El empresariado teme a…Colau y Carmena
Elecciones a la vista. Los partidos buscan cómo endosar ahora la culpa al otro. Quedan algunos días de margen, pero las decisiones están tomadas. El PSOE ratificó este lunes, a través de su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, que no desea renegociar nada con Podemos, tras el portazo del viernes de Pablo Iglesias, y que tampoco está disponible para un acuerdo con el PP de…Mariano Rajoy.
Un cambio en el liderazgo del PP podría cambiar las cosas, lo que implicaría, también, una sustitución en la cúpula socialista. Pero nadie parece dispuesto a ceder, y las maquinarias electorales han comenzado a funcionar. Sólo tras el 26 de junio, si no aparece alguna solución mágica, se podrá formar gobierno, aunque los resultados sean similares a los del 20 de diciembre. Será obligado, en ese momento, que los partidos asuman acuerdos y que se permita la gobernabilidad.
¿Es todo esto un drama? ¿Se para el país? Es lógico pensar que a España le iría mejor, en estos momentos, disponer de un Ejecutivo estable, que negociara ya cara a cara con la Comisión Europea para lograr un nuevo objetivo de déficit para 2016, algo que ya está haciendo el ministro de Economía en funciones Luis de Guindos.
También es evidente que un Gobierno con mayoría parlamentaria estaría ya estudiando las necesarias reformas que necesita el país, y que se debería resolver con buena cara y voluntad la cuestión catalana. Pero no es menos cierto que el ministro en funciones de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha convocado para este viernes el Consejo de Política Fiscal y Financiera para acordar los nuevos objetivos de déficit con las comunidades autónomas.
Es decir, el país sigue adelante, siempre teniendo en cuenta que sería mejor tener un gobierno que gobierne, y una oposición que se oponga, recordando aquel título sobre la transición de José Manuel Naredo (Anagrama).
En una democracia madura la dificultad para formar gobierno tras unas elecciones complicadas, como las del 20D, y después de una crisis económica de unas dimensiones que todavía no se han asumido, entra dentro de la normalidad. Es cierto que en España no había ocurrido nunca. Pero deberemos aprender.
La cuestión es que ese deseo de desdramatizar proviene del sector económico. Las grandes empresas no muestran un gran nerviosismo por la falta de acuerdo político. O no todavía. Según las fuentes consultadas ni esa cuestión, ni la situación de la política catalana, con el proceso soberanista en marcha, aunque a una velocidad reducida, preocupan en exceso. Se entiende que los acuerdos llegarán, y que en Cataluña se acabará reconduciendo la situación.
La preocupación, los nervios, llegan por el modelo político de las dos gandes capitales españolas, Madrid y Barcelona. Los gobiernos locales, formados por las marcas de Podemos, en minoría, ni se entienden ni se valoran. No se trata del color político, que también, sino de la inestabilidad que ofrecen. El problema no es lo que hacen, «sino lo que no diseñan de cara al futuro», se asegura. Es decir, lo que preocupa es que en pocos años las dos ciudades comprueben como han salido del mapa, porque han dejado de vivir de renta por las actuaciones de anteriores gobiernos municipales. Las inversiones en infraestructuras, el sector del turismo, la atracción de talento, el modelo de ciudad para poder competir en el mundo. Eso es lo que quita el sueño a las grandes empresas en estos momentos.
Muchos directivos de las grandes empresas han asumido una idea que se va imponiendo: los alcaldes gobiernan el mundo. Son las ciudades las que compiten entre ellas y atraen inversiones y profesionales de todos los ámbitos. Son las lecciones del politólogo Benjamin Barber, que tiene muy claro por qué los alcaldes deberían gobernar el mundo.
¿La gobernabilidad de España? Claro. No gusta nada que el PSOE pudiera llegar a un acuerdo con Podemos. Pero descartada esa posibilidad, el temor se centra en Barcelona y Madrid, con dos alcaldesas, Ada Colau y Manuela Carmena, que no ofrecen garantías.
¿Una muestra? La nula asistencia empresarial en el amuerzo de Colau en un acto informativo de este lunes en Madrid.