El dinero venezolano de Podemos no afecta a las negociaciones
Empieza a cundir la idea de que no se está tan mal sin gobierno. En realidad es que la gente no se cree que las negociaciones en curso sea otra cosa que la búsqueda desesperada para no ser condenado por la repetición de elecciones.
Además hay un argumento de cierto peso del que no se habla mucho. A la vista del déficit público, cuando haya gobierno, sea el que sea, lo primero que tendrá que hacer es sacar la tijera para poner en marcha nuevos recortes.
En Chueca se considera que los papeles de Panamá son el remake de películas ya conocidas. A mis paisanos les da igual que los ricos y famosos tengan cuentas en Andorra, Suiza o Panamá. Lo que preguntan es por qué no se ponen de acuerdo todos los países para echar el cierre a los paraísos fiscales.
Luego se dan cuenta de que la pregunta es obvia, es decir, estúpida. Quienes gobiernan el mundo establecen impuestos para que los paguemos la gente común y establecen paraísos para no pagar ellos.
La peña tampoco se indigna por los nuevos descubrimientos de la financiación venezolana de Podemos. También lo dan por sabido. Ahora aparecen seis millones de euros más en las cuentas de Coleta Morada, donación, de la que desconocemos las condiciones, del gobierno bolivariano.
El más osado de la reunión quiere que el nuevo parlamento venezolano abra los libros contables para saber la totalidad que se han llevado los chicos de Pablo iglesias con la intención de avieriguar si el monto justifica que no condenen los atropellos de Maduro ni pidan la libertad de los presos políticos, que es ese país sí que los hay.
A la tercera caña se cachondean de las ganas de negociar de nuestros líderes. Dejaron pasar la semana santa en blanco, que no quiere decir necesariamente esquiando. Ahora no tienen prisa, lo han dejado para el jueves y muestran poco entusiasmo. Tratan de culpabilizar al otro. Pero nada más.
Queda poco tiempo para el 2 de mayo pero la gente solo pregunta si hay puente o caen las celebraciones en sábado o domingo. Las cosas, a día de hoy, están así:
Ciudadanos ha dado un paso al frente y asegura que quiere estar dentro del gobierno con el PSOE. Podemos, que no quiere saber otra cosa de Ciudadanos que no sea un apoyo incondicional o una abstención que permitiera gobernar al PSOE con Podemos, pone cara de póker y acusa a Ciudadanos de entorpecer las negociaciones.
No, sencillamente, Ciudadanos no acepta el veto que le pone Podemos. Mientras, Pedro Sánchez, que ya ha conseguido lo que quería, es decir, que el Congreso del PSOE se retrase, no se da por enterado de las exigencias de Podemos.
Y el PSC enreda con la posibilidad de que si fracasa en Cataluña la reforma de la Constitución, se convoque el referéndum de autodeterminación encubierta.
Me dicen mis espías en la dirección del PSOE, que Javier Lambán, presidente socialista de Aragón, cada vez con más predicamento en el PSOE, tuvo una intervención clara en el Comité Federal: «Con Cataluña, ninguna broma».
Como pueden comprender, todo esto, tan enrevesado, con aspecto todo de poco sincero, y con posturas tan contradictorias, provoca un somero aburrimiento en los vecinos de Chueca.
Hay algunos asuntos subalternos. Llegan confirmaciones de que Susana Díaz, en caso de convocarse elecciones y, en consecuencia, primarias en el PSOE, no se presentaría. Otra cosa es que ya ha decidido ser candidata a la secretaria general del PSOE en las próximas elecciones.
Está esperando para ver si Pedro Sánchez consigue alguna forma de Gobierno, o en caso contrario, qué resultado consigue en las elecciones.
No conozco con detalle el juego del «Go». Solo sé que es muy complicado y que un ordenador ha conseguido la victoria. Parece ser que este juego tiene demasiadas combinaciones. Ríanse ustedes del ajedrez o de las damas. Por supuesto de Póker o del Black Jack. Pues el juego de nuestra clase política para formar gobierno empieza a reclamar un ordenador para conocer el resultado.
Sé que resulta agotador todo esto. Igual que los papeles de Panamá o las barbaridades a las que vamos a someter a los refugiados devueltos a Turquía. Pero en este mundo en el que puede ser presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya no nos asusta ni nos interesa casi nada.