El independentista que se disparó un tiro en el pie

Hoy he comido con un viejo amigo. Como casi todas las conversaciones que había en las mesas de alrededor, hemos hablado de política y del 27S. Él es un independentista convencido. Y a pesar de yo soy casi dos lustros mayor que él, sigo creyendo que él era de piedra picada mucho antes que yo.

Este amigo es de los que iban a las manifestaciones del 11 de septiembre cuando se reunían en Arc de Triomf poco más de cinco o diez mil personas. Desde que lo conozco ha militado en organizaciones que consideraban a ERC demasiado blanda con España. A España no la quiere ni como vecina. «¡Si Cataluña fuera independiente, el catalán sería el único idioma oficial y punto!», dice. Aparte de eso, él es un liberal, partidario de un estado minúsculo, en una sociedad de libre mercado sin interferencias gubernamentales.

En cualquier caso, espero que con esta descripción haya dejado claro cuál es su ideología. Pues bien, si hubiera de responder a un acertijo, a quien cree que este señor votará el 27S? No me digáis todavía. Espere a después de leer un extracto de la conversación. El desenlace promete ser divertido.

– (Yo) Bueno, ¿esta vez sí que tienes claro a quién tienes que votar, no?

– (Amigo). ¡Y tanto, nunca en la vida lo había tenido tan claro!

– Vaya. Estoy contento.

– Pues ya lo sabes, ¡ganaremos!

– Te veo muy convencido. ¿Qué es lo que guiará tu voto esta vez?

– Ya sabes que no soporto la ambigüedad, y no estoy dispuesto a dar mi voto a aquellos que no defienden claramente la independencia.

– Sí, eso lo tengo claro.

– Y también sabes que yo soy un liberal que no quiere las garras del estado donde no toca. ¡Al mercado, lo que es del mercado!

– Ah, ¿y qué partido defiende estas dos posiciones?

– Ninguno.

– ¿Entonces?

– Votaré a la CUP.

– ¿¿A la CUP?? ¡Pero si éstos quieren nacionalizar medio país!

– Ya, pero al menos son coherentes. Y si Mas no se porta bien, no le darán apoyo. Mas no puede conseguir mayoría absoluta. No me gustan las mayorías absolutas.

– Ah… ¿Pero tú sabes cómo se leerá esto internacionalmente?

– Sí, que hemos ganado. ¡Quedará muy claro!

– ¿Sí? ¿Estás seguro que harán la suma de los escaños por separado?

– ¡Por supuesto hombre! ¡Que en Europa la gente sabe sumar!

– Vale, Vamos a hacer una prueba. Tú que sabes inglés y francés, ¿recuerdas cuál es el otro partido independentista de Escocia (es el Scottish Green Party) y cuántos escaños tiene en el Parlamento de Holyrood? (tiene 2 escaños).

– Hombre…

– Te lo pongo más fácil. En Irlanda del Norte, el segundo partido independentista del Parlamento después del Sinn Fein, ¿Cómo se llama y cuántos escaños tiene? (es el SDLP con 14 escaños).

– No… Pero es que esto es diferente, es que aquí los de «Junts pel Sí» no podemos estar seguros de que quieren la independencia. Si no sacan mayoría, y dependen de la CUP, la CUP los obligará.

(Dejamos aquí el contenido de la conversación y continúo con el artículo)

Es sorprendente que alguien que ha deseado algo desde muy joven, que ha quemado banderas, dado dinero, trabajado por entidades soberanistas, militado en partidos que la defendían, elija una opción que claramente contradice su ideología liberal porque tiene dudas (razonables no lo niego) respecto a los que probablemente serán la primera fuerza independentista tras las elecciones.

Para mí, los mejores abogados que ha tenido el independentismo han sido, por este orden, el Sr. Aznar y el Sr. Rajoy. Según mi suegra (para quien Iniciativa por Cataluña era demasiado de centro) han sido el Partido Popular y las acciones de sus ministros quienes más la han convencido de que hay que votar a favor de la independencia, y de Mas .

En cambio, uno de los catalanes más radicalmente independentista que conozco, no sólo se echa un tiro en el pie, sino que está satisfecho de hacerlo. Sería sorprendente, pero no sería la primera vez que los que ponen trabas a un proceso son los que más ganas tienen de que se produzca. Cuando Michael Collins firmó el acuerdo entre Irlanda y Gran Bretaña a finales de 1921, que permitió el primer paso en la independencia de Irlanda, dijo: «Tal vez he firmado mi sentencia de muerte». El propio presidente de su partido Eamon de Valera, que no quería aceptar ni siquiera una tutela transitoria de Inglaterra, calificó a Collins de «traidor». Pocos meses más tarde, moría asesinado a las ocho de la noche en una carretera de Cork. Según algunas fuentes, iba confiado: «Nadie me disparará a mi propio contado». Pues ni eso respetaron sus compatriotas. Los que querían la independencia perfecta, la utópica, la que no existe, la que no conseguiremos nunca.

Hay una frase anónima que dice: «Con estos amigos, no me hacen falta enemigos». Hoy me voy a dormir con ella. No me la puedo sacar de la cabeza.