El pensamiento político de Pablo Casado
El plan de Casado es liderar el nuevo PP con las viejas recetas de la derecha
Mientras que para la izquierda el análisis de lo político, el activismo social o la lucha por las ideas que deben conformar el mundo son claves para trazar la historia y futuro de un político que quiera liderar su espacio ideológico, en la derecha se suele caer en la tentación simplificadora de que con tal de poder detener el ascenso al poder de la izquierda es suficiente.
Se podría llegar a establecer que para ser de izquierda no es suficiente con ser una persona de acción sino que es necesario tener un perfil intelectual propio; en cambio, para una persona de la derecha la acción lo es todo.
A un político de izquierdas se le exige teorizar sobre política
Se trata sin duda de prejuicios y mitos que no han cesado de crecer y crecer con el tiempo y se establecen como cliché. Podemos comprobarlo cuando advertimos que a Pablo Iglesias se le exige poder ser capaz de polemizar, crear doctrina política para la nueva izquierda y teorizar sobre el feminismo o la validez de lucha de de clases en el siglo XXI, mientras que a Albert Rivera no se le exige ni siquiera que aclare si es liberal, socialdemócrata o de derechas mientras tenga opciones de condicionar la política española.
Son estereotipos que no siempre se cumplen pero que determinan el papel que debe interpretar un político español, sea cual sea su posicionamiento.
Casado, listo para liderar la derecha
Los buenos resultados de Pablo Casado le abren la posibilidad de liderar la derecha española. Si analizamos sus artículos y declaraciones podemos vislumbrar cuál es su pensamiento político.
Se declara contrario a la doctrina imperante del “buenismo narcisista» de la izquierda y de una buena parte de la sociedad, que tiende a postular el algo habremos hecho incluso en asuntos tan importantes como el terrorismo: algo habremos hecho para sufrir los atentados.
Condena el relativismo moral al estilo de François Ravel que para muchos intelectuales de la derecha francesa o de la Iglesia católica tuvo su origen en la Ilustración y que está debilitando los pilares de las democracias liberales.
Su posicionamiento férreo contra el nacionalismo y el independentismo parte de la premisa de que la “estrategia del contentamiento” utilizada durante la transición para actuar con los nacionalismos ya no puede mantenerse, al sostener que el independentismo considera que tiene derecho a un estado propio y, por lo tanto, nunca se contentará con menos.
Su visión crítica de los ayuntamientos denominados «del cambio» se centra en desplegar argumentos contra la España débil que intenta construir la nueva izquierda con fuertes desinversiones y sanciones a todo aquello que venga de las empresas privadas o recuerde a la vieja política.
La FAES
Su proyecto político descansa en el efectivo laboratorio de ideas de FAES, una fundación que es mucho más que su presidente José María Aznar. FAES ha elaborado con rigor desde los argumentos de la derecha europea y norteamericana a cómo debe ser conducida España, tanto a nivel interno como en asuntos de política internacional.
Su formación académica, ahora puesta en tela de juicio, la situarían en el espacio de una Europa pro Atlantista en la misma línea de lo que en su día intentó Aznar haciendo girar la política internacional de España hacia EEUU y el Reino Unido.
Pablo Casado, lector del liberal Friedrich Hayek y en especial de su obra Camino de servidumbre, valora como uno de sus puntos claves “que el socialismo y el totalitarismo están basados en el colectivismo y son incompatibles con la libertad humana».
Su pensamiento político descansa en la ortodoxia de un liberalismo teórico y su plan de acción es llegar a liderar el nuevo PP con las viejas recetas de la derecha.