El oscuro teatro catalán 

Señores del Junts pel sí, claridad. Pónganse de acuerdo y sean claros. ¿Si gana su lista, quién será el President? Pues ya está. Clarito. Será Artur Mas. ¿Alguien lo duda? Y si no sacan la mayoría no pasa nada porque como iba el número cuatro…  ¡Qué complicados son los políticos! Al menos algunos. Estoy pero no estoy, si gano soy el primero, si pierdo no estaba, si, si… ¡Qué clase política tenemos! Les falta altura. Alguien dijo que también nivel cultural. Seguro que tiene razón.

Porque hay que ver la de vueltas que le han dado estos días al número que ocupa Mas en la lista. Y quién sería el President, caso de ganar. Porque Romeva ahora dice que que sí, que Mas President. Pero días pasados dijo que no, que el número uno era él. Claridad señores. Puestos a buscar las vueltas es chocante que Mas se autoconceda el número cuatro. ¿No lo ven ustedes extraño? Lo parece. Así queda protegido ante la posibilidad de que el Junts pel sí no consiga mayoría absoluta el 27S. Listo el Mas. Ya. Ya lleva años y tuvo buen maestro.

Raül Romeva ha echado el freno. O lo han llamado a capítulo. Y, claro, ahora ha admitido que aunque no había acuerdo entre CDC, ERC y las entidades soberanistas sobre el tema del President el señor Mas tiene más «autoridad y legitimidad» para liderar el proceso. Suponemos que sí. Porque siempre ha estado pegado al pantalón de Pujol. Y a los Sumarroca. Y ya vemos cómo desfilan delante de los jueces. Pero el señor Artur Mas no tiene miedo. ¿Seguro?

Para el número uno de Junts pel sí, Raül Romeva, las elecciones del 27S son un «plebiscito». Y él sólo suma. Si ganase la lista me gustaría saber sus aspiraciones. Lo mismo restaba. Por un algún cargo, claro. Está derivando el plebiscito catalán en una obra de teatro difícil de superar. En un esperpento. Actores de estos partidos repartiéndose el protagonismo. Y los cargos. Y no han ganado. ¡Ay, los pueblos! Menos mal que los pueblos siempre son más inteligentes que sus gobernantes. Con lo cual se pondrá sensatez y mesura. Se pondrá sentido común. Se votará. No se cortará el Ebro. Ni habrá carros por la playa. Ni artículos que leer y menos el 155. Habrá votos y urnas. Y, tras contar, volverá a reinar la razón. En España y en Cataluña. Y no se precisará hacer teatro. Menos teatro señores políticos. Más claridad para todos.