El gran partido abstencionista de Catalunya
La creciente dimensión del abstencionismo en Catalunya lleva camino de configurar, de forma implícita, lo que se llama un catch-all party, es decir, un partido atrápalo-todo, o dicho con lenguaje más teórico, un partido multi-comprensivo. Digamos que un abstencionismo multi-comprensivo.
Los analistas predicen un elevado grado de abstención en las próximas elecciones a la eurocámara, algo no infrecuente en toda la Unión Europea, pero en el caso de Catalunya lleva el impulso previo del abstenerse, como hábito contagioso.
Es un dato menor el escaso atractivo político de los candidatos que encabezan las listas específicas en Catalunya o los que representan en sus respectivas listas del PSOE o PP a la cuota catalana. En estas las elecciones se vota a un partido para castigar a otro, o se revalida resignadamente la confianza en el voto usual.
En estas elecciones, se suma la confusa propuesta secesionista de Artur Mas. Habrá electores que votarán lo que voten teniendo en consideración el futuro o la negación que desean para esa propuesta, como prólogo de una consulta que de todos modos no se va a celebrar en términos legales.
Un factor que probablemente quedará al margen es que, de llegar a su objetivo el independentismo, éstas podrían ser las últimas elecciones al Parlamento Europeo en Catalunya, porque al separarse de España, quedaría excluida de la Unión Europea.
Especialmente antes de la crisis económica de 2008, se hablaba a menudo del déficit democrático de la Unión Europea. En Catalunya, el alto grado de abstencionismo también puede considerarse como un déficit democrático.
Un indicio flagrante fue la abstención en el referéndum para ratificar el segundo “Estatut”, en 2006. Entonces la abstención fue de un 51,15%. Nada menos que la mitad del electorado de Catalunya.
Del 48,85 que votó, un 73,90 estuvo a favor y el no se situó en un 20,76, un porcentaje que, al igual que la abstención, no se tiene en consideración cuando se afirma que el “Estatut” tuvo un amplio apoyo mayoritario de la sociedad catalana. En realidad, el abstencionismo iba a más como catch-all party.
En la votación estatutaria de 1979, la participación había sido el 59,3%. Los votos a favor en aquella ocasión alcanzaron el 88,15%.
Especialmente, la abstención de sectores amplios de la sociedad se da en aquellas convocatorias electorales en las que se dirimen asuntos autonómicos.
Por contraste, tiene su lógica que al nacionalismo le incomode tener presente la participación que se dio en Catalunya tanto en el referéndum de la Ley para la Reforma Política y la consulta sobre la Constitución.
Por ejemplo: al votarse la ley para la reforma política la abstención fue de un 25,90%, en el referéndum de la Constitución en 1978 estuvo en un 32%.
Indudablemente, no se puede atribuir un significado monolítico al voto abstencionista. Ahí caben muchísimos factores. Pero el porcentaje tiene una cierta apariencia de atrapalo-todo.