El futuro europeo de Pedro Sánchez
En un Madrid político muy concreto ya se da por finiquitado al presidente, y puede que gracias a la influencia que se vive en la capital a causa de la Cumbre de la OTAN, hasta se le sitúa próximamente, en Europa
Una comida en el Congreso y dos charlas posteriores, suficientes para descubrir que existe una tendencia en Madrid que considera que los días de Pedro Sánchez están contados. He asistido a tantos escenarios de relatos parecidos que siempre añado unas gotas de escepticismo al cóctel que se sirve con apariencias demoscópicas.
Barcelona es una plaza cada vez más cerrada a estos aires frescos repletos de rumorología que tanto nos gustan a los periodistas, cuando llegan de Madrid.
Está muy claro que Pedro Sánchez tiene muchos frentes abiertos. Uno está situado en su propio Gobierno. La Ley General de Comunicación Audiovisual aprobada gracias a la abstención del PP, sin el apoyo de sus compañeros de Consejo de ministros, ni de los que lo auspiciaron a la presidencia, le sitúa ante un crisis sectorial, pero profunda.
Su mala relación con Esquerra, mala pero necesaria, también pasa por la típica ingravidez política que mantiene en tensión a los supuestos negociadores de algo, aunque ni los socialistas, ni los republicanos, sepan dónde está la mesa que debería sentarlos en un mismo espacio. Si en Madrid o en Barcelona.
Con estas malas perspectivas, en el horizonte se atisban las elecciones andaluzas, que ahí, es cierto, por mucha encuesta a lo Tezanos, no parece que nadie pueda remediar una victoria del PP que, entonces sí, situará en el rincón de pensar a Pedro Sánchez.
Todas estas cábalas para afirmar que es sorprendente como en un Madrid político muy concreto ya se da por finiquitado al presidente, y puede que gracias a la influencia que se vive en la capital a causa de la Cumbre de la OTAN, que se celebrará los días 29 y 30 de junio, hasta se le sitúa próximamente, digamos que en Europa.
No dudo que los rumores, aunque siempre sean interesados, cabalguen sobre cierta verdad. Sin embargo, también es importante reconocer que la influencia de los populares en la Comunidad Madrid y en el Madrid castizo político (una fortuna de la ciudad es que las oportunidades de ser castizo son sencillas) son muy potentes.
Así que está bien analizarlo con ojos catalanes, aunque han demostrado ser en muchas ocasiones deficientes, pero en estos casos tienen la inocencia de la distancia. El término no es “inocencia”. Es una licencia poética.
Claro que, efectivamente, las elecciones andaluzas serán fundamentales para discernir que línea seguirá el PSOE en relación con las próximas elecciones Generales, para el otoño del 23. Sin olvidar que el próximo año también hay municipales y autonómicas no históricas.
Si el PP logra una mayoría absoluta, Pedro Sánchez tendrá un problema grave. Si el PP se ve obligado a gobernar con Vox, el PSOE seguirá teniendo un problema, pero con posibilidades. A los socialistas les ha ido bien lo de “si tu no vas, ellos vuelven”.
Pero es que el “ellos” está cada vez más diluido. Y hasta existen simpatías ya bastante conocidas entre diputados de Vox con los del resto de la Cámara.
Todo esto dificulta la buena sintonía que existe entre PSOE y ERC. Tanto uno como el otro, no descansan en evidenciar que están a la greña. Que no hay nada que hacer en el camino a una mesa de negociación. Pero no es cierto. Se necesitan. Lo demuestra en Cataluña, por ejemplo, la ley trabajada sobre el catalán en las aulas, que al final será aprobada vía decreto, con el respaldo del PSC.
Esto de la política cada vez es más un mundo a lo “Stranger Things”. Mundos paralelos y acoplados.