El estreno de Conde Pumpido
El Tribunal Constitucional se ha convertido en el mando a distancia de Pedro Sánchez
Casi trece años después de que fuera aprobada la ley del aborto de José Luis Rodríguez Zapatero- recurrida por el PP- ha pasado el filtro del nuevo Tribunal Constitucional con una emergencia impropia de una norma de tal calado. Tenían que decidir sobre el encaje constitucional de la ley de plazos. Al margen de juicios y prejuicios morales. Y es lo que han hecho aplicando el rodillo de la nueva mayoría de vocales de izquierdas.
Así se ha estrenado Conde Pumpido como presidente del Tribunal de Garantías, aplicando la mayoría del 7 a 4 y rechazando la recusación de cuatro magistrados que, por haber participado en informes relacionados con esta ley deberían haberse inhibido a la hora de votar. Pero como eso hubiera supuesto dejar al tribunal sin el quórum necesario, Conde Pumpido arrastró su toga y tiró por la calle de en medio. Sin permitir a la magistrada conservadora Concepción Espejel que se abstuviera ¿Es eso legal? Lo que parece claro a estas alturas es que de la misma forma que el espíritu de consenso ha pasado a mejor vida desde que gobierna Pedro Sánchez con Podemos, en el nuevo Tribunal Constitucional, las decisiones por unanimidad tampoco van a ser la pauta de funcionamiento a partir de ahora.
Conde Pumpido no ha permitido abstenerse a la magistrada conservadora Concepción Espejel cuando, en realidad, él mismo lo hizo hace dos años
No sé de qué forma van a garantizar la imparcialidad de actuación en el Tribunal de Garantías. Pero es que, en realidad, a los nuevos peones de Pedro Sánchez (¿cómo, si no se les puede llamar a un ex ministro y a una ex alto cargo de la Moncloa?) parece no importarles siquiera aguardar las apariencias. Conde Pumpido no ha permitido abstenerse a la magistrada conservadora Concepción Espejel cuando, en realidad, él mismo lo hizo hace dos años. El Tribunal deliberaba sobre nueve recursos de amparo presentados por los condenados del ‘procés’ y, entonces, dijo que se inhibía ¡Para garantizar la imparcialidad de actuación del Tribunal Constitucional!
¿Dónde queda ahora esa apariencia de neutralidad? ¿Esa fórmula solo vale cuando las mayorías son adversas? Con la nueva correlación de fuerzas, la imparcialidad ya no forma parte del santo y seña de este tribunal. Los vocales colocados por el presidente del gobierno están ahí para garantizar la vía libre a otras normas legislativas que han partido por dos a la sociedad española: la eutanasia, la propia ley del ‘sólo sí es sí’, la ley de educación, la ley trans. Van a funcionar como una apisonadora aun cuando Sánchez no forme parte ya del gobierno de España.
El Tribunal Constitucional se ha convertido en el mando a distancia del gobierno de Pedro Sánchez. No solo por la mayoría de izquierdas sino por su actuación. No hay más que ver cómo han procedido con la ley del aborto.
La ponencia del conservador Enrique Arnaldo tenía tan pocas pegas (ni una a la ley de plazos) que sus reparos se centraban en la información relacionada con las consecuencias médicas, sicológicas y sociales para quienes decidan abortar. Si esa objeción la hubiera formulado cualquier vocal del ala izquierdista seguro que habría pasado el filtro. Pero en este mundo de política sectaria no importa tanto el qué como el quién. Y Conde Pumpido no estaba dispuesto a transigir con el mínimo inconveniente. Se rechaza la ponencia del conservador y encarga otra a la vicepresidenta Inmaculada Montalbán. A ver si esta vez tiene una ponencia a la carta.
La apuesta arriesgada de Feijóo
En estos trece años de negligencia en el Tribunal Constitucional han cambiado mucho las cosas y la sociedad ha asimilado en su mayoría la ley de plazos, como sucede en nuestro entorno europeo. Con matices, claro está. En el Senado francés acaban de pronunciarse a favor de incluir el aborto en la Constitución, no como un derecho, sino como la libertad de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo.
Por eso, quizá, el mismo Partido Popular que presentó el recurso -que ha cambiado de dirección- admite que no tiene prácticamente nada que objetar a la ley de plazos. La confesión de Feijóo ha caído como un dardo en la línea de flotación en los sectores más conservadores y religiosos del partido.
Está jugando con un arma de doble filo. El sentimiento de los votantes del PP, con el aborto, no es unívoco. Hay quienes rechazan de plano el aborto, ni con plazos ni con supuestos. Ni en los casos de violación o de peligro de salud para la madre o el feto. Sin matices. Y hay quienes, como el ponente Arnaldo o ahora el propio Feijóo están de acuerdo.
El presidente de los populares está pescando en el caladero de los votantes de la izquierda desencantada y marca, así, una distancia sideral con Vox. Pero corre el peligro de perder, por un lado, lo que gana por otro. Su vindicación del feminismo trasversal, más allá del patrimonio que para sí ha reivindicado siempre la izquierda, es una apuesta arriesgada. El presidente de los populares tendrá que hacer pedagogía doméstica.