El liderazgo en un centro cultural: ¿artista o administrador?

El problema al elegir un director de un centro cultural es saber con exactitud qué perfil queremos

La manera de elegir a los directores de los grandes centros culturales del país es un problema que no se ha resuelto adecuadamente. Decidirlo a dedo o a partir de un pequeña lista de candidatos es una posibilidad que se ha utilizado durante muchos años y que se empezó a cuestionar en el momento en que los criterios políticos pesaban más que los profesionales o artísticos.

Ahora se realizan concursos públicos aunque en la mayor parte de los casos no consiguen tener demasiada credibilidad.

Dentro del sector cultural hay un debate muy complejo sobre la transparencia en las instituciones

Los concursos públicos han sido una reivindicación de las asociaciones de gestores en el contexto de un debate muy complejo sobre las buenas prácticas y la transparencia en el sector cultural.

En realidad, ni uno ni el otro modelo de selección han conseguido el consenso necesario para consolidarse porqué el problema de fondo es la dificultad existente para saber con exactitud cuál es el perfil de la persona a seleccionar.

La figura que más predomina en Cataluña es la de director general

La mayor parte de los grandes equipamientos culturales son de creación reciente (década de los 90) y sus primeros directores fueron nombrados a dedo en el marco de unos estatutos que unían en un mismo perfil la responsabilidad económica y laboral del centro con la toma de decisiones programáticas.

De hecho la figura predominante es la de director general. Al principio, en un marco de gobernanza incierto y con un programa de actividades por construir, este modelo podía funcionar adecuadamente porqué no existía un relato a proteger.

El problema ha aparecido posteriormente cuando la función propia de un administrador general y la de un director artístico se ha ido definiendo por separado.

Por un lado hay una historia que define el trabajo acumulado por el centro cultural a lo largo de los años y por otro un proyecto puntual que define un periodo determinado de su trayectoria.

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El perfil: un director artístico con habilidades de administrador

La solución pasa por redefinir la posición de administrador general en la industria cultural

Encontrar un perfil que responda a estas dos realidades es prácticamente imposible y muy especialmente si buscamos la máxima calidad en ambas funciones.

Director artístico vs administrador general

Este problema solo tiene una solución: pasa por cambiar los estatutos de los grandes equipamientos, definiendo con mayor claridad la figura de un administrador general (que no un gerente administrativo).

De esta manera, habrá el mandato de asegurar el funcionamiento del contrato programa entre el centro y las administraciones públicas que lo financian y la de una dirección artística o de proyectos que pueda implementar un programa concreto y para un periodo delimitado.

La figura de un administrador general, que es muy habitual en países como Francia, tiene un componente politécnico, puede ser contratada mediante concurso público y su duración puede ser indeterminada.

En la actualidad prácticamente ningún centro cultural la tiene y si existe (como en el TNC) su papel es gerencial, de escasa relevancia cultural y sin funciones claramente definidas. 

La dirección artística, por su parte, debe gestionar un proyecto concreto, siempre acorde con la filosofía del centro, pero bajo el prisma de una mirada personal.

La selección del director artístico debería estar fuera de concurso público

Su selección debería liberalizarse pudiendo ser de designación directa o mediante un proceso concursal según lo requieran las circunstancias y siempre con un período máximo de duración. 

Cataluña es una región demasiado pequeña para que puedan desarrollarse carreras profesionales de nivel en el sector cultural.

Una vez se ha sido director del TNC, del Mercat, del Festival Grec, o incluso de todo ello en un periodo que probablemente no durará más de 15 año,s no se puede aspirar a mucho más y en cambio el bagaje acumulado es enorme.

La figura de un administrador general

Crear la figura de administrador general podría contribuir a retener parte de este talento y asegurar un retorno justo por la confianza artística generada a través de los años.

La mayor parte de los conflictos del sector cultural no provienen de la escasez de recursos sino de la existencia de marcos jurídicos anticuados y poco atrevidos.

Los problemas de transparencia y buena gestión no se solucionan a través de concursos aparentemente legítimos porqué en el mundo de la cultura y el arte un proyecto vale lo que vale su autor y cualquier otra consideración es hacerse trampas al solitario.

Sería como pretender hacer un concurso para contratar a Serrat porqué siempre  habrá quien cante sus canciones perfectamente y  a un precio mucho más barato.

 

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