El filibusterismo y el trilerismo del independentismo catalán

El independentismo buscará cualquier resquicio legal para evitar cumplir con la sentencia del TSJC sobre el catalán y, si no puede, recurrirá a la ilegalidad

Si la Generalitat de Cataluña –gobierne la derecha o la izquierda- lleva más de 27 años incumpliendo de forma reiterada y sistemática las resoluciones de los Altos Tribunales sobre el asunto de lengua –la primera sentencia data del 23 de diciembre de 1994, TC 337/1994-, ¿por qué ha de cumplir ahora la providencia del TSJC que obliga a que las escuelas de Cataluña impartan, como mínimo, un 25 por ciento de las materias en la lengua vehicular española?

Las malas artes del independentismo catalán

El independentismo catalán, maestro en las malas artes del filibusterismo y el trilerismo, ha hecho todo lo posible para incumplir la providencia del TSJC.

Una doble estrategia inicial:

1. Aduce que el Gobierno del Estado no tiene competencias para hacer cumplir la providencia y que, en todo caso, corresponde impulsar dicho cumplimiento al órgano sentenciador y a la Generalitat de Cataluña. Una manera de incumplir el fallo, porque la Generalitat tiene la mala costumbre de no cumplir los fallos de los Altos Tribunales y muy difícilmente los cumple motu proprio.

2. Alega que un asunto de este calibre, a) no es competencia de un tribunal, b) que el modelo de escuela catalana es un modelo de éxito que garantiza la cohesión social, la equidad y la igualdad, c) que las pruebas de competencia básicas demuestran que los alumnos obtienen prácticamente los mimos resultados en lengua catalana y lengua española, d) que Cataluña se administra de acuerdo con la Ley de Educación de Cataluña de 2009.

Siguen las malas artes del independentismo catalán

Fracasada esta doble estrategia, se intenta otra doble estrategia:

1. Presenta un recurso contra el ultimátum del TSJC esgrimiendo que la Generalitat redacta una Proposición de Ley sobre el uso y aprendizaje de les lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria. Sigue el filibusterismo y el trilerismo: a) el español –que continúa sin ser lengua vehicular en Cataluña- deviene una lengua en la reserva; b) la nueva Ley busca el incumplimiento del 25 % al instaurar un nuevo marco legal. Una maniobra que el independentismo –arrojo y osadía- califica de “escudo jurídico”.

2. La Generalitat de Cataluña –antes de aprobar la Ley- redacta un decreto en donde a) se afirma que el catalán es la “lengua propia, lengua normalmente utilizada, lengua vehicular y de aprendizaje y lengua de uso normal en la acogida del alumnado” y b) se establece “la inaplicación de parámetros numéricos, proporciones o porcentajes en la enseñanza y el uso de las lenguas”. ¿El castellano? Solo se habla de “la garantía que el alumnado logre el dominio oral y escrito del catalán y el castellano al final de la enseñanza obligatoria”.

Conviene añadir que la Generalitat de Cataluña ha mandado un cuestionario a los centros del cual cabe destacar las dos preguntas siguientes: “¿El proyecto lingüístico prevé que el catalán, como lengua propia de Cataluña, es la lengua normalmente empleada como lengua vehicular y de aprendizaje? ¿El proyecto lingüístico evita la utilización de porcentajes en la enseñanza y el uso de las lenguas?” Una invitación en toda regla a la desobediencia por la vía de la presión.

La desobediencia explícita del independentismo catalán

La política nacional-lingüística del independentismo catalán es –lo ha sido siempre- un desafío en toda regla a la legalidad vigente.

En el caso que nos ocupa, se trata de desobedecer la providencia del TSJC sobre el 25 % de castellano en las aulas. ¿Tan difícil es impartir en lengua castellana una materia troncal?

¿Por qué el incumplimiento sistemático de la Ley? ¿Por qué tanta tozudez y estupidez? Grosso modo: la identidad y los intereses políticos. La obsesión identitaria y enfermiza por lo “nuestro” y lo “propio” que convierte –excluye- a lo español en lo forastero y lo impropio. El interés político de unos partidos nacionalistas siempre a la brega y siempre necesitados de marcar un perfil propio ante el adversario.

El Ministerio de Educación, la Abogacía del Estado y la Alta Inspección de Educación, ¿tomarán cartas en el asunto? Como en el infierno de Dante, “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”. ¿Y si la política lingüística del independentismo catalán formara parte del paquete del indulto de los presos políticos condenados en firme por sedición y malversación. “Utilidad pública”, dijo el Gobierno.

En cambio, quien sí ya parece tomar cartas en el asunto es la Generalitat de Cataluña. Toma la palabra el consejero de Educación: 1) el TSJC “ha de hacer cumplir las leyes, dentro del marco de las nuevas normas, está obligado a velar para que se cumplan”; 2) “la fiscalización no me gusta, pero si una vez hacemos el seguimiento vemos desajustes en el cumplimiento, tomaremos las decisiones oportunas”. ¿Una amenaza?

Baltasar Gracián en El Criticón: “anda el mundo al revés…la virtud es perseguida, el vicio aplaudido”.

El filibusterismo y el trilerismo que nos espera

La estrategia jurídica:

La Generalitat de Cataluña presentará un recurso de reposición ante el TSJC que, muy probablemente, acabará en el Tribunal Constitucional. ¡Largo me lo fiais!

La estrategia pedagógica:

Resulta que la consejería de Educación de la Generalitat de Cataluña está diseñando un nuevo currículum escolar para primaria y secundaria. Currículum que habla –en sintonía con los tiempos gaseosos en que vivimos- de la educación en valores, la coeducación, la perspectiva de género, la diversidad, la apertura al entorno, el trabajo en red, el aprendizaje por proyectos, la desaparición de los suspensos o la gestión autónoma de parte del horario por parte de los alumnos.

Hay más: los pedagogos y asesores fusionan dos o tres materias en lo que denominan “ámbitos”. Una decisión de alcance que es más de lo que parece. Vayamos a ello.

Esto es lo que se lee en la providencia del TSJC: que “en el sistema educativo de Cataluña todos los alumnos reciban de manera efectiva e inmediata la enseñanza mediante la utilización vehicular de las dos lenguas oficiales en los porcentajes que se determinen, que no podrán ser inferiores al 25% en uno y otro caso; utilización que incluirá como mínimo la docencia de la misma lengua y de otra asignatura o materia de carácter troncal o análoga”.

Reparen en las últimas líneas del texto: el 25% se implementa en las “asignaturas” o “materias” de “carácter troncal”. De lo cual alguien –la Generalitat de Cataluña- deducirá que el 25% no se debe implementar, porque ya no habrá asignaturas o materias troncales en el nuevo currículum escolar catalán. Ahí tienen ustedes el círculo vicioso del independentismo catalán.

Aseguran los psicólogos que del círculo vicioso –de los patrones automatizados- solo se puede salir con una vida saludable que permita el crecimiento personal. Quizá el independentismo catalán debería dejar de respirar el smog en que vive y nos hace vivir.