mayor parte de las compañías vinculadas a este macroproyecto han admitido la necesidad de complementar sus recursos y capacidades estratégicas y han firmado acuerdos de colaboración de gran calado. Ahí está, por ejemplo, la alianza vertical entre BMW e Intel o la horizontal entre Delphi y Mobileye.

Las compañías vinculadas al proyecto del coche autónomo ven la necesidad de complementar recursos y capacidades

La tecnología facilita la configuración de redes de colaboración a partir del concepto “open source” según el cual compartir conocimiento deriva en el beneficio de todas las partes cooperantes. En Galicia tenemos ejemplos llamativos de este funcionamiento que se deberían replicar y multiplicar. Podemos citar, por ejemplo, el caso de Empathytool la cual, a partir de una estructura mínima, es capaz de desarrollar proyectos de gran complejidad técnica y captar clientes multinacionales como Renault, VISA, Hilton o Tagheuer.

La conversión de las centrales de compra representa otro ejemplo digno de analizar. Nacidas originalmente para aumentar su poder de negociación con proveedores, han evolucionado a partir de su conocimiento del mercado y están desarrollando sus propias marcas y creando sus propios canales de comercialización. Ejemplos gallegos pueden ser Unifersa, central de compras del sector de la ferretería y el bricolaje que ha creado la marca Clickfer, o DAPAC, una central de rango español promovida desde la coruñesa Hayedo para promover su actividad en el sector de animales de compañía.

Nuevos mercados

Acceder a nuevos mercados, como decíamos, se ha vuelto una obligación por múltiples razones. Hacerlo solos suele ser complicado, por el escaso conocimiento sobre el funcionamiento de esos nuevos mercados y por la falta de recursos para abordarlos con éxito. Los consorcios de exportación, ya sean uni o multisectoriales, podrían ser la solución tal como muestra, en esta ocasión, el Consorcio Tradicional de Quesos de España en cuya formación la gallega Quesos Bama ha jugado un papel transcendente.

¿Cómo ignorar el movimiento cooperativo en este repaso de fórmulas de colaboración empresarial? Coren representa uno de los éxitos más pujantes de la economía gallega, sin duda alguna; Condes de Albarei o Feiraco son, entre otros, casos que merecen igualmente una mención expresa. Pero el cooperativismo gallego requiere de un estímulo revitalizador que puede venir, precisamente, de profundizar en las áreas de colaboración como demuestra el ejemplo de Clun, de la mano de la propia Feiraco.

Y quedan otras soluciones. Cada situación, cada objetivo, tiene la suya. Ahí están los Clústers también, alguno funcionando a pleno rendimiento, otros más estancados. La economía gallega necesita política industrial; una estrategia fuerte de promoción de la colaboración empresarial debería constituir uno de sus ejes fundamentales.