El independentismo mágico choca contra la economía
Quizá sea la economía la que se encargue de encallar al separatismo al filo de su "temporada grande"
En la temporada grande del separatismo, que va según el calendario oficial del 17 de agosto al 27 de octubre, lo que tocaba era revivir el «procés», ocupar las calles y crear un ambiente preguerracivilista que llevará hasta los días del juicio una tensión equiparable a la del año pasado por estos días.
Pero por mucho llamamiento a asaltar las calles y a acampar previo paso por Decathlon para comprarse una Quechua, el tema no acaba de cuajar y la gente, mira que somos obstinados, parece apostar mayoritariamente por hacer su vida… Qué cosas.
El primer problema es que los múltiples recursos y recusaciones de los abogados defensores de los políticos en prisión preventiva han dilatado el proceso judicial y la vista oral empezará más tarde de la fecha que pretendía el Tribunal Supremo.
El alto tribunal quería que el juicio se celebrara en octubre pero la máxima observancia con la que se estudian todos los recursos presentados por la defensa atrasará el inicio de las sesiones hasta después de Reyes y es muy difícil mantener la tensión tanto tiempo en calle.
El choque de intereses entre la estrategia política y la procesal será una constante en los próximos meses que irá in crescendo.
Pero este no es el elemento principal que esta poniendo de manifiesto que los decibelios del ruido otoñal de los independentistas son superficiales mientras hay un mar de fondo económico al que no prestamos la atención debida.
Pido que me paguen lo que me deben y exijo no pagar lo que yo debo
La semana se inició con el recordatorio por parte del vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de que el Estado debe a Cataluña más de 7000 millones de euros y acabó con la petición de la suspensión sine die del pago de la deuda por parte de la Generalitat al Estado del FLA, nada más y nada menos que 57.000 millones de euros.
La estrategia es muy básica: pido que me paguen lo que me deben y exijo no pagar lo que yo debo, que por cierto es casi diez veces superior a lo que me deben.
La semana siguió con un sorprendente giro radical en la estrategia indepe sobre el relato relativo al tema de la fuga de empresas. En una primera etapa, antes del 1-O, Artur Mas y otros tantos decían que las empresas de todo el mundo se morían de ganas de venir a la Cataluña independiente. Era la época de lo que Gabriel Rufián llama independentismo mágico.
Tras la fuga de más de 5.000 empresas, cosa que no ha sucedido en ningún otro lugar de la OCDE, los separatistas vivieron una larga etapa de negación de la realidad y, finalmente, en un proceso parecido al del duelo, la consejera Àngels Chacón va y reconoce que se han ido 3.700 empresas que suponen, nada más y nada menos, que el 43% de la facturación de las empresas de la comunidad autónoma.
La semana económica experimentó otra gran novedad, a la que los medios oficiales y las terminales indepes no les ha interesado lo más mínimo dar publicidad alguna. La consellería de Economía ha decidido participar, a nivel técnico se justifican, en las negociaciones junto al resto de comunidades autónomas sobre financiación autonómica.
Personalmente yo me siento igual que un Riojano o un Asturiano pero temo que el ADN de Quim Torra experimente una gran convulsión cuando los funcionarios de la consellería de Economia se sienten en la misma mesa que los representantes de Ceuta, Baleares o Murcia.
¡Qué horror que un García de Sabadell compa mesa con un García de Motril! ¡Dónde se ha visto tal atrocidad!
¡Al parecer nadie capta en los mercados que la república será un chollo para todos!
Y la semana terminó con la publicación de los datos de inversión exterior por comunidades autónomas. Mientras Madrid subía 2.400 millones, Cataluña caía casi 700.
¡El mundo conspira, las empresas no entienden a Torra, ni a Carles Puigdemont, y al parecer nadie capta en los mercados que la república está a la vuelta de la esquina y será un chollo para todos!
Si bien el ruido desestabilizador socialmente hablando que busca Torra de forma irresponsable no alcanza el nivel de ensordecedor ni llega a la temperatura que ellos querrían, el ruido que puede hacer la avería económica llegara a todas y cada una de las casas y empresas de Cataluña.
Quizás el separatismo encalle por el mismo sitio por donde tomo fuerza: la economía.