El F.C. Barcelona y el Régimen

Durante las últimas décadas, la Junta Directiva del F.C. Barcelona se ha caracterizado por una singular capacidad de adaptación al medio. Una suerte de darwinismo que confirma que el Barça es «más que un club». Si ustedes consultan la edición de La Vanguardia Española –hoy La Vanguardia– del día 28 de febrero de 1974, verán que, para la Junta Directiva de la entidad, la jornada fue larga.

En primer lugar, «Audiencia de S. E. el Jefe del Estado a la Junta del F. C. Barcelona». En segundo lugar, una visita al secretario general del Movimiento. Al respecto, La Vanguardia Española ofrece detalles. Tomen nota: «Motivo de la visita era el 75 aniversario del Club azulgrana y el ofrecimiento de la medalla conmemorativa de la inauguración del Palau Blaugrana y de su pista de hielo. En el curso de la audiencia, el presidente del Barcelona agradeció todas las ayudas que ha recibido de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes…

El ministro secretario general del Movimiento respondió al presidente del Barcelona diciendo que era para él un honor poder recibir y conversar ampliamente con los directivos del Barcelona, por todo lo que el club representa en la vida deportiva nacional, y puso de relieve los valores deportivos y culturales de Cataluña… Destacó como modélica la labor de la junta directiva barcelonista, que ha dado palpables muestras de empuje y dignidad y a la que acompaña un amplio espíritu deportivo en una actividad, como es la del fútbol, y el Barcelona, que constituye y debe seguir siendo protagonista de integración social».

En plena efervescencia predemocrática –la Asamblea de Cataluña se funda en 1971 y se están gestando ya la Plataforma de Convergencia Democrática, la Junta Democrática e, incluso, el Consell de Forces Polítiques de Catalunya- la Junta Directiva del F. C. Barcelona rinde pleitesía al Caudillo y condecora al secretario general del Movimiento por las ayudas recibidas.

Agradecido, el Régimen reconoce lo que el club representa en la «vida deportiva nacional» (española) destacando el «empuje y dignidad» de la Junta así como la labor de «integración social» llevada a cabo por una institución que pone de «relieve los valores deportivos y culturales de Cataluña» (léase, la Cataluña española). Para el Régimen, el Barça es, efectivamente, «más que un club». (Entre paréntesis, quizá habría que revisar la hipótesis del Barça como refugio del antifranquismo y el catalanismo: ¿el Barça como placebo para apaciguar la mala conciencia de una sociedad que vio morir al general Franco en la cama?).

Décadas después, desaparecida la dictadura del general Franco, la Junta Directiva del F.C. Barcelona rinde pleitesía al poder (no al Caudillo, sino al nacionalismo catalán), se reúne con quien corresponde (no con el secretario general del Movimiento, sino con los presidentes de la Assemblea Nacional Catalana y Òmiunm Cultural) y convierte el club en la imagen de la «vida deportiva nacional» (no de la española, sino de la catalana).

Más: la Junta Directiva ha transformado el club en un sujeto activo de «integración social» (no en la identidad impropia española, sino en la identidad propia nacional catalana) que pone de «relieve los valores deportivos y culturales de Cataluña» (de la Cataluña nacionalista del «proceso»).

Y todo ello, la Junta Directiva lo hace con «empuje y dignidad», integrando el club en el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, firmando un convenio con Òmnium Cultural en pro de las «aspiraciones nacionales de Cataluña», haciendo caso omiso del Reglamento Disciplinario de la UEFA en la cuestión de la exhibición de la estelada en el estadio. Y ahí está la Vía Catalana hacia la Independencia que pasa por las gradas de un estadio que también es más que un estadio, un templo. Y ahí está ese partido de Copa -¡de España!- entre el Barça y el Athletic que se juega, según informa la página web del club, a las «21:00 hora catalana». Suma y sigue: el tuit –género profético- que el club publica tras la elección del presidente Carles Puigdemont: «Felicidades, presidente Puigdemont. Que el acierto os acompañe en esta etapa histórica y apasionante que hoy inicia nuestro país, Cataluña».

¿Quieren más? Los candidatos a las últimas elecciones del club, firman un Compromiso de País en el que apoyan el derecho a decidir y la hoja de ruta de las entidades independentistas. Más que un club: el club de la hoja de ruta independentista. ¿El Barça de todos? La Junta Directiva del F.C. Barcelona ha hecho del club una correa de transmisión del nacionalismo secesionista con el objetivo de obtener réditos simbólicos, sentimentales, sociales, ideológicos y políticos.

La historia se repite. De pleitesía al poder a pleitesía al poder. De Régimen a Régimen. Un auténtico alarde de adaptación al medio. La Junta Directiva y el independentismo han convertido el Barça en un instrumento de nacionalización en el interior y en un aparato de propaganda nacionalista en el exterior.

Como el Real Madrid en los tiempos de la dictadura franquista. ¿El socio? ¿El simpatizante? Unos, sumidos en el éxtasis del minuto 17, 14 de cada partido. Otros, sumergidos en la espiral del silencio.

Y decenas de historiadores, politólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos y psiquiatras que toman notas para analizar y explicar el extraño caso que tienen entre manos.

Licenciado en Filosofía y Letras. Ensayista, articulista, columnista, comentarista y crítico de libros
Miquel Porta Perales
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