El largo brazo de Alemania
La decisión de dejar en libertad a Puigdemont ha revolucionado los ánimos en las filas unionistas e independentistas, que esperan ahora nuevos acontecimientos
Tanto el independentismo catalán como el constitucionalismo exageran, y mucho, en sus respectivas reacciones a la negativa de Alemania. Europa no da alas al secesionismo. Europa censuró y censura a Carles Puigdemont. Europa ha repetido mil veces el mantra de la confianza en España. Europa quiere que España siga unida.
Unida, pero por otras vías. No las de la aniquilación del soberanismo catalán. Sí las de la integración, lo que por aquí llamábamos encaje. A fin de contribuir a atenuar el conflicto en vez de agudizarlo, Alemania marca el camino, según lo previsto en las páginas de Economía Digital por quien firma, si bien con mayor contundencia y celeridad.
Europa quiere que España siga unida, pero por la vía de la integración
El mensaje es claro, tanto en el fondo –no hubo rebelión— como en la forma. Puigdemont excarcelado sin dilaciones. El mensaje es jurídico, pero sobre todo político.
Los líderes independentistas actuaron mal, de manera precipitada y al margen de la ley. Se impone un correctivo que preserve el armazón constitucional de los estados. Pero al mismo tiempo, dicho armazón debe flexibilizarse en vez de adquirir mayor rigidez.
Por eso Alemania dictamina que una vez fracasado el intento secesionista España debe moderar su reacción. Lo que le conviene a Europa es que Madrid propicie vías de solución en vez de eternizar el problema catalán.
El análisis independentista…
Las primeras reacciones de euforia por parte republicana se deben, no a un análisis, sino a la necesidad de un alivio emocional ante el alud de malas noticias. El independentismo va a explotar el punto débil de España, ya sea a través de los tribunales europeos o de las Naciones Unidas.
Mientras, la autonomía seguirá intervenida, pero parece que el 155 es poco relevante. El actual impasse puede alargarse porque la excarceración da alas al puigdemonismo, convirtiendo al expresidente en héroe para la mayoría de votantes independentistas.
Esta vez nos han derrotado, admiten, pero si no nos rendimos vamos a ganar. Reacción contraria, pues, a cualquier intento de rebajar la tensión. El realismo de ERC y el Pdecat se encuentra boqueado entre las rejas de Madrid y la excarceración de Puigdemont.
…y el análisis de Madrid
En Madrid, la reacción es exactamente la contraria. Estupor ante el varapalo. Lo lógico, lo conveniente, sería aflojar, por lo menos un poco. Pero eso sería interpretado como debilidad.
Por si al PP se le ocurriera ablandarse, por ahí anda Ciudadanos, dispuesto a acusar a quien sea de vendepatrias traidor. Ni una parte ni la otra conceden pues margen a sus moderados.
Pleno del Parlament. ED
De seguir el curso actual de los acontecimientos tendremos investidura fallida de Jordi Sànchez, seguida de intento fallido de investidura de Puigdemont. A continuación, nuevas elecciones o tal vez candidato independentista viable, según decida el nuevo residente forzoso en Alemania.
Sea como sea, nadie querrá admitir su parte en el fracaso del retorno a la normalidad institucional y la persistencia de la tirantez. No busquen el verbo desescalar en el diccionario de la RAE. Tampoco en el DIEC. Hoy por hoy, este anglicismo –también germanismo— no se conjuga ni en catalán ni en castellano.
Todo apunta, a tenor de los acontecimientos, a que asistiremos a una nueva investidura fallida
Tarde o temprano el TEDH sentenciará que no hubo rebelión, pero a corto o medio plazo es muy improbable que el TS español admita que estuvo equivocado. Alemania, en nombre propio y en el de Europa, ha lanzado una carta sobre el tapete y se ha quedado con la definitiva, un Puigdemont convertido en comodín.
Nunca es aconsejable apostar sobre sentencias. Sin embargo la lógica políticas indica que Alemania se va a tomar su tiempo. Si España afloja y rectifica, aunque sea en parte, puede haber extradición de Puigdemont por malversación. Si los demás líderes independentistas siguen encarcelados puede quedar en libertad.
El mango de la sartén está ahora en Alemania. España dispone de unos meses para optar entre la moderación y el bochorno. O sea, entre la conveniencia y el orgullo.