El escándalo de Hacienda
Esta semana han confluido varias informaciones sobre fiscalidad, fraude fiscal y corrupción:
1. Se publica la lista de los evasores en Suiza, que ya estaba a disposición del Gobierno central desde hacía tiempo. Y es ahora cuando se persigue judicialmente al banco suizo por facilitar la evasión, pero durante cuatro años no se ha movido un dedo para acorralar a los grandes evasores que forman parte de la oligarquía. Y en otros casos de evasión, como el del Santander, el PPSOE les hizo un traje a medida para exonerarlos judicialmente.
2. En el Parlamento catalán se ha producido la comparecencia de Mas. Sólo se responsabiliza de él y su mujer. Parece haber salido airoso. Pero el ruido de fondo es el que sigue produciendo el caso del clan Pujol. Esta semana, con las cuentas de JPF bloqueadas por una jueza en Andorra. La trama y otros derivados similares que pululan por la Cataluña interior muestran el papel caciquil que la oligarquía encargó a su delegación catalana: intermediar favores a cambio del encaje Cataluña-España. Cuando los caciques no han podido detener el movimiento democrático y de regeneración independentista, se les ha dejado caer.
3. En el área metropolitana de Barcelona, el papel intermediador será (¿lo es aún?) desarrollado por los notables socialistas. El ascensor social de los grandes ayuntamientos metropolitanos ha creado pequeños monstruos como la presunta trama Bustos, en Sabadell, ahora con un nuevo episodio propio de Gomorra, con su hermano y los kosovares. O tramas sociovergentes como en el caso Pretoria. Sólo la acumulación de errores y la corrupción han hecho estallar estos casos.
4. En cambio, la eficiencia de las autoridades fiscales para descubrir posibles fraudes individuales en las listas de Podemos, en el caso Monedero, es espectacular. Es el uso, en el límite del delito, de los datos fiscales de los ciudadanos de forma discriminatoria. ¿Por qué no se publican al dedillo los estados financieros de los cientos de personalidades de la casta, incluidos los altos funcionarios del Estado y los dirigentes del PP y del PSOE?
5. El presidente del Barça declara ante el juez. Muy bien. Si no han hecho bien las cosas, adelante. Pero, ¿quién se cree que este es el único y mayor caso en el fútbol español? ¿Por qué de una puñetera vez, no se denuncia el estado de impago de los clubes a Hacienda y la Seguridad Social? ¿Por que no se prohíbe por decreto que instituciones públicas o parapúblicas, como las cajas de ahorros, continúen financiando algunos clubes deportivos, en un Estado con la cuarta parte de la población en paro?
6. Se nos anuncia una protesta de la Federación de Entidades Deportivas de Cataluña por la complicación de los controles fiscales y burocráticos del deporte amateur y voluntario. Esto producirá una desertización del tejido asociativo de base. Seguramente es lo que se busca: salvar a los fraudulentos equipos profesionales y matar el deporte popular. En cambio, en los modelos nórdicos, en el campo amateur, se elimina toda burocracia y se permiten compensaciones con dinero directo a entrenadores, voluntarios u otros soportes surgidos de la benevolencia de los aficionados.
7. Nos visita a la Fundación Irla la Federación Ramon Muntaner de entidades culturales y centros de estudio locales, y nos pintan un panorama similar al del deporte amateur. La nueva normativa, que obliga a mucha burocracia y a presentar el impuesto de sociedades, está condenando a cientos de entidades voluntarias de Cataluña a desaparecer. Si esto no es un genocidio cultural instrumentalizado a través de Hacienda, ¿qué es?
8. Todavía resuenan las críticas que la Noche de los Goya deparó al ministro Wert que con una mano consigue que la cultura voluntaria fenezca y con la otra hace que la cultura profesional engrose las listas del paro, con el 21% de IVA. Casi parecería que revivimos, de forma incruenta, aquella frase que el autor teatral Hanns Johst pone en boca de un protagonista en la obra Schlageter, estrenada con bombos y platillos para el cumpleaños de Hitler, el 20 de agosto de 1933: «Cuando oigo hablar de cultura le quito el seguro a mi browning». Que más tarde, Hermann Göring, transformaría en «Cuando oigo la palabra cultura, saco la pistola».
Mientras pasa todo esto, en el Estado continúa el caso de los ERE y los cursos de empleo en Andalucía. No dimite nadie del PSOE. Y el caso Bárcenas, sigue vivo y esta semana ha estallado de lleno al PP de Valencia y Baleares, demostrando que financió de forma corrupta sus locales; y no dimiten ni Bauzá ni Fabra.
Así que ríanse lo que quieran de Podemos, ataquen a muerte al independentismo regeneracionista, pero si lo hacen, sepan que están avalando un statu quo que lleva a una desigualdad social explosiva, a una clandestinización de la sociedad civil activa y voluntaria y al exilio del pensamiento, la investigación y la creatividad cultural.
Y sobre todo, avalan la función sectaria que se está dando a las políticas y organismos fiscales y tributarios por parte del Partido Popular, al servicio de la casta oligárquica y de la reacción; y en contra las clases populares y la ilustración.
El malestar entre los profesionales de Hacienda por este sectarismo empieza a colmar el vaso. El presidente de los Técnicos de Hacienda (Gestha), Carlos Cruzado, ha afirmado que la Agencia Tributaria podría estar filtrando información al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, porque es «dudoso» que él pueda conocer determinados datos.
Así que ustedes mismos. Si tienen intención de defraudar y entrar en redes de corrupción, háganse unionistas y no militen en la izquierda alternativa, porque de lo contrario irán a por ustedes.