El país que vivía de su historia

Aún con los ecos del fracaso de España en el Mundial deberíamos preguntarnos si vivir de la historia es un mal demasiado común en este país. Quemarán a Del Bosque en las hogueras por su política de convocar a sus amigos antes que a los mejores. A aquellos que ganaron antes que a los que ganan. A aquellos que se han apoltronado en la cumbre antes que a los que scienden montañas. ¿No les suena la historia?

A mi me recuerda a la historia del país. Hicimos entre todos, hasta los que no estábamos, una transición ejemplar a la democracia pero aún mantenemos a muchos de aquel equipo, aunque fueron claves en la historia.

Hagámosles homenajes, pero demos paso a nuevas generaciones. Pensemos en gente que sepa luchar y poner toda la carne en el asador. Gente valiente que haya creado, que haya participado en la evolución del país. Gente que se levanta cada mañana para progresar, para mejorar. Es el cambio que necesitamos. No sigamos haciendo un Del Bosque.

Porque, tristemente, igual que Del Bosque llama a sus amigos, aquí los partidos que dicen querer regenerarse ponen en danza a gente que sólo conoce una historia. La historia de su partido. La historia de abraza-pasillos y de prosperar con atajos al esfuerzo. Ya me dirán esos brillantes candidatos del PSOE que sólo han trabajado e ingresado dinero gracias a lo público. Ves sus currículums y están llenos de cargos públicos. Hasta uno se hizo profesor de universidad cuando ya mamaba de la política, seguramente quitando el puesto a alguien más capaz.

Tampoco me entusiasman esos chicos de Podemos. Mucho hablar, pero Pablo Iglesias, alias el coletas, sólo ha trabajado en lo público. Medrando entre pasillos de universidad, sin saber que es un simple mercado laboral o enviar un puñetero currículum. ¿O que me dicen de hacer una entrevista de trabajo?. Miras su currículum y sorprende que tras acabar una carrera de derecho con notas mediocres, eso sí turnadas con un Erasmus pagado por todos en Italia, se lanzara a estudiar otra carrera sin un trabajo o ni tan siquiera buscarlo. Y, de ahí, ha ido escalando en departamentos de la Universidad, de donde nunca ha salido.

Recuerdo cuando estudiaba mi carrera se me ocurrió empezar una segunda carrera: Matemáticas. Y me debía esforzar trabajando al mismo tiempo, tres en uno. Pero no había becas para segundas carreras. Al menos a alguien que no viene de familia adinerada –es decir, mi caso–, le era imposible mantenerse cerca de 10 años sin un sueldo. Pablo debía vivir del aire supongo porque de no ser así, no se entiende. Por cierto, debió ser afortunado. A mí, del Erasmus en Londres me abonaron por tres meses apenas 1200 euros –no me dio ni para pagar la residencia y tuve que poner dinero de mi bolsillo– y sobreviví gracias a mis trabajos –tuve que volver a Barcelona tras ese corto periodo–.  A él parece que le sirvió no solo para un año en Italia, sino por lo leído también para patearse Europa. Y, recordemos, todo ello gracias al dinero público de todos.

Mi conclusión es clara: este país vive de la historia, del recuerdo. Y si no, ¡que se lo digan también a Artur Mas! Pero curiosamente no aprenden jamás de la historia. Del Bosque se llevó a sus amigos y fracasó. Dos partidos llevan 30 años en lo mismo y fracasan ahora. Pablo Iglesias lleva viviendo de lo público toda la vida y supongo también la historia le pondrá en su lugar. La demagogia de pensar que un pasado glorioso es suficiente es el primer error de los pedantes.

La historia sirve como historia. Es decir, como forma de conocer nuestra evolución. Vivir de la historia es un fracaso del presente. La historia es historia, pero el presente es lo que manda. Cuando uno pretende vivir sólo de los recuerdos fracasa. Fracasa la selección, fracasan los partidos, fracasa hasta la demagogia. Un país debe vivir de su presente, jamás de su pasado. Vivir el presente es tomar decisiones aprendiendo de lo vivido, pero pensando en el futuro.

Yo lo confieso, no me creo a nadie que en su vida sólo ha vivido del dinero público. No me lo creo porque al final en este país muchos piensan que el dinero público viene del aire. Y no. Señores, el dinero público viene del esfuerzo de muchos ciudadanos que se levantan temprano, se esfuerzan y en muchos casos no tienen segundas oportunidades. Todo para mantener a esos vividores de lo público. Y para los malos lectores, la educación –no la universitaria que ya sabemos lo mal que funciona–, la sanidad e incluso la seguridad son tres pilares de nuestra sociedad donde miles de personas se esfuerzan a diario. Ellos, precisamente, no son los vividores citados.

Este país no cambiará, por mucho que se diga, hasta que reconozcamos nuestra historia. Valoremos lo hecho, hagamos homenajes o lo que haga falta a quien debamos. Pero lo que toca no es vivir de ella, de lo que hicimos. Debemos vivir del día a día, del esfuerzo, de levantarnos cada mañana y ser mejores. Hay que dejar paso a quien nos supera y esforzamos para superarnos. Todo lo contrario nos llevará al fracasó. Y este país no puede tener más fracasos. Son necesarias las decisiones drásticas o perdemos el tren.

Toca tomar medidas duras en la economía, como debe pasar con el seleccionador. A quien lleva muchos años devolviendo favores le es imposible conocer la realidad. Mariano Rajoy, sus ministros, Artur Mas, sus consellers y todos aquellos que llevan viviendo como Pablo Iglesias de lo público… ¡qué leches van a saber sobre este país!. Saben mamar de la teta y poco más. Todos serán los nuevos Del Bosque humillados en cualquier Maracaná de turno, simplemente por no ser capaces de ver más allá de lo suyo y los suyos.