El independentismo y su totalismo en el espacio público
Poco a poco. Victorias, una a una. El movimiento independentista no quiere analizar lo que practica: un totalismo que se presenta como simpático y sin ningún peligro. Es cierto que el movimiento soberanista ha sabido movilizar a muchas personas, con exhibiciones cívicas de gran plasticidad. Y es verdad que no se ha roto nada. Pero también se debe incidir en su ocupación del espacio público, y en la irresponsabilidad de algunos miembros del movimiento, que no dudan en agitar a otros ciudadanos con una gran habilidad en las redes sociales.
Han pasado ya unos días, y ningún grupo político ha querido insistir en lo ocurrido en el Fossar de les Moreres, en el barrio barcelonés del Born. Con motivo de las fiestas de Santa Eulàlia, el lugar se convirtió en uno de los escenarios del festival artístico Llum BCN, que se celebra desde 2012. Unos estudiantes de Bellas Artes pusieron en pie la obra Foc de llar, que consistía en la disposición de unos carros de la compra con diferentes materiales en su interior, con la idea de quemarlos con la caída de la noche. Más allá de la concepción del arte que cada uno tenga, lo que sucedió es que el independentismo montó en cólera al entender que se violaba un espacio sagrado, porque en el Fossar de les Moreres están enterrrados los héroes de la resistencia de Barcelona en 1714 frente al rey Borbón.
La presión fue tan grande, que, cinco horas después, tras comentarios de todo tipo en las redes sociales, la organizadora de la instalación, Barcelona Cultura, del ICUB, decididó anunciar la retirada de los carros. Los independentistas habían cargado duramente contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, demostrando que el soberanismo ve una rival en la líder de Els Comuns, el partido que podría competir con el soberanismo en las elecciones al Parlament. Pero resulta que el responsable era el socialista Jaume Collboni, que gobierna con Colau, y que es el titular de Cultura, aunque fueron los técnicos del ICUB los que dieron por buena la muestra de arte. Lo cierto es que el propio Collboni, que ha pedido iniciar un profundo debate sobre cómo se utiliza el espacio público, tampoco ha considerado que se tratara de un tema de extrema relevancia.
Sin embargo, la tiene. Es revelador. Comenzó el ataque a la muestra un empresario y «asociado» al PDECat, Mark Serra, con más de 22.000 seguidores en Twitter, y 73.000 seguidores en Facebook. Pero es que le siguieron altos cargos del Govern, intelectuales, miembros de la ANC y de Òmnium, los grupos municipales de Convergència, de ERC, y algo más distante el grupo de la CUP.
Y claro, se sumó Pilar Rahola, columnista en La Vanguardia, sin dudarlo, con una frase para la posteridad: «Señora Ada Colau, ¿nos puede explicar qué obsesión enfermiza tiene con los símbolos nacionales? Primero el Born (por la exposición sobre la simbología franquista) y ahora el Fossar. Deje en paz la memoria».
Rahola, posteriormente, se hizo la víctima porque algunos medios de comunicación recogieron la polémica, citando su frase. No le interesó saber qué había ocurrido realmente. No importa, porque el movimiento soberanista va en una única dirección, en una muestra de totalismo, tal y como desgrana esa acepción el filósofo Miquel Porta Perales, en un libro con ese mismo título: Totalismo.
Lo que sorprende es que los grupos municipales, como Ciudadanos, el PP o el propio PSC, y, por supuesto la propia Ada Colau, hayan dejado pasar la ocasión para fijar algunas cosas: el respeto, la neutralidad de los espacios públicos, y lo más importante: la defensa de la libertad.
En eso está ganando la batalla claramente el independentismo, que ha considerado que el espacio público le pertenece, como prueba otra práctica habitual: llenar todas las rotondas de todos los municipios con amplias esteladas, como también explica con detalle, con algunas sugerencias estimulantes, el catedrático de psiquiatría Adolf Tobeña en La pasión secesionista.