El hombre de los yogures caducados

Mariano Rajoy ha puesto el huevo de las europeas. Miguel Arias Cañete, el hombre que presume de comer yogures caducados y ducharse con agua fría, que será ministro de Agricultura algunos días más, eterno candidato a la vicepresidencia de la Comisión, y, sobre todo, amigo del actual inquilino monclovita, concurrirá como cabeza de cartel en las elecciones al Parlamento comunitario por el Partido Popular.

Francamente, dudamos del europeismo de Rajoy. Así que simplemente atribuimos el nombramiento a una mera cuestión de plazos y a la autoprotección. También a que como el Presidente dejó de sestear para ir al Congreso a decir no a Artur Mas, aprovechó para despachar este incordio –pensará él— de comicios.

 
A favor de Cañete concurren ciertas virtudes que en la empresa privada apenas serían un hecho diferencial

Elena Valenciano, excitada tras dos meses de campaña, roerá en hueso no por los méritos del oponente, sino por la debilidad de la propuesta socialista. A favor de Cañete, sin embargo, concurren ciertas virtudes que en la empresa privada apenas serían un hecho diferencial; pero en política, sí. Resulta que el madrileño con corazón jerezano es poliglota.

Habla con fluidez inglés y francés. Se defiende en italiano y alemán. De los ministros es el menos ruinoso, o el único que ha registrado sus ganancias en la casilla de Hacienda. Con 1,8 millones, Cañete es el integrante con más patrimonio del Ejecutivo. La riqueza supera la de Rajoy y deja a la altura de una pordiosera a Barbie Cospedal (descontados los emolumentos de su marido).

Ante semejante currículo, es comprensible que el PP saque pecho por el candidato. Los críticos se preguntarán por qué Rajoy decide prescindir de tanto talento. Es más, habrá quién quiera saber por qué no aprovecha la necesaria crisis para airear el Consejo de Ministros. Gallardón, Mato, Margallo y Montoro podrían apearse con el mismo movimiento.

Sólo la vicepresidenta Santamaría tiene la respuesta, aunque la intuimos. Rajoy es ministro de todo y de la nada. Cuando escuchamos a Margallo hablar sobre Catalunya, en realidad es la voz del gallego la que hace reaccionar a nuestros tímpanos. Sucede lo mismo con Sánchez-Camacho. Uno no sabe al final si habla la mujer barbuda. La cuestión es que, aunque la voz es única, la imagen es poliédrica ante el electorado.

 
Nos disponemos a devolver al Parlamento europeo al hombre que aprobó el plan hidrológico por cojones

Las elecciones europeas salen gratis. Así que orgasmaremos con el voto de castigo; de este modo, el descalabro de CiU será mayor al esperado y el soufflé de Esquerra se inflará. Rajoy precisa un resultado potente que le permita enfrentar el reto catalán y terminar la legislatura. Con Cañete, el ministro menos expuesto a la erosión del mandato, puede garantizarse unos números presentables.

Así que nos disponemos a devolver al Parlamento europeo al hombre que atizó las costumbres democráticas con declaraciones de órdago. “El plan hidrológico se aprobará por cojones”, dijo. Es un político por tanto caduco, como sus yogures, pero conviene a Rajoy: se garantizará con él una clara victoria o bien cobijo por si precipita un mayúsculo chubasco electoral.