El liderazgo de la Universidad de Barcelona y el Top 100
En el momento presente, la Universidad de Barcelona ostenta el liderazgo de las Universidades españolas. Según el QS World University Rankings 2016-2017 (ranking que evalúa la reputación académica, el volumen de citas científicas por profesor, la ratio profesor-estudiante, la contratación de los graduados y el grado de internacionalización) la Universidad de Barcelona, un año más, lidera el mapa universitario español. Concretamente, se sitúa a nivel mundial en la posición 160, ganando así seis puestos en relación a la edición anterior.
Este es nuestro presente, explicable en buena medida por nuestro pasado, que condiciona el futuro, pero no lo determina. Un presente que nos enorgullece pero que, en unas condiciones justas con aquellos con quienes nos comparan, debiera conducirnos, fruto del inconformismo y de nuestra voluntad de trabajo, a alcanzar el top 100 de los centros universitarios.
Ahora bien, si no se toman medidas aprovechando la potencialidad de una economía basada en el conocimiento, lejos de alcanzar ese objetivo los números de los rankings de todas las Universidades públicas, también de la Universidad de Barcelona, como líder del sistema, se resentirán notablemente.
Y ello no solo va en detrimento del prestigio de nuestro sistema universitario, sino también de Catalunya y sus valores. Para alcanzar el reto de situar a la Universidad de Barcelona en el top 100, sin perjuicio de tener presente que algunos criterios de puntuación en los rankings no son fáciles de alcanzar (número de premios Nobel), resulta imprescindible contar con un incremento presupuestario y aprovechar la potencialidad de la transferencia de conocimiento e innovación.
Todo ello debe «aderezarse», además, con otros factores internos como, por ejemplo, la renovación generacional de profesores y equipos de gobierno de las Universidades, o la necesidad de poner en marcha un conjunto de acciones que permitan fomentar la consolidación de la relación de nuestros egresados con la institución, lo cual nos ha de permitir conocer, de primera mano, las necesidades formativas de cada momento, así como incrementar nuestra vinculación con el territorio. Con recursos suficientes y el compromiso ya demostrado por la comunidad universitaria, el top 100 no será una utopía, sino más bien un reto, no sencillo, pero si alcanzable a medio plazo.
David Vallespín Pérez es Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona