El órdago de Mas
El pasado 15 de mayo, hace apenas cinco meses y medio, Mas y Mas-Colell presentaban un nuevo paquete de ajustes con el objetivo de ahorrar otros 1.500 millones de euros. Entre las medidas anunciadas figuraban el aumento de las matrículas universitarias, la reducción de un 5% de la paga a los funcionarios y… en genérico, una disminución de las subvenciones que otorga el gobierno autonómico.
Sin embargo, la convocatoria de este año de ayudas a proyectos que fomenten y consoliden el espacio catalán de comunicación para empresas periodísticas, que se abrió en julio, aumentará su dotación el 28,47% hasta los 8,8 millones de euros, desde los 6,8 que se destinaron en 2011. Las subvenciones para medios escritos, que sí sufrían un cierto recorte, vieron corregida esa situación en el DOGC del pasado 22 de octubre: la disminución será apenas del 0,9% respecto al 2011. Mas no pensaba seguramente en las subvenciones a los medios de comunicación cuando hizo ese anuncio antes del verano.
Estas cifras hay que tomarlas, además, con una cierta precaución. Los medios, algunos de ellos por supuesto, reciben muchas más subvenciones de las que he descrito en el párrafo anterior. Y no me refiero a la publicidad institucional o casi, que eso no entra estrictamente en el capítulo de subvenciones. Me refiero a las que a lo largo del año van colándose por los muchos vericuetos del DOGC en forma de ayudas de los diferentes departamentos por los motivos más diversos.
En el 2011, por ejemplo, y según diversas fuentes, La Vanguardia habría recibido al menos un total de 9 millones de euros. De ellos, más de la mitad se destinaron a apoyar la edición en catalán del diario, que pasaría así de 350.000 lectores a 700.000. Ignoro en qué período de tiempo, porque lo cierto es que en septiembre de 2010 el diario del grupo Godó tiraba 254.000 ejemplares diarios y el mismo mes este año la tirada era de 208.000. Desconozco si el gobierno catalán ha pedido algún tipo de cuentas.
No es el único caso, evidentemente. Se sorprenderían ustedes tanto como yo si conociesen las cantidades recibidas, y las veces que lo ha hecho, el El Punt-Avui. Como, por ejemplo, para fusionar las dos cabeceras, un hecho que, en teoría, lo que hace precisamente es reducir el espacio catalán de comunicación en cuyo nombre se produce ese riego de dinero público. Podríamos también explayarnos en las ayudas recibidas por El Periódico de Catalunya y el diario Ara, cuya supervivencia sin los ingresos derivados por este concepto sería problemática, pero no voy a extenderme más. Ustedes ya conocen nuestra opinión al respecto.
Entiendo, no obstante, que el presidente Mas incurra de nuevo en una flagrante contradicción y aumente las subvenciones a los medios apenas unos meses después de anunciar que las recortará en general. El órdago soberanista que ha puesto sobre la mesa va a requerir todas las ayudas y cómplices que sea capaz de reunir y, hombre, la prensa siempre es un buen as en la manga.
Si el próximo 25 de noviembre el presidente Mas no consigue la mayoría absoluta va a enfrentarse a graves dificultades, especialmente entre los suyos. No faltará alguien de su entorno que le diga: “President, no hemos conseguido nuestro primer objetivo; hemos hundido al PSC, que era un rival con los que siempre teníamos puentes; hemos dado alas al PP y a nuestros aliados más radicales… y Madrid está que treu foc pels queixals”. Y quien le diga esto no será necesariamente militante de Unió.
Claro que puede que no sea así, que las cosas no se tuerzan tanto y que Mas salga airoso de su envite. En ese caso, sólo quedará reprocharle a este hombre que ha hecho siempre gala de un acendrado liberalismo que no repare en lo que dicen que identifica realmente a un liberal, la línea roja que las personas que adoptan honestamente esta bandera política nunca pasan: que el fin nunca justifica los medios.