El liderazgo de la Universidad de Barcelona y el Top 100

En el momento presente, la Universidad de Barcelona ostenta el liderazgo de las Universidades españolas. Según el QS World University Rankings 2016-2017 (ranking que evalúa la reputación académica, el volumen de citas científicas por profesor, la ratio profesor-estudiante, la contratación de los graduados y el grado de internacionalización) la Universidad de Barcelona, un año más, lidera el mapa universitario español. Concretamente, se sitúa a nivel mundial en la posición 160, ganando así seis puestos en relación a la edición anterior.

De igual forma, la Universidad de Barcelona, por tercer año consecutivo, según la Academic Ranking of World Universities (ARWU), más conocido como ranking de Shanghai, se sitúa entre la posición 151 y 200 de su prestigiosa clasificación, siendo también la única universidad del sistema español en ese segmento. Este liderazgo, fruto del esfuerzo pasado y presente de diferentes generaciones, debe reconfortar a quiénes formamos parte de la institución, así como a la sociedad en su conjunto. En los últimos años este liderazgo se ha mantenido pese a los recortes que han padecido y padecen las Universidades Públicas, así como al «menosprecio» que han sufrido su profesorado, personal de administración y servicios y estudiantes.

Como así se puso de manifiesto mediante la lectura de dos manifiestos sindicales con motivo de la reciente inauguración del curso del sistema universitario catalán, desde 2010 han disminuido drásticamente las transferencias a las Universidades (más de un 20 %), en no pocos casos se ha invadido o pretendido invadir su autonomía, se ha seguido una política de tasa de reposición mínima o nula en cuanto al personal, precarizando las plantillas y haciendo imposible el ya inaplazable relevo generacional, y se ha impuesto un incremento desorbitado del precio de las matrículas universitarias. 

La Universidad Pública ha sido y es solidaria con el país. Pese a todo lo descrito en el párrafo anterior, la Universidad de Barcelona no solo ha mantenido su liderazgo dentro del sistema universitario, sino que desde 2012 ha mejorado 27 posiciones en el QS World University Rankings. Ello ha sido posible por las bases sentadas antes de la crisis económica y el peso de nuestra tradición, así como por el sacrificio y responsabilidad de nuestro personal, la apuesta por la modernidad y la reforma responsable de nuestras estructuras académicas.

Este es nuestro presente, explicable en buena medida por nuestro pasado, que condiciona el futuro, pero no lo determina. Un presente que nos enorgullece pero que, en unas condiciones justas con aquellos con quienes nos comparan, debiera conducirnos, fruto del inconformismo y de nuestra voluntad de trabajo, a alcanzar el top 100 de los centros universitarios.

Ahora bien, si no se toman medidas aprovechando la potencialidad de una economía basada en el conocimiento, lejos de alcanzar ese objetivo los números de los rankings de todas las Universidades públicas, también de la Universidad de Barcelona, como líder del sistema, se resentirán notablemente

Y ello no solo va en detrimento del prestigio de nuestro sistema universitario, sino también de Catalunya y sus valores. Para alcanzar el reto de situar a la Universidad de Barcelona en el top 100, sin perjuicio de tener presente que algunos criterios de puntuación en los rankings no son fáciles de alcanzar (número de premios Nobel), resulta imprescindible contar con un incremento presupuestario y aprovechar la potencialidad de la transferencia de conocimiento e innovación.

Todo ello debe «aderezarse», además, con otros factores internos como, por ejemplo, la renovación generacional de profesores y equipos de gobierno de las Universidades, o la necesidad de poner en marcha un conjunto de acciones que permitan fomentar la consolidación de la relación de nuestros egresados con la institución, lo cual nos ha de permitir conocer, de primera mano, las necesidades formativas de cada momento, así como incrementar nuestra vinculación con el territorio. Con recursos suficientes y el compromiso ya demostrado por la comunidad universitaria, el top 100 no será una utopía, sino más bien un reto, no sencillo, pero si alcanzable a medio plazo

David Vallespín Pérez es Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona