El independentismo banaliza hasta el franquismo
¿Cómo? El bloque independentista en Cataluña ha adoptado algunas fórmulas populistas, como lo demuestra las caceroladas de estos días en distintos barrios de Barcelona para protestar por la imputación de Artur Mas. Se dirá que el título de este artículo es del todo injustificado, pero las reacciones de opinadores y de políticos del ámbito soberanista nos llevan a esa conclusión. Sí, el independentismo, que ha banalizado el propio concepto de la democracia –todo lo que sea poner urnas en las calles es democrático- trata ahora de banalizar también el franquismo.
Resulta que se considera una provocación que Artur Mas declare como querellado por la consulta del 9N ante el Tribunal Superior de Justícia de Cataluña (TSJC) el día 15 de octubre. El enojo ya es mayúsculo por la propia declaración, pero se sube el tono por el hecho de que coincida con el 75 aniversario del fusilamiento del president Lluís Companys.
Algunos opinadores, de la órbita soberanista, han asegurado que «imputar al president de la Generalitat por poner las urnas y defender Cataluña, el día del asesinato de Companys, lo dice todo de España».
Otro, del ámbito artístico-político, ha afirmado: «El Presidente Mas protagonizará la ofrenda floral en la tumba de Companys por su asesinato y después irá al juzgado para declarar. Magnífico mensaje histórico».
Es decir, ven una semenjanza. Quieren transmitir, Pilar Rahola y Lluís Llach, respectivamente –son los autores de los anteriores dos mensajes– que la ofensa es enorme, que el pueblo catalán tiene derecho a pensar que España quiere anular a Cataluña.
Veamos. No hace falta explicar que Companys fue víctima del franquismo. Que Franco no paró hasta que logró detener al president Companys en Francia, por las tropas alemanas, aunque en una operación que dirigió el franquista Pedro Urraca Rendueles, que lo trasladó hasta la frontera de Irún. La actuación no tiene calificativos. Se trató de un asesinato, con el fusilamiento, sin ninguna garantía de nada, en el Castell de Montjüïc el 15 de octubre de 1940. Fue, efectivamente, el único presidente europeo, que había sido elegido democráticamente, fusilado por el fascismo, que esa fue la ideología del primer franquismo.
La Fiscalía emitió una nota al conocer este miércoles los comentarios del bloque independentista. «Atribuir una intencionalidad política a la fecha fijada por el magistrado instructor, relacionando la fecha escogida con presiones de otros poderes del Estado o, incluso, con connotaciones históricas atenta gravemente contra la independencia del poder judicial y contra el mismo sentido común».
La nota viene a cuento, máxime si se conoce que se trata de un trámite, tras la querella con el 9N, y de que la defensa de los propios querellados, el president Mas, y las conselleras Rigau y Ortega, pidieron el 16 de septiembre, en plena campaña electoral, declarar antes que los testigos. La Fiscalía optó por no hacerlo durante la campaña, «porque hubiera sido poco sensato hacerlo en pleno proceso de formación de la voluntad popular». Y decidió que se tomara declaración a los querellados y los testigos, por la causa del 9N de forma paralela. Mas lo hará el día 15, y el 13 lo harán Rigau y Ortega. La cita para cinco nuevos testigos es para el 19.
Es cierto que la causa sobre el 9N es polémica, que no todos los magistrados la secundaron, que es discutible, pero causa perplejidad que se establezcan esos paralelismos históricos. El independentismo, con razones y legitmidad para defender ese proyecto político, no puede banalizarlo todo. Pero, oigan, lo está haciendo.