El día después de la DUI
Hoy la columna a algunos les va a parecer la típica película sobre catástrofes de serie B que las televisiones emiten las tardes los sábados. No la primera, luego de las noticias, siempre más romántica, sino la siguiente. Aquella que comienza sobre las 18. Ya saben: esas de terremotos, tornados, huracanes, volcanes y hasta alguna sobre plagas de animales.
En todas estas películas siempre hay un día después. Ese momento donde todo ha pasado y nada parece lo mismo. En Catalunya ahora deberíamos empezar a pensar en ese día después. Ese día donde algunos –sigo pensando que no sumarán, pero hay que tener previsto el tema– quieren plantear una DUI: Declaración Unilateral de Independencia. Sin entrar en los temas legales o de orden, vamos a centrarnos en las personas y las mercancías. Algo que –está claro– una buena mayoría de los Independentistas tienen en el olvido. Ya saben: muchos piensan que un país funciona por arte del Espíritu Santo y que el dinero viene del cielo.
Un día después de la DUI, tardaremos más o menos en volver, según diversas fuentes, pero no estaremos en la Unión Europea. Ese día después, estaremos fuera. Técnicamente, siguiendo el referente de las Repúblicas Bálticas todas las personas nacidas en Catalunya serán catalanas. Por ende, cualquier ciudadano catalán –por muchas palabrerías del historiador Junqueras ya comentadas– tendrá esa nacionalidad. Es decir, requerirá, en el mejor de los casos, un visado para entrar en la Unión Europea. Un visado, por cierto, que nadie ha previsto, sobre un pasaporte que tampoco nadie ha previsto. Cualquier ciudadano nacido en Catalunya, por ende, podrá ver impedido su paso a algo tan natural como Aragón. Sí, algunos clamarán al cielo, pero, sin visado, un africano, por poner un ejemplo, no entra en la Unión Europea.
Desconocemos si la negociación será rápida o lenta. Hay que recordar que muchos acuerdos sobre personas requieren la aprobación de todos los países. Por lo que el día después será así. Pero aún peor cualquier ciudadano catalán en un país extranjero –incluido España– quedará sin la protección europea, y mucho menos de las embajadas españolas. Es decir, será un ilegal en muchos casos, ya que su pasaporte podrá ser anulado. Recordemos que con una DUI todos los ciudadanos nacidos en Catalunya pasarán a ser catalanes. Algo tan fácil para una “frontera” como abrir un pasaporte o girar un DNI y prohibir sin visado el paso a aquellos nacidos en las provincias catalanas.
Las personas serán un problema. Pero las mercancías, un caos. Cualquier producto en tránsito por Catalunya podrá ser retenido en una hipotética frontera francesa, española e incluso andorrana. Aquello que muchos desconocen como hacer triples facturas para exportar a ciertos países, pasar una serie de controles o aranceles, será una norma. Y no cumplirla, bloqueará un buen número de productos. La libre circulación de personas y productos es el mayor progreso de Catalunya y España en 1000 años, y el día después lo ventilaremos.
Para los “grandes empresarios” como esos del “Cercle Català de Negocis” eso no será un problema. Total muchos no venden más allá de su pueblo. Lástima que algunos creamos que los países funcionan más allá de un ombligo o, como decía el Conseller Vila, de los “planteamientos adolescentes” como camino a la Independencia. No hace falta decir que ahora saltarán los típicos mozuelos/as a hablar del discurso del miedo. Señores: el miedo como esas películas de serie B nunca es el día después, es siempre el día antes, cuando hay que ver y actuar. Después no es miedo, es impotencia antes las malas decisiones tomadas. ¿Que nos vamos a una DUI? Al menos, que todos sepamos donde vamos.