El Gobierno que quiere Pedro Sánchez
La incertidumbre es enorme, y eso nunca gusta a los mercados. Una crítica a esa posición sostiene que la política no puede someterse a los designios del capital. Pero no se trata del dinero en mayúscula. O no únicamente. También usted y yo, en nuestras respectivas economías domésticas, estaremos pendientes de la gobernabilidad del país para saber a qué atenernos, y decidir el destino de nuestros ahorros, si logramos tenerlos. El caso es que en España la investidura del próximo presidente del Gobierno está en el aire, y la posibilidad de repetir las elecciones generales es muy elevada.
Ante eso, la pieza central se encuentra en la cúspide del PSOE. Por ahora. Es Pedro Sánchez, como secretario general del partido, y candidato a la presidencia, quien debe optar por un determinado camino. Lo más razonable, a ojos de esos mercados, y de la Comisión Europea, que vigila de cerca todo lo que sucede, es que el PSOE facilitara la investidura del candidato del PP.
En la negociación, como ha señalado ya Mariano Rajoy, se podría hablar de todo, de una reforma de la Constitución y otras mejoras del sistema institucional español y eso podría convenir a todos. Para ello, también habría que contar con Ciudadanos, logrando una amplísima mayoría parlamentaria de 253 diputados. Pero el PSOE necesitaría algo más, una pieza muy cara para el PP: el paso atrás del propio Rajoy para que los socialistas pudieran dejar claro a su electorado que han posibilitado un cambio en España.
Es complicado que el PP lo acepte, de la misma forma que Convergènica no acepta que Artur Mas deje su puesto a otro candidato de Junts pel Sí para lograr el apoyo de la CUP.
Ese es un camino que, todavía, se puede explorar. El otro, el que realmente quiere Pedro Sánchez, y que es «evidente» a ojos de algunos dirigentes consultados, pasa por dirigir un Gobierno alternativo con la colaboración de Podemos y Ciudadanos. Si los dirigentes territoriales lo permiten, y entre ellos Susana Díaz, –no hay que olvidar que el PSOE gobierna distintas comunidades con el concurso de Podemos– Pedro Sánchez intentará ese acuerdo sólo después de que Rajoy constate que no puede conseguir su investidura.
¿Cómo? Todos los partidos defienden sus propios intereses. Después buscan que coincidan con los intereses del país. Y el PSOE sabe una cosa: la mayoría de electores de Podemos son socialistas. O eran socialistas. Se trata de un electorado cabreado con la dirección del PSOE, por, entre otros factores, la gestión del anterior Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero que no supo contener el tsunami de la crisis económica.
Entre esos intereses partidistas, sin embargo, figura la necesidad de echar la culpa al otro. Sánchez, por tanto, sólo renunciaría a formar Gobierno una vez comprobara que es Podemos o Ciudadanos las fuerzas políticas que provocarían unas nuevas elecciones, si rechazan la investidura de Sánchez.
Ese es el camino de Sánchez, a la espera, también, de intuir, por lo menos, lo que pueda ocurrir en la política catalana, más complicada y enrevesada, incluso, que la española. Pero deberá, antes, clarificar los problemas internos del PSOE, como apuntamos en la edición de este miércoles, día de Reyes, en Economía Digital.