El electroshock de Pedro Sánchez
La estrategia de retomar versión de la conocida ópera “La vil casta eléctrica contra el buen pueblo español” deja en evidencia la incapacidad del Gobierno frente a la subida de la luz
Hoy quiero proponerles que realicen conmigo un ejercicio de agudeza visual. ¿Recuerdan ustedes las faraónicas presentaciones y los fabulosos fastos realizados por la empresa antes llamada “Pirotécnicas Moncloa. S.A” para presentar sus fuegos artificiales de comienzo de curso político o las sucesivas estrategias chiripitifláuticas pergeñadas desde allí como fue por ejemplo el “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española” o la ya difunta “Agenda del Cambio” ?
Seguro que sí, son ustedes gente de buena memoria.
Pues como recordarán, en todas ellas y además en las primeras filas de las mismas, podía verse fácilmente a los máximos ejecutivos de las principales empresas del IBEX, y siempre en lugar principal de las mismas, a los más altos directivos de las empresas eléctricas del país formando parte activa de la coreografía monclovita, no en vano han sido esas empresas del IBEX, singularmente las mencionadas eléctricas, las principales beneficiarias de un maná en forma de exenciones fiscales, fondos europeos, subvenciones y dádivas varias, y claro, el que paga, en este caso Pedro Sánchez, también manda.
Es por ello que llama poderosamente la atención que de pronto el gobierno se haya dado cuenta de que esas mismas empresas a las que tanto ha beneficiado en sus pocos años en el poder son en realidad la reencarnación del mal, una especie de Ebenezer Scrooge castizo con sede en el Paseo de la Castellana ávido de clavar sus fauces sobre las tiernas carnes de los pobres huerfanitos que piden limosna en las calles.
Miren, que no cuela.
Lo que realmente ha sucedido es que el gobierno Sánchez, despistado por la holganza estival, desorientado por el cambio de primeros espadas en Moncloa, aturdido por la crisis de Afganistán y atolondrado por el ruido de sables de sus socios independentistas, siempre dispuestos a fastidiar en los momentos más inoportunos, no se ha dado cuenta a pesar de todas las luces rojas que se iban encendiendo a su paso de la que se le venía encima con la tarifa de la luz.
Lo que realmente ha sucedido es que finalmente alguien con sentido común ha debido advertir a Sánchez que ya era hora de abandonar la holganza veraniega lanzarotesca y volver a Madrid para detener la sangría de votos que ya anunciaban las encuestas por la subida del recibo eléctrico.
Lo que realmente ha sucedido es que finalmente alguien con dos dedos de frente ha debido atreverse a decirle al Condottiero Sánchez, vencedor de la bochornosa retirada occidental en tierras afganas, que la gente no vota por la brillantez estética de una retirada militar en un país lejano ni por un discurso afinado ni por un flequillo galante, sino que vota, y además lo hace masivamente, por los problemas que afectan a su bolsillo, como el aumento enloquecido del coste de la luz.
Y finalmente, lo que realmente ha sucedido, y este es el drama, es que lo único que se le ha ocurrido al gobierno, una vez electrocutado, ha sido montar una nueva y lisérgica versión de la conocida ópera “La vil casta eléctrica contra el buen pueblo español” del famoso libretista de apellido Iglesias, una obra en la que, sorprendentemente, la malvada casta que conspira contra el buen pueblo español no es otra que las empresas eléctricas que hasta hace pocas fechas era sus principales aliados políticos además de sus palmeros.