El ‘McGuffin’ de Sánchez
El nombramiento de Maxim Huerta como ministro de Cultura hará que el PSOE esté presente de forma constante en un sector de votantes hasta ahora ajeno al partido
Por si alguien no se había dado cuenta todavía, “Gobierno habemus”. Después de una muy ajetreada semana, con cambios y virajes transcendentales, 17+1 nuevas caras gobiernan España. Reservamos la unidad para nuestro recién estrenado presidente, Pedro Sánchez.
Parece haber un gran consenso sobre la valía de los profesionales que componen el gabinete del presidente. Reputados (no utilizaremos en este caso el femenino por razones obvias) nombres procedentes de ámbitos profesionales y políticos muy meritorios dan lustre al equipo de responsables de la nueva legislatura.
El efecto McGuffin
La composición del nuevo gobierno parece estar muy meditada y medida. No es el resultado de una improvisación ni decidida de manera inmediata tras la triunfal moción de censura que descabalga a Rajoy y que encumbra a la presidencia del Gobierno a un sosegado y parece que ya muy cómodo en su nueva posición, Pedro Sánchez. Es un Gobierno concebido al modo de las campañas de marketing, entendidas en el mejor sentido de la palabra, en las que el producto tiene que responder a necesidades muy concretas; en la jerga de la técnica comercial se la denomina segmentación. Esto es, cada ministro o ministra está enfocado a un sector o grupo social, incluso la propia composición del gabinete contempla la variedad y la heterogeneidad que mantiene nuestra plural y caleidoscópica sociedad. En ese sentido, la orientación que se vislumbra es de una sagacidad y astucia muy reseñables.
Pero en lo que todo el mundo parece también mostrar acuerdo es en la distorsión que supone la figura del nuevo ministro de Cultura. Y ahí reside el punto de genialidad de quien o quienes hayan ideado esta inteligente operación: es el McGuffin de Sánchez.
El efecto «McGuffin» es uno de los múltiples recursos inventado por el inquietante director de cine Alfred Hitchcok, que aplicaba a un elemento o personaje irrelevante de la trama una excusa argumental que respaldaba a los personajes principales distrayendo la mirada del espectador. No es lo importante pero refuerza la argumentación principal. En palabras del propio Hitchcok “en historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos”.
En “El cine según Hitchcock”, de Francois Truffaut, la extensa entrevista entre ambos genios del celuloide convertida en libro de culto, se narra el origen del término: “La palabra procede de esta historia: van dos hombres en un tren y uno de ellos le dice al otro “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?”. El otro contesta: “Ah, eso es un McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?”, y su compañero de viaje le responde: “Un MacGuffin es un aparato para cazar leones en Escocia”. “Pero si en Escocia no hay leones”, le espeta el primer hombre. “Entonces eso de ahí no es un MacGuffin”, le responde el otro”. Un ligero despiste que realza lo esencial; paradojas de la intriga.
La designación del nuevo ministro de Cultura también parece estar muy orientada. ¡Cuántas tertulias mañaneras se van a llenar con las consideraciones sobre la figura de Máxim Huerta, en definitiva, “uno de los nuestros” que harán que el partido esté presente de manera constante en un sector de votantes hasta ahora ajeno al Partido Socialista! Es más, esta orientación ya la tuvo en cuenta la campaña electoral previa a la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero cuando finalmente nombró ministra a una treintañera como Bibiana Aído. El mensaje era muy claro y orientado a los jóvenes: se puede ser ministra y joven a la vez, solo hay que proponérselo.
Por no resultar cargantes, no vamos a desgranar los segmentos poblacionales o sociales a los que se dirigen los detentadores de las nuevas carteras ministeriales. Pero a poco que se indague, resulta ser un análisis bastante sencillo de realizar.
Aprendizajes para el Partido Popular… o no
De esta actuación, mezcla de osadía, inteligencia y un oportuno sentido del futuro, apuntamos una serie de aprendizajes quizás útiles para la obligada regeneración a la que se va a tener que someter el Partido Popular. Que nos perdonen la intromisión pero es muy posible que en estos turbadores y sorprendentes momentos puedan pasar desapercibidos.
Previamente es preciso reseñar que uno de los rasgos del actual presidente que no se han valorado debidamente o que, peor todavía, no se hayan tenido en cuenta, es su determinación. Y para darle carta de autoridad, viene en nuestro auxilio el poeta Virgilio, cuando en su eterna “Eneida” sentencia: “Audentis fortuna iuvat” que se traduce por “A los que se atreven sonríe la fortuna”. Ejemplo personificado del latinajo lo hemos tenido la semana pasada; nada que ver con la pasividad atribuida al “modus operandi” rajoyesco.
Cuatro son los posibles aprendizajes que brindamos desinteresadamente a la luz de la composición del nuevo gobierno:
-
Presentarse para representar: frente a la concepción de que los resultados, cuando son obvios, hablan por sí mismos y brillan con luz propia, se opone la evidencia manifiesta pero mostrada. Lo que no se dice, no existe, máxime cuando no se percibe. En una sociedad tecnológica y profundamente mediática como es la nuestra, el relato se vuelve esencial.
-
El partido no es el gobierno: la división de poderes resulta consustancial y una esencia del modelo democrático. Pero no solo ante la división de los tres clásicos, sino también en el interior de los partidos políticos. Los planteamientos de partido monolíticos y rocosos sugieren suspicacias y dan la impresión de rigidez y nula flexibilidad.
-
Darse la mano a uno mismo: la autocomplacencia y el silencio de los disidentes acaba, en un momento u otro, por generar conflictos de difícil gestión. Un gobierno multicolor, con divergencias manifiestas e incluso con disidencias encaja mucho mejor en los tiempos actuales.
-
Gestiona que algo queda: la izquierda ya no teme a la gestión y por tanto, acudir a un perfil técnico no tiene porqué ser un motivo de recelo. Y así, ya no es patrimonio exclusivo de los partidos conservadores apelar a la gestión como un elemento básico de mejora social.
-
El futuro ya no es lo que era: de este modo, frente a un formato patrimonialista de entender la política, apelar a la eventualidad y a temporalidad generan una mayor sensación de confianza a la hora de mostrar las ideas. El primer discurso del presidente Sánchez en su anuncio del nuevo Gobierno lo hizo manifiesto en varias ocasiones.
Este artículo también es un McGuffin en sí mismo. Con el nuevo Gobierno, Sánchez gana 16 a 1 al Partido Popular; por goleada. La crítica y los denuestos al nuevo ministro de Cultura van a ser numerosos porque va a resultar muy socorrido encontrar motivos para la burla y el escarnio. Mientras tanto, el resto de ministros y ministras irán roturando su parcela con el horizonte de haber venido para quedarse. Además, no hay nada que produzca más condescendencia y provoque mayor comprensión que un error en un mar de aciertos. Te hace más humano y… menos plasma.
Manuel Carneiro Caneda es director general de IFFE Business School