El nacionalismo asintomático del PNV
Con el PNV, sus socios siempre ganan: el PSOE y Podemos en Madrid, y EH Bildu en su estrategia soberanista y de acercamiento de presos etarras
Alguien dijo que las elecciones generales se celebran en España para ver quién gobierna con el PNV. Pues bien, en las autonómicas del País Vasco ocurre algo parecido. Y a tenor de lo sucedido este domingo todo apunta a que los socialistas serán los elegidos. Es decir, que el PSE-PSOE apoyará a Íñigo Urkullu para que siga en Ajuria Enea, de la misma manera que el PNV apoya a Pedro Sánchez para que siga en la Moncloa.
Está claro que son apoyos y gobiernos diferentes. Porque el PNV no forma parte del Ejecutivo de Sánchez y Pablo Iglesias, mientras que los de Idoia Mendía sí estarán, como lo han hecho hasta ahora, en el equipo de Urkullu. Pero está claro que sin el apoyo de los jeltzales el actual ejecutivo PSOE-Podemos no hubiera podido formarse. Ni prosperado siquiera la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Podemos ha tratado de agitar durante toda la campaña el espantajo de un posible gobierno de izquierdas frente al PNV. No le quedaba otra. La creciente debilidad le ha empujado a recurrir a la alquimia para juntar diferentes elementos, cocerlos a fuego lento y conseguir algo comestible. Pero lo que le ha salido es un bebedizo que solo EH Bildu podía atreverse a probar. De ahí la fuerte caída de los morados y la fuga de sus votos hacia los independentistas de Bildu.
Un acuerdo entre PSE-PSOE, Bildu y Podemos para impedir que gobierne el PNV no interesa ni al PSOE ni a Podemos. Con Urkullu descabalgado los de Andoni Ortúzar no tardarían en cruzar el Ebro para tomarse cumplida venganza contra Sánchez e Iglesias. Lo que les faltaba.
Así que el PNV, el partido guía, el PRI vasco, es como dicen los ingleses “win-win”. Con él, sus socios siempre ganan: el PSOE y Podemos en Madrid y Bildu en su estrategia soberanista y de acercamiento de presos etarras. Con la actual composición del Parlamento Vasco el PNV y Bildu pueden sacar adelante el “nuevo estatus político para Euskadi”. Y esa va a ser la constante de la nueva legislatura.
El PSE será el socio institucional, la relación formal que todo partido serio tiene, pero con Bildu pondrá en marcha una vía soberanista que irá avanzando inexorablemente hacia la autodeterminación.
Quien vuelve a perder en el País Vasco es el constitucionalismo
Urkullu regulará la velocidad, no quiere acabar como Juan José Ibarretxe y menos aún como Carles Puigdemont, en el “exilio”. Y en su formación saben que la política es un estado de ánimo al que hay que ir adaptándose. Como a las curvas. Si los empresarios necesitan tranquilidad, se la damos. Y si los sectores más radicales dicen que no somos españoles, pues no lo somos.
Cuarenta años de gobierno casi ininterrumpido le han permitido un elevado grado de control social. Hasta el punto de que resulta imposible saber a estas alturas si es el PNV el que se adapta al estado de ánimo de los vascos o es al revés. Y esto hace que la corrupción o la mala gestión no le pasen factura.
Ni la lista de condenados que han salido de sus filas, ni el desastre del vertedero de Zaldibar, con dos obreros muertos, ni el alto número de fallecidos por la pandemia han influido en un electorado que piensa, por encima de cualquier otra circunstancia, que en Euskadi se vive mejor gracias al PNV.
Por eso quien vuelve a perder en el País Vasco es el constitucionalismo. Carlos Iturgaiz, candidato de PP-Cs, se ha quedado con cinco escaños, cuatro menos que los que obtuvo su predecesor Alfonso Alonso. La irrupción de Vox, que se estrena en el Parlamento con los votos de Alava, ha mermado sin duda los objetivos de Iturgaiz.
Pero quien quiera hacer una lectura en clave de candidatos o de la oportunidad o inoportunidad del acuerdo entre Pablo Casado e Inés Arrimadas, se equivoca. El problema del constitucionalismo en el País Vasco va más allá de quién sea su líder. Aunque resulta fundamental, lógicamente, que tenga las ideas claras y actúe en consecuencia.
Los resultados del PP-Cs y también los de Vox son la evidencia de las dificultades que tienen en Euskadi quienes se sienten vascos y españoles y así quieren expresarse. Los partidos que van tras ese voto tienen mucho trabajo por delante. Posiblemente la clave esté en desandar el camino que hicieron otros. Los responsables de que muchos constitucionalistas vascos no vean en el partido de Sabino Arana ningún síntoma preocupante y le acaben votando.
El PNV ha aprovechado estos años para hacer un máster en gestión de ventajismo
Han sido muchos años de pactos con el PNV para gobernar en Madrid. Y esto ha permitido a los nacionalistas hacer una cosa y la contraria. Y lo más sorprendente: que todo pareciera normal. Asintomático. Aquí con Bildu, allí con el PSOE y con el PP mientras sea útil. Todo por Euskadi y para Euskadi.
Los nacionalistas han aprovechado estos años para hacer un máster en gestión de ventajismo. Y sin que nadie se lo haya impedido han trasladado constante y metódicamente la idea de que todo lo bueno lo aportan ellos y lo malo viene de España. Incluso los preocupantes brotes de violencia radical, la antigua “kale borroka”, se producen “porque otros vienen a provocarnos”.
Y a esto lo llaman el oasis vasco.