El partido de Íñigo Errejón asusta demasiado
El miedo de Sánchez e Iglesias ante el partido de Errejón, con el activo de Carmena, les debería conducir a cuidar sus viñas en vez de incendiarlas
Cuando, por ausencia de competidor a la derecha de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias comienza a sacar pecho y a subir las apuestas de la coalición, le nace una alternativa que, en caso de repetición electoral, puede hundirlo sin remisión y dejar muy maltrecho a su partido.
Iñigo Errejón y Manuela Carmena, los progenitores de esta nueva fuerza, dispondrían de campo electoral para roturar, o ya roturado para ocupar y, llegado el caso, herramientas y apoyos más que sobrados para convertirse en seria amenaza.
Téngase presente que la alianza Carmena-Errejón, candidatura enfrentada a Unidas Podemos, obtuvo 20 escaños en la comunidad de Madrid frente a los siete de los de Iglesias. Es mucha diferencia. Podemos por sí mismo pierde mucho fuelle cuando deja de ser la única opción a la izquierda del PSOE.
¿Hasta qué punto sería extrapolable este resultado? Madrid es Madrid, claro, no es lo mismo Madrid que toda España pero, en cuanto a comportamiento electoral, mucho más de media España va a remolque Madrid.
Sea como sea, entre las entelequias como el partido catalanista no disconforme con el 155 y los de Errejón media una diferencia llamada base de poder. Manuel Valls, el único que tenía una, la finiquitó al disparar contra Ernest Maragall su único cartucho, que le proporcionó Miquel Iceta.
En cambio, la victoria en Madrid capital, claro que con Podemos dentro, y el excelente resultado en la comunidad con Podemos a la contra, proporcionan una no despreciable base de poder: organización, oficinas, dinero, visibilidad, personal preparado que no se dedica a otra cosa, votantes consolidados.
La base de poder es como una suerte de gracia divina objetivable y a ras de tierra. O se tiene o no se tiene.
En cuanto a Barcelona, ciudad y circunscripción en la que la franquicia de Podemos sigue manteniendo la fidelidad de no pocos votantes pese a haber defraudado, la predisposición a la novedad es tan fuerte que los comunes podrían verse arrastrados, por las buenas o por las malas, lejos de Iglesias.
Téngase en cuenta que Errejón habla catalán con fluidez. También que Carmena pronunciará el pregón de la Mercè, que podría convertirse en un torpedo contra el líder de la formación a la que pertenece la alcaldesa que la designó pensando que se trataba de un cadáver político y no de una posible y temible rival.
El terreno político está muy repartido entre un número creciente, que puede parecer exagerado, de partidos políticos. No lo es si comparamos España con otros países europeos, donde la proliferación es mayor.
Sea o no creciente el número de concurrentes a las urnas con posibilidades de asaltar el cielo del Congreso y sentar allí sus reales, nadie discutirá que la gran anomalía española es la ausencia de una formación o corriente ecologista organizada con peso e influencia en el panorama político. Los votantes existen, el partido no. Hay demanda pero no oferta específica o cercana.
Por ahí llegamos a la tipología ideológica del partido de Errejón. Al ser un político inteligente y capaz, se presentaría con un caballo más vistoso y atractivo que el antisistema, artrítico y envejecido antes de madurar. En cambio, el conservacionismo liberal de izquierdas de Errejón podría resultar, en caso de presentarse en sociedad, verdaderamente atractivo.
Tanto, que podría ser la clave de un acuerdo final entre las dos izquierdas instaladas. Si no hay repetición electoral, Carmena se retirará para siempre, y el futuro de Errejón tendrá mal pronóstico. Las ventanas de oportunidad son efímeras. O se presenta ahora (mejor dicho, se la presentan los tahúres Sánchez e Iglesias tumbando la mesa) o puede que le toque esperar demasiado.
Esta y no otra, el temor a Errejón más que al Ibex o al cuarto poder, puede ser la clave de un acuerdo de izquierdas que, a pesar de los pesares y las apariencias, aparece cada día un poco más cercano.
Sánchez agita el muñeco de Errejón como Chucky para amedrentar a Podemos, pero más que Iglesias es el PSOE el que se asusta. Ante tanto marasmo y tantas miasmas, el aire nuevo tendría premio. Más País (así se llamaría el nasciturus) podría ocupar terreno de Podemos, sí, pero también del PSOE y hasta de Ciudadanos.
Desde luego, tendría la campaña asegurada por todos los medios afines al PP, que en el fondo son casi todos. Dejando aparte el daño a Podemos, nada más ventajoso para Pablo Casado que un quinto partido en discordia capaz de contribuir a la baja de su enemigo y pareja forzosa de baile, Albert Rivera, y de paso recortar las excelentes expectativas socialistas en caso de repetición electoral.
Frescor alternativo dentro del sistema. Refugio de multitudes cabreadas con los políticos. Ideario atractivo de amplio espectro. Vista a Alemania donde los verdes se perfilan como socios de la derecha.
Vista a Francia, donde Macron, el dueño del centro liberal, teme tanto a los ecologistas que no osa destituir, pese a su escándalo de “grande bouffe”, a una de las máximas figuras de este movimiento, ex presidente de la cámara y ministro estrella de su gobierno.
Con el atractivo activo de Carmena, el partido de Errejón, asusta demasiado. El miedo de Sánchez e Iglesias les debería conducir a guardar en comandita sus respectivas viñas en vez de incendiárselas mutuamente.