El drama del crédito a las empresas
Asistimos al desmoronamiento del sistema financiero español tradicional. En esta crisis, ha perdido su mayor singularidad: las cajas de ahorros. En paralelo, vivimos una hecatombe de entidad todavía mayor: la absoluta parálisis del crédito a las empresas y particulares.
La situación de la banca, más pendiente de vender sus activos industriales y adelgazar sus estructuras que del negocio tradicional, lleva a que la captación de pasivo se haya convertido en la única preocupación de las redes. Toda la acción comercial se ha enfocado a la búsqueda de ingresos de clientes con los que abrillantar uno de los lados del balance.
El sistema financiero está constreñido por los diferentes decretos del Gobierno, que persiguen mejorar la solvencia ante la comunidad internacional. La necesidad de que España deje de ser vista como una república bananera lo preside todo: la reducción acelerada y exagerada del déficit público y la imposición de unos coeficientes de solvencia a la banca difíciles de cumplir por la vía del negocio.
Los bancos han sido los precipitadores de la crisis económica internacional. Sus penas son de sobras conocidas: desde la hipotecas subprime estadounidenses, pasando por los fondos de alto riesgo, la falta de regulación mundial de los movimientos de capitales y luego los virreinatos políticos que derivaban en gobiernos corporativos corruptos en pequeñas entidades de ahorro como las cajas españolas tan proclives al negocio inmobiliario. Esos son sus pecados y los tienen que purgar.
Comienzan a escucharse voces que sostienen que la preocupación de los gobiernos, especialmente el español, en salvaguardar la imagen de su sistema financiero ha obrado en contra de la propia sociedad. Los políticos han preferido mantener con fondos públicos las entidades bancarias en pie para evitar los problemas derivados de su quiebra y del efecto dominó. Algunos empresarios y los sindicalistas menos dogmáticos sostienen, en cambio, que mientras se ha sostenido artificialmente a una parte importante de la banca (o como consecuencia de ello) se han dejado caer empresas y una parte del tejido industrial ha perecido por no haberse centrado en la parte de la economía productiva que sostiene el empleo y la microeconomía de cualquier país.
Hay opiniones y análisis bien diferentes sobre esa misma cuestión. Es cierto. Pero hay algunos hechos que son menos discutibles: mientras se salva a Bankia, Catalunya Caixa, Nova Galicia Banco o Banco de Valencia, centenares y miles de empresas se ven obligadas a finiquitar su actividad por la imposibilidad de acceder al crédito para financiar su circulante (en muchas ocasiones producto de la morosidad de las administraciones públicas), obtener recursos con los que exportar o seguir innovando y apostando por procesos de reactivación de la actividad empresarial.
Constatar que no hay apenas crédito para las empresas es una obviedad. Más útil es recordar que eso significa más desempleo, en consecuencia menos demanda interna, menos recaudación fiscal y más contracción del consumo. O subrayar que ésa debería ser una de las preocupaciones de nuestros políticos. Pero no, ellos andan a garrotazos con una ley de la enseñanza que es conservadora y elitista, pero que en Catalunya hemos leído únicamente por su injerencia en la política lingüística. Para variar…
El sistema financiero intenta ofrecer imagen de normalidad, pero la cerrazón del crédito es total. Se ofrece en muy pocos casos y se concede en aquellos en los que resulta menos necesario y con unas cautelas que hacen disuasoria cualquier actividad emprendedora. La banca ahora vive de los rentistas, sin más. Ése es el panorama, dramático.
TRATAMIENTO SEMANAL DE CHOQUE
Supositorio matinal > Para Juan Rosell, por su silencio. Nada tiene que ver con las andanzas de su antecesor Gerardo Díaz Ferrán, e incluso fue de los que lo combatió internamente. Pero, en cualquier caso, la sociedad española merece que las actitudes y comportamientos reprobables sean censurados en todos los ámbitos. Y la CEOE debería pronunciarse sobre los hechos conocidos y distanciarse. Cada día que pasa es un tiempo que el empresario catalán pierde para demostrar que sus principios éticos y su modelo de organización empresarial dista del anacronismo funcionarial y clásico de la patronal de Cuevas.
Supositorio nocturno > Para Lluís Recoder, el conseller que ha trapicheado con la privatización de la ATLL a favor de Acciona, Rodés y Torreblanca. La reacción del perdedor (Agbar), tan contundente como insistente, hace suponer que los claroscuros de esa operación existen. Resultado: la primera gran privatización del Govern de Artur Mas acabará firmada por un presidente en funciones, claramente desautorizado en las urnas por una parte de la sociedad catalana y tan débil que quizá debería reconsiderar algunas decisiones de tamaño calado estratégico. Al menos hasta que las reclamaciones legales queden convenientemente resueltas.