El fútbol

El deporte rey reproduce los valores sociales del siglo XXI: nacionalismo, colonialismo y agresividad. El fútbol es una metáfora de nuestro mundo real

El fútbol –como dicen los clásicos- es así. A saber: la prueba de un mundo globalizado en que las mercancías traspasan fronteras, un negocio que genera importantes dividendos, la expresión de la identidad colectiva, una suerte de terapia psicológica para superar determinadas frustraciones individuales o nacionales, una excusa para dar salida a los instintos agresivos del ser humano.

Acérquense al Mundial 2018 de Rusia y verán.

La Globalización

El fútbol es la prueba de un mundo globalizado al convertirse en una mercancía que lo coloniza todo.

El colonialismo del siglo XXI

No es exagerado hablar de colonialismo si tenemos en cuenta que la FIFA –la FIFA reúne más países que la ONU– mantiene una relación casi colonial con las federaciones del Tercer Mundo y que los países del norte importan jugadores del sur y exportan giras de clubes, futbolistas en declive, entrenadores, tácticas y gadgets diversos generalmente fabricados por el Sur.

El fútbol es un negocio lucrativo

El fútbol es un negocio que genera importantes dividendos al gestionarse empresarialmente, negociar y renegociar contratos al alza o a la baja según sea la coyuntura, realizar fichajes estrella con la intención de obtener réditos deportivos y extradeportivos, endeudarse, cotizar en bolsa, vender derechos televisivos, convertir el estadio en una suerte de parque temático para rentabilizarlo más y mejor, patrocinar buenas causas, usar y abusar del merchandising, y explorar nuevos mercados para la exportación.

El fútbol expresa una identidad colectiva

El fútbol es la expresión y afirmación de una identidad colectiva que se manifiesta exaltando lo propio en el estadio y consagrando las selecciones y los héroes nacionales propios dentro y fuera del estadio.

El fútbol crea la nación, la afirma y la cohesiona. En el Tercer Mundo, el fútbol abre fronteras a los usos y costumbres occidentales.    

El opio del pueblo

El fútbol es una terapia –bálsamo, placebo o diazepan- que apacigua o alivia determinadas frustraciones individuales y sociales –con sus correspondientes pulsiones agresivas cuando existen- por medio de una serie de comportamientos afirmativos como gritos, insultos, cánticos y desfiles que exaltan lo propio y denostan lo ajeno.

El fútbol da salida a los instintos más agresivos

El fútbol es una excusa para dar salida a los instintos agresivos del ser humano cuando surge un comportamiento patológico como, por ejemplo,  un vandalismo que expresa las tendencias nihilistas y autodestructivas del ser humano así como el afán de notoriedad de quien sólo existe en la medida que destruye.

Cosa que, por fortuna, no está ocurriendo en el Mundial 2018 de Rusia.

El fútbol como metáfora social

En definitiva, el mundo es una metáfora de nuestro mundo. El futbol es así y el mundo es así.

El fútbol refleja el moralismo que nos invade

Hay más. El fútbol, y por extensión el deporte -como no podía ser de otra manera en el mundo banal, gaseoso y flácido en que vivimos-, es también –nunca mejor dicho- un campo abonado para la plaga de la autoayuda que nos invade.

El fútbol

 

El fútbol es una manifestación de la plaga de autoayuda que nos invade / WikiMedia

Resumo: que si promueve la salud del cuerpo y el alma, que si invita a la superación y la colaboración entre pueblos, que si es una escuela de caballerosidad, que si no hay educación sin deporte, que si es una manifestación del internacionalismo pacifista.      

Dos hipótesis antagónicas

Llegados a este punto, les invito a ustedes a elegir entre dos hipótesis de las  muchas formuladas hasta ahora.

En primer lugar, la hipótesis higienista de un Pierre de Coubertin que concibe el deporte como resumen y compendio de virtudes sin límite que conducirían al mens sana in corpore sano.

Adorno entendía que el deporte disciplinaba a la sociedad

En segundo lugar, la hipótesis disciplinaria de un Theodor Adorno que entiende que el deporte disciplina a la sociedad en unos determinados valores –trabajo, competencia, superación, disciplina y éxito- que consolidarían el orden capitalista.

¿Qué hipótesis resulta más plausible? Particularmente, pienso que ni el aristócrata ni el marxismo tienen razón. Tópicos.

Otras posibilidades

Así las cosas, planteo otras dos posibilidades.

La primera, del novelista Luis Landero: “acaba la Liga y las tardes del domingo adquieren la misma desolación existencial que tuvieron en nuestra adolescencia, cuando todavía no habíamos descubierto los carruseles de la radio, con griterío de conexiones urgentes entre anuncios de brandis i de cacaos, y uno se dedicaba a navegar a la deriva por el barrio”.

Shankly: “El fútbol es más importante que todo eso”

La segunda, del manager del Liverpool Bill Shankly: “el fútbol no es asunto de vida o muerte… ¡es mucho más importante que eso!”.

Concluyo: una y otra se complementan.  El fútbol es así, porque el hombre es así.

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