El pacto PSOE – Ciudadanos: el inicio de la campaña electoral

El acuerdo recientemente alcanzado por PSOE y Ciudadanos lo han vendido sus líderes como un pacto de gobierno. No obstante, ambos partidos saben que no lo es. En la próxima semana, Pedro Sánchez intentará ser investido presidente, pero no lo logrará ni en la primera ni en la segunda votación.

En este caso, las matemáticas son sencillas y, aunque algunos lo intenten, difícilmente pueden engañar a nadie que no quiera ser engañado. La suma de los escaños de los dos anteriores partidos (131) es notoriamente inferior a la del PP y Podemos (192), las dos principales formaciones que han quedado fuera del acuerdo.

El sentido del voto de estos dos últimos partidos no creo que haya sorprendido a ningún dirigente del PSOE ni de Ciudadanos. Es fruto de las reglas más sencillas de la política. El PP se suicidaría políticamente si apoyara o se abstuviera en la investidura del líder de otra formación, siendo el partido con más diputados (123) del hemiciclo.

Podemos, con el síndrome de la amante despechada, no puede hacer otra cosa que votar no. Sería una gran incongruencia que facilitara la investidura de Pedro Sánchez, después de que éste haya preferido pactar con Ciudadanos que con ellos, habiendo flirteado previamente con ambos.

Además, no tiene ningún sentido que un partido de izquierdas, donde abundan los comunistas, entre en un pacto, por acción u omisión, con una formación de ideología claramente liberal como es Ciudadanos.

Entonces, si desde un primer momento el acuerdo es papel mojado, ¿por qué lo han firmado? La respuesta es clara: quieren que haya nuevas elecciones y a la vez que parezca que ninguno de los dos las han provocado.

Por un lado, Ciudadanos está convencido de que puede obtener muchos de los votos que recientemente han ido al PP. Los principales motivos son dos: los nuevos casos de corrupción atribuidos a destacados militantes y la falta de iniciativa política de Mariano Rajoy.

Ha desestimado someterse a la investidura, a pesar de que le correspondía por ser el líder del partido más votado, y ha sido incapaz de conseguir pactar prácticamente nada con nadie.

En el caso del PSOE, la predisposición de Pedro Sánchez a optar a la presidencia en una sesión de investidura le ha permitido llevar la iniciativa política, mostrarse como un líder dialogante y de consenso y dejar claro, por si a alguien se le había olvidado, que el PSOE es un partido con vocación de gobierno.

La mejora de su imagen pública, el desgaste del PP y la posibilidad de representar en unas nuevas elecciones la alternativa útil de la izquierda probablemente lleve a pensar a sus dirigentes que en ellas conseguirán aumentar el número de escaños conseguidos en las últimas.

Además, con su acuerdo, ambos partidos quedan delante de la opinión pública como los únicos que han entendido el mensaje que los ciudadanos enviaron a los políticos en los recientes comicios. Al no conceder mayoría absoluta a ninguna formación, apostaron decididamente por un pacto entre los partidos. Así, la imagen trasladada sería la de dos formaciones dialogantes (PSOE y Ciudadanos) respecto a dos intransigentes (PP y Podemos).

Finalmente, en la presentación del acuerdo, los líderes de los dos partidos han querido dejar muy claro que ambas formaciones son centristas y tienen un propósito común: la realización de reformas de carácter sustancial y a la vez de talante moderado.

El objetivo del primer aspecto es ocupar el centro político, el espacio deseado históricamente por la mayoría de los partidos con vocación de gobierno. Por un lado, estaría Ciudadanos ubicado en el centro – derecha y, por el otro, el PSOE situado en el centro – izquierda. Las otras dos formaciones ocuparían los extremos.

La finalidad del segundo es señalar a los firmantes como los partidos partidarios del cambio tranquilo, en contraposición al inmovilismo del PP o a las posiciones rupturistas de Podemos.

Dado el panorama político actual, considero que sólo se podría evitar la convocatoria de unas nuevas elecciones si la sociedad civil promocionara para presidente del gobierno a una destacada personalidad independiente y ésta recibiera el apoyo de PP, PSOE y Ciudadanos.

En este caso, un ejecutivo casi de concentración sería el resultado No obstante, me parece una opción muy difícil, aunque no imposible, pues será buscada con ahínco por determinados poderes fácticos.

Por tanto, desde mi perspectiva, la opción más probable es la celebración de unas nuevas elecciones generales dentro de unos pocos meses. Si en ellas, tanto el PSOE como Ciudadanos aumentan significativamente su número de diputados y consiguen sumar alrededor de 155 escaños, el acuerdo actual habrá servido como un ensayo para el de verdad.

Ese sí que será un pacto de gobierno. Si así sucede, lo que hemos visto en los últimos días y lo que observaremos en los próximos, será recordado como la puesta en escena de una magnífica estrategia de marketing político.