El engendro de la Sociedad Pública de Alquiler
La Sociedad Pública de Alquiler (SPA), dependiente del extinto ministerio de Vivienda, está quemando las últimas etapas de su liquidación por derribo. Se puso en marcha en 2005 y fue una de las medidas estelares del Gobierno de Zapatero. El jefe del Ejecutivo se ufanó de que con dicha iniciativa iba a solucionar de una vez por todas el encarecimiento de los pisos, que por aquellas fechas estaban llegando al apogeo de la burbuja.
De lanzarla se encargó la inefable ministra María Antonia Trujillo, hoy reconvertida en tertuliana política. La facundia dislocada de Trujillo brindó frases gloriosas. Se sacó de la manga las “soluciones habitacionales” de 25 metros cuadrados y llegó a decir que gracias a la SPA se había logrado nada menos que la “profesionalización del mercado de alquiler”.
En sus ocho años escasos de vida, la SPA arroja frutos deplorables: 4.500 pisos intermediados y unas pérdidas acumuladas cercanas a los 40 millones de euros. Si Pitágoras no miente, cada casa alquilada por el ente ha acarreado a los contribuyentes un quebranto de casi 9.000 euros. En resumen, el invento ha resultado ser una carísima tomadura de pelo.