El nuevo titán bancario chino y el mapa geoestratégico
David Cameron, primer ministro de Gran Bretaña, ha anunciado que su país pretende ser un miembro fundador del Banco de Inversiones Infraestructurales Asiático (BIIA), el nuevo titán bancario. Alemania, Francia e Italia también han anunciado su decisión de unirse a este megabanco. Suiza, centro bancario clave, y Luxemburgo ya han expresado interés.
Este rapprochement (acercamiento) del occidente europeo al gran dragón promete reescribir el mapa geoestratégico en las primeras décadas del siglo XXI.
La primera fractura sísmica en la alianza financiera estadounidense-europea ya es visible. Gran Bretaña, el aliado incondicional de Estados Unidos durante décadas, se ha vuelto hacia la China en parte por necesidad. Los flujos masivos de capital ruso a Londres son agua pasada, gracias a las sanciones occidentales a Rusia por el conflicto ucraniano. No es un secreto la importancia que los miles de millones provenientes de Rusia tenían para la economía y la banca.
En su momento, el BIIA ya declaró su intención de ser rival del Banco Mundial, controlado por EEUU y sus aliados europeos y que le negó, insistentemente, a China un rol en la cúpula. Agotada la célebre paciencia asiática, la primera potencia oriental decidió establecer su propia estructura bancaria multilateral, con un capital inicial de 50.000 millones y la previsión de duplicar esa cantidad en 2015.
Lo que ha sorprendido es la rapidez con la que los pinceles nacionales de los aliados tradicionales estadounidenses están dibujando el nuevo mapa geoestratégico. Al diversificar sus alianzas, automáticamente, cobran un nuevo rol. Al declarar su independencia, aumentan su prestigio nacional e internacional.
El anuncio de Cameron debería ser una señal de alerta para el liderazgo español. Es el momento decisivo. Se trata de una bifurcación en el camino. Se está definiendo una nueva alianza financiera a nivel mundial.
Si España se une al Banco Asiático de Inversiones Infraestructurales desde su inicio institucional, lo más pronto posible, se aliará a un cometa –en ascendencia– y se declarará como un jugador político importante a nivel mundial. Es una oportunidad de oro que no se puede dejar pasar.
España goza de excelentes relaciones con China y ya existen amplios precedentes de acuerdos bilaterales de cooperación con buenos resultados para ambas partes. España también goza de muy buenas relaciones con Estados Unidos y es un aliado tradicional del mismo. No hay razón para no aumentar las oportunidades de cooperación con ambas potencias para el beneficio de todos.
Talento y recursos, tanto humanos como naturales, abundan en el territorio. España tiene que decidir ahora si es parte de la primera fila europea o no lo es. De esta decisión dependerá mucho el futuro y las oportunidades económicas que puedan surgir.
Rosy Milene Meza es abogada y doctora en jurisprudencia estadounidense