El Estado Providencial en España

En ‘110 compromisos con la España que quieres’, Pedro Sánchez pone los cimientos del Estado Providencial. Su programa: te daré todo lo que pidas

La socialdemocracia europea, a grandes trazos y con matices, afrontó la situación económica de postguerra combinando el Estado del Bienestar –servicios sociales públicos y educación o sanidad a cargo del Estado- con la economía mixta, esto es, nacionalización y empresa privada.  

La disminución del gasto de los asalariados –el Estado paga o subvenciona servicios básicos- favoreció la demanda solvente y el consumo interno. Todos ganan. Se redistribuyó la riqueza –añadan impuestos- y mejoró la calidad de vida. La gestión del capitalismo, se dijo.

Hoy, no es oro todo lo que reluce: desaceleración, tensión comercial internacional o proteccionismo, por ejemplo

Pero, llegó la crisis – pongamos 1973- y el modelo se agotó por causas diversas. Cae la ganancia empresarial respecto al salario, desaparece la rentabilidad del capital, se reduce la demanda solvente. Recesión, desocupación, deterioro de la calidad de vida. Se acabó el ciclo.

A la expansión económica habida entre 1994 y 2000, le seguirá otra crisis que explosionará en 2008. Los ciclos de la economía capitalista siguen ahí. Con penas y recortes se empezó a salir de la crisis.

Hoy, no es oro todo lo que reluce. Desaceleración, tensión comercial internacional, proteccionismo, disminución del dinamismo empresarial, la inversión y la producción industrial. Brexit. Y la amenaza de una reforma fiscal confiscatoria y una contrarreforma laboral. ¿Peligro de sudden stop?

El Estado Providencial costea el cuidado de sus ciudadanos en otros ciudadanos capaces de acumular riqueza con su esfuerzo

Y sigue el déficit y la deuda. Así como la desocupación –aumentan los expedientes de regulación de empleo- y la necesidad de aumentar la demanda, el consumo, la competitividad, la productividad y la exportación.   

Y en eso que Pedro Sánchez hace público sus 110 compromisos con la España que quieres  y pone el cimiento de lo que podríamos denominar el Estado Providencial.  

Una suerte de Estado Providencial o Estado Benefactor reforzado –esos fueron los nombres iniciales del hoy conocido como Estado del Bienestar- que se distingue por dos características fundamentales: 

1. Un Estado pastor que dice cuidar de sus ciudadanos con el objeto de librarles de cualquier daño y perjuicio.

2. Un Estado que costea, subviene o subvenciona el cuidado de sus ciudadanos recurriendo, sin solución de continuidad ni cantidad, a otros ciudadanos –empresarios, emprendedores y trabajadores ocupados- capaces de acumular riqueza con su esfuerzo, inversiones y ahorro.   

Radiografía del Estado Providencial

El programa del Estado Providencial: te daré todo lo que me pidas. La derecha genera riqueza y la izquierda la dilapida.

Los problemas del Estado Providencial:

1. Confisca la riqueza de quien la crea para –dice- redistribuirla. Aumenta el gasto y los impuestos. Arthur Laffer: “cuanto más dinero gasta el Estado, menos riqueza crea el mercado”. Se reduce el crecimiento y aumenta el empobrecimiento. Merma la inversión. Paradójicamente, menos Estado del bienestar.   

2. Desincentiva la cultura del esfuerzo y el emprendimiento en beneficio de una economía y una sociedad subsidiadas y pensionadas que pueden quebrar. ¿Qué déficit puede soportar España sometida a un Estado Providencial que incentiva actitudes parasitarias?

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa el viernes en Bélgica, donde asistió a reuniones del Consejo Europeo. Foto: EFE/HW

la españa de pedro sánchez

El ciudadano previene y Pedro Sánchez gasta: las familias y empresas españolas acumulan mes a mes un mayor número de depósitos bancarios

3. Oficializa una política económica sin convicciones –reducción del déficit a medias, reforma laboral a medias, reforma de la Administración a medias, cortoplacismo oportunista, populista y electoralista- que se traduce en la pérdida de la credibilidad y la confianza de/en la economía española.

4. Prescinde de la hipótesis de una nueva desaceleración o recesión y, en consecuencia, detiene o retrasa las medidas que tomar para reducir o paliar los efectos de la misma.   

Al respecto del último punto, Pedro Sánchez debe tomar nota de las familias y empresas españolas que, según el Banco de España, acumulan –mes a mes, pese a la escasa remuneración- un mayor número de depósitos bancarios: 1, 054 billones de euros en febrero 2019.

El ciudadano previene y Pedro Sánchez gasta. Sintetizo: el mejor Estado Providencial es el que se construye día a día el individuo con su esfuerzo y ahorro.

Claro que sí: hay que procurar que todos los ciudadanos vivan con dignidad. Pero –realidad obliga-, con tino. Lo peor que le puede pasar al Estado del Bienestar es que no pueda pagarse. Pedro Sánchez, con su Estado Providencial, inicia el camino del impago que puede arruinar el Estado del Bienestar.   

La cara oculta del Estado Providencial en España: el diseño y construcción de un poder pastoral que agrupe, guíe y conduzca al pueblo –“los compromiso con la España que [Tú] quieres”, señala Pedro Sánchez- al objetivo deseado.

¿Qué objetivo? Imperativo del verbo votar: ‘Vota [me]’.