El ‘no’ de la CUP a los presupuestos relajará a Comín
Esquerra Republicana quiere aplicar políticas de izquierda, y distanciarse de los gobiernos de CiU, a los que ofreció apoyo parlamentario a partir de las elecciones de 2012. Sin embargo, el proyecto que encarna Oriol Junqueras tiene un horizonte más amplio, con el objetivo de ser la gran fuerza que ocupe el centro político catalán en los próximos años.
Antoni Comín, consejero de Salud, tiene una tarea mayúscula, con un presupuesto de 8.650 millones de euros. Comín es un ex socialista que ha encontrado en Esquerra una proyección política para buscar lo que siempre ha pretendido: un cambio en la estructura política de España que dotara a Cataluña de un mayor autogobierno real. Pasó por Ciutadans pel Canvi, y, posteriormente, por el PSC. Y, acompañando a Oriol Junqueras en la última etapa, defiende ahora estructuras de estado para Cataluña. Se considera un hombre de izquierdas y ha alardeado de que, al frente de Salud, se modificará todo aquello que sirva para fortalecer el sector público. Pero Comín tampoco es un revolucionario.
La presión de la CUP ha obligado a todo el Govern que preside Carles Puigdemont a ir más lejos de lo que se desearía. Y Comín es plenamente consciente de ello. Nada más tomar posesión del cargo, se apresuró a cumplir uno de los compromisos adquiridos con la fuerza anticapitalista. Fue fruto del pacto entre Junts pel Sí y la CUP, para permitir la investidura de un dirigente de Convergència, que fue Puigdemont, en el último momento, tras la ‘decapitación’ política de Artur Mas.
Comín anunció que la Clínica del Vallès y el Hospital General de Cataluña (HGC), que estaban –están– en la red pública de hospitales pero son de titularidad privada, dejarían de prestar asistencia dentro del sistema público de Salud cuando finalizaran sus respectivos contratos, algo que está a punto de ocurrir, y que, en el caso de la Clínica del Vallès se producirá el 14 de agosto.
Se trataba de una de las líneas rojas que precisó la CUP para ofrecer su apoyo a Junts pel Sí para la investidura.
La decisión de Comín ha provocado un gran malestar en el sector sanitario, por la incertidumbre que ha creado, y la percepción de que, en realidad, el conseller no tiene nada programado. Una muestra es que el comité de trabajadores de la Clínica del Vallès reclama un compromiso por escrito de que los 65 puestos de trabajo no correrán peligro. El conseller asegura que no habrá problema y que todo está previsto para el 14 de agosto.
La cuestión es que Comín se podrá relajar, en su celo de retirar esos conciertos con hospitales de titularidad privada si la CUP acaba votando en contra de los presupuestos. De esa forma, Junts pel Sí y la CUP habrán roto su acuerdo, y, por tanto, no servirán de nada los compromisos adquiridos. El titular de Salud tiene claro su objetivo, pero el Govern también es consciente de que no puede ir acumulando sectores sociales y económicos en contra, y que la fuerza anticapitalista está forzando las cosas hasta el límite.
Aunque existe cierto margen en los hospitales públicos, para asumir más carga de trabajo, el hospital Parc Taulí de Sabadell, donde se derivarían los servicios de los dos centros privados, podría sufrir un colapso. Al margen del coste real de esa decisión, como han indicado algunos responsables del sector, como Jaume Padrós, el presidente del Colegio de Médicos de Cataluña, se trata de un cambio del modelo sanitario catalán.
En realidad se trata de una elección política que Esquerra deberá asumir con todas sus consecuencias, o la centralidad política, o el liderazgo de un frente de izquierdas en el que pueda estar la CUP. Comín, muy agitado en los últimos meses, podrá, sin embargo, relajar sus promesas en función de lo que ocurra con los presupuestos de la Generalitat y la posición final de la CUP.